Ciberescuela y sentimientos
En la d¨¦cada de los sesenta se anunci¨® que el trabajo de los docentes ten¨ªa los d¨ªas contados. En una primera fase, se convertir¨ªan en los correctores de la tarea que los alumnos realizar¨ªan sobre fichas de ense?anza programada elaboradas por los expertos. Despu¨¦s, toda la tarea docente la realizar¨ªa una "m¨¢quina de ense?ar" a la que, seg¨²n dec¨ªan, le faltaba muy poco para estar a punto.La profec¨ªa adquiri¨® alguna verosimilitud cuando se empezaron a utilizar las referidas fichas en algunas escuelas. Pero la cosa no pas¨® de ese punto. Hoy el ordenador, heredero de la fabulosa m¨¢quina de ense?ar, ha mejorado sus prestaciones y su uso se ha extendido de forma notable. Sin embargo, para descr¨¦dito de aquellos profetas, hay una legi¨®n de maestros que est¨¢n ense?ando por doquier a utilizar la m¨¢quina que iba a sustituirlos.
Ahora nos vaticinan que los alumnos aprender¨¢n, sin moverse de su casa, en la ciberescuela, comunic¨¢ndose con los maestros y con las m¨¢quinas de ense?ar distribuidos por las terminales y los nodos de la web. Pero la ciencia ficci¨®n yerra una vez m¨¢s.
Es cierto que estamos asistiendo a cambios vertiginosos en la evoluci¨®n que, desde las paredes de las cuevas, nos trajo hasta la codificaci¨®n del conocimiento en los modernos soportes inform¨¢ticos. Quiz¨¢s veremos que se reduce de forma dr¨¢stica el uso del papel, tal como ocurri¨® antes con las tablillas de arcilla, el papiro o el pergamino. Mas lo fundamental es la transmisi¨®n de las ideas, no el medio que las soporta, lo cual explica que mantenga su pervivencia el modelo de escuela que en lo esencial ya hab¨ªa alcanzado su plenitud en la Grecia cl¨¢sica.
Si el argumento hist¨®rico no fuera suficiente, se puede a?adir otro poderoso para descartar la generalizaci¨®n de la ciberescuela: los sentimientos juegan un papel capital en la transmisi¨®n del conocimiento. Intuido desde siempre, este hecho se mostr¨® de manera descarnada cuando la m¨¢quina de ense?ar dio sus primeras lecciones.
El ¨¦xito de la especie humana se basa en el proceso, com¨²n a todas las culturas, mediante el cual cada joven adquiere, en pocos a?os y por la interacci¨®n con sus mayores, un fragmento de la experiencia humana acumulada en los siglos precedentes. A su vez, el ¨¦xito de la escuela se basa en la eficacia lograda en la ejecuci¨®n de ese proceso. As¨ª, si aceptamos que los cambios m¨¢s probables en las organizaciones son los que tienden a facilitar su ¨¦xito, en la escuela deben prosperar los cambios que contribuyan a hacer m¨¢s eficaz la comunicaci¨®n entre el alumno y sus maestros.
En relaci¨®n con los docentes, se ocupan de tal aspecto la Psicolog¨ªa del Aprendizaje y las did¨¢cticas espec¨ªficas, con unos resultados cuya utilidad ya es muy notable. Por ello es previsible que estas disciplinas se conviertan en una parte esencial de la formaci¨®n inicial del profesorado y en la componente m¨¢s importante de su formaci¨®n permanente.
En relaci¨®n con los alumnos, cada vez son m¨¢s concluyentes las pruebas que demuestran que el tipo de actividad realizada en los primeros a?os de cada individuo, determina la calidad de los aprendizajes que se producen en las etapas posteriores de su desarrollo. En consecuencia, la educaci¨®n infantil gozar¨¢ de una importancia creciente y en esta etapa tendr¨¢n un papel preeminente personas altamente cualificadas.
Esas previsiones ser¨¢n a medio plazo una realidad, porque a todas las sociedades les interesa mejorar el rendimiento de su escuela, aunque puede ocurrir que en alg¨²n momento no se note el avance o se produzcan retrocesos. Ese efecto se notar¨¢ especialmente cuando los pol¨ªticos que ocupen puestos de la m¨¢xima responsabilidad tengan un conocimiento escaso de la escuela, tal como ocurr¨ªa con aquella ministra que se re¨ªa p¨²blicamente de la existencia de un cat¨¢logo de intenciones educativas -un curr¨ªculo- para la etapa de cero a tres a?os.
Abordar¨¦ por ¨²ltimo el futuro m¨¢s inmediato. En este momento la ESO tiene un problema que es urgente afrontar, la heterogeneidad de sus aulas. Los cambios necesarios para hacerle frente deber¨ªan ser los primeros que se hiciesen efectivos en nuestra escuela. El problema no tendr¨ªa que habernos cogido por sorpresa porque se anticipa de manera precisa en la LOGSE y en las normas que desarrollan la ley. En particular, en el Decreto del Curr¨ªculo y en los documentos de car¨¢cter orientador que lo acompa?an se sugieren procedimientos para paliarlo, pero es f¨¢cil comprobar que no se est¨¢n aplicando. Ahora se propone la regresi¨®n al modelo que funcion¨® con ¨¦xito cuando la ense?anza secundaria no estaba generalizada: la clasificaci¨®n temprana de los alumnos, atendiendo a las capacidades, para recibir distinta preparaci¨®n acad¨¦mica.
Los resultados electorales pueden depararnos: la aplicaci¨®n efectiva de la LOGSE, la regresi¨®n al pasado o, lo que a toda costa deber¨ªa evitarse, quedarnos como ahora estamos. Estoy convencido de que la mayor¨ªa de los espa?oles, despu¨¦s de que fuesen suficientemente informados, optar¨ªan por lo primero. Tambi¨¦n es mi opci¨®n, porque intuyo que a la larga producir¨ªa una sociedad menos fragmentada y m¨¢s solidaria y todo ello sin merma trascendente para lo que algunos llaman, pomposamente, los conocimientos.
Jos¨¦ Portela es director del Instituto de Ense?anza Secundaria Alquibla, de La Alberca (Murcia).
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