Hospital de Guadarrama

Se llamaba Sebasti¨¢n, era mi padre. Su semblanza, su tranquilidad y su sonrisa reflejaban, d¨ªa a d¨ªa, a pesar de su enfermedad, el amor y el cari?o con que todo el personal lo trataba. Muri¨® el 25 de noviembre y, despu¨¦s de tres meses ingresado en este hospital, me encomend¨® el agradecimiento, aunque nunca ser¨¢ suficiente, por la dedicaci¨®n que le han deparado.A lo largo de todo ese tiempo, jam¨¢s he podido ver un mal gesto, ni o¨ªr una mala palabra para con los enfermos, ancianos e imposibilitados la gran mayor¨ªa; lo que s¨ª he apreciado son bromas, abrazos, besos, palabras de ¨¢nimo... hacia estas personas.

Son muchos los d¨ªas y las noches que he pasado al lado de mi padre como para poder valorar no s¨®lo el trato, sino tambi¨¦n los recursos humanos, y deduzco que en sanidad, como en casi todo, nos movemos, desgraciadamente, seg¨²n los n¨²meros: a tantos enfermos, un m¨¦dico, un ATS, tantos auxiliares... No, se?or consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid; hay hospitales y hospitales, enfermos y enfermos.

?ste es un hospital asistencial donde la ayuda a los enfermos requiere incluso darles de comer y, dado el escaso n¨²mero de personal, he observado que terminan exhaustos, am¨¦n del esfuerzo f¨ªsico que tienen que realizar a la hora de cambiar y asear a los enfermos.

Se?or consejero, dote a este hospital del personal necesario y evite que cunda el des¨¢nimo en estos grandes profesionales.-