La universidad del cambio
Las universidades brotaron de la atm¨®sfera social y cultural de la sociedad europea occidental en los primeros siglos del segundo milenio, con una vocaci¨®n, desde el inicio, de independencia y libertad.En el umbral del tercer milenio la universidad debe saber adaptarse a las necesidades de una sociedad en r¨¢pida transformaci¨®n, sin perder esta vocaci¨®n de compromiso con la libertad que en algunos periodos de la historia ha costado a la comunidad universitaria persecuciones, cierres de centros y otros sinsabores.
Globalizaci¨®n y competitividad son caracter¨ªsticas de la sociedad de la informaci¨®n, resultado del espectacular desarrollo de las tecnolog¨ªas, en la que, especialmente para pa¨ªses como el nuestro, la formaci¨®n de los recursos humanos se ha convertido en uno de los principales activos.
Una formaci¨®n a la que las universidades tienen la responsabilidad de contribuir, actualizando sus m¨¦todos docentes e incorporando nuevos contenidos, hoy d¨ªa imprescindibles en el mundo del trabajo, como son el desarrollo del esp¨ªritu emprendedor, el gusto por los desaf¨ªos y la capacidad de trabajo en grupo y comunicaci¨®n, tan importantes como el propio bagaje de conocimientos.
Una formaci¨®n que no puede darse por concluida con la obtenci¨®n de un t¨ªtulo universitario, sino que ha pasado a convertirse en una actividad para toda la vida, haciendo que la oferta de ense?anza posgraduada vaya ocupando un lugar cada vez m¨¢s relevante en la actividad universitaria.
Con el envejecimiento de la sociedad espa?ola, consecuencia del alarmante descenso de la natalidad, aparece en el horizonte un nuevo modelo de universidad competitiva que, en funci¨®n de sus niveles de calidad, podr¨¢ elegir a los mejores estudiantes de un ¨¢mbito geogr¨¢fico cada vez m¨¢s amplio, rompiendo las insostenibles barreras entre distritos auton¨®micos para abrirse no s¨®lo a todo el pa¨ªs sino al mundo. Es el nuevo modelo de universidad abierta, competitiva y de calidad.
Hay que dejar arrumbados los temores a una evaluaci¨®n rigurosa y objetiva, que permita detectar las fortalezas y debilidades facilitando la adopci¨®n de medidas correctoras que eviten un declive de dif¨ªcil recuperaci¨®n. Debe garantizarse la calidad de las ense?anzas y sus docentes, de la investigaci¨®n y de los servicios de apoyo a una y otra actividad.
La universidad debe continuar siendo instrumento de cambio y transformaci¨®n social, debe liderar los cambios de una sociedad en la que cada vez es mayor la influencia de las tecnolog¨ªas, debe ser motor principal del progreso y de la modernidad y, en definitiva, debe comprometerse con un proyecto de sociedad cada vez m¨¢s centrada en el desarrollo humano. Hoy d¨ªa se pide a la universidad que sea m¨¢s eficiente, con una adecuada aplicaci¨®n de los recursos, y que sea gobernada con eficacia. Se le otorga la autonom¨ªa que reconoce la Constituci¨®n, pero se pide de ella responsabilidad y rendici¨®n de cuentas. Como cualquier instituci¨®n con un elevado grado de financiaci¨®n p¨²blica, tiene que estar sometida al control de la sociedad.
Por otra parte, en un nuevo contexto de espacios educativos m¨¢s amplios, como puede ser el ¨¢mbito europeo, la universidad espa?ola ha de prepararse para armonizar sus ense?anzas con las de otros sistemas universitarios, favoreciendo as¨ª la movilidad de estudiantes y profesores.
Estamos pr¨®ximos a iniciar un nuevo periodo legislativo en el que es imprescindible que se tomen las medidas de gobierno necesarias para adecuar el marco legislativo a la realidad actual. Estas medidas deber¨ªan concitar el m¨¢s amplio consenso, ya que con ellas se deber¨¢n abordar temas tan importantes como la estructura de las ense?anzas en Espa?a y su posible convergencia con otros pa¨ªses, sobre todo europeos, la financiaci¨®n de las universidades, el acceso al profesorado y la configuraci¨®n de la carrera docente, el sistema de gobierno, la participaci¨®n de la sociedad en las universidades y la coordinaci¨®n del sistema universitario espa?ol.
Ser¨¢ un tiempo no s¨®lo para el debate, sino tambi¨¦n para la concreci¨®n de medidas, para lo que son imprescindibles relaciones constructivas entre los poderes p¨²blicos y la Universidad, de tal manera que esta casi milenaria instituci¨®n pueda cumplir con los requerimientos de la sociedad a la que se debe.
La universidad espa?ola del final del siglo XX no est¨¢ en crisis, pero precisa, si no quiere perder su vigencia, adaptarse a las nuevas necesidades y demandas de la sociedad actual. S¨®lo as¨ª podr¨¢ continuar cumpliendo con su vocaci¨®n y responsabilidad al servicio del desarrollo social y econ¨®mico, el progreso, la difusi¨®n del conocimiento y la extensi¨®n de la cultura.
Saturnino de la Plaza P¨¦rez es rector de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid y presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Espa?olas (CRUE).
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