Ra¨²l y Roberto Carlos apagan el incendio
REAL MADRID 2 REAL MALLORCA 1Real Madrid: Casillas; Michel Salgado, Karembeu, (Meca, m.46), Hierro, Roberto Carlos; McManaman (Ognjenovic, m.60), Iv¨¢n Helguera, Redondo, Savio (Sanch¨ªs, m.90); Ra¨²l y Morientes.
Real Mallorca: Leo Franco; Serrizuela, Fernando Ni?o, Nadal, Siviero, David; Novo (Gabrich, m.90) F.Soler, Ibagaza (Cordero, m.89); Carlos (Trist¨¢n, m.52) y Romerito.
Goles: 0-1. M.38. Novo caracolea por la banda derecha, regatea a Roberto Carlos y su centro lo cabecea Romerito.
1-1. M.83. Ra¨²l recibe un bal¨®n de Ognjenovic, entra en el ¨¢rea, se desembaraza de Nadal y, tras regatear al portero, marca con la pierna derecha.
2-1. M.90. Roberto Carlos lanza un disparo dur¨ªsimo desde 25 metros que dobla las manos de Leo Franco y se cuela por alto.
?rbitro: Juan Manuel Brito Arceo. Expuls¨® a Hierro (m.63) por dos tarjetas amarillas. Amonest¨® a Michel Salgado, Iv¨¢n Helguera, Sanchis, Ibagaza, Siviero y Trist¨¢n.
Unos 65.000 espectadores en el Bernab¨¦u.
Dos proezas de Ra¨²l y Roberto Carlos sacaron al Madrid de una situaci¨®n dram¨¢tica, demasiado habitual en los ¨²ltimos tiempos. Como en el Madrid todo est¨¢ sujeto a an¨¢lisis ef¨ªmeros, habr¨¢ quien busque lecturas espectaculares de una victoria casi milagrosa, conseguida ante un p¨²blico perplejo, que pas¨® de la irritaci¨®n al entusiasmo por el designio del resultado. Lo que iba para cat¨¢strofe deriv¨® en haza?a. Pero detr¨¢s de la emoci¨®n, y de dos acciones formidables de Ra¨²l y Roberto Carlos, no hay novedades. El Madrid abund¨® nuevamente en el caos, de donde no sale.
Tan proclive a buscarse coartadas, el Madrid tir¨® por delante una historia de biorritmos, desfases horarios y cambios de temperatura que mov¨ªa a la irritaci¨®n. El Madrid vive desde hace tiempo en la irrealidad, aislado en una campana de cristal en la que termina por refugiarse todo el mundo. La extra?eza de los jugadores, del entrenador y de los directivos por las cr¨ªticas recibidas en Brasil dice mucho de su negativa a aceptar los hechos como son. Esta incapacidad para asumir la responsabilidad tiene un efecto domin¨®. No se libran ni los m¨¢s sensatos. Del Bosque, que lleg¨® a la direcci¨®n del equipo como un hombre pegado al suelo, tambi¨¦n ha dado s¨ªntomas del delirio de persecuci¨®n que afecta a otros sectores del club. La gente no aguanta m¨¢s este clima de rabietas infantiles, de distanciamiento con la realidad, de negaci¨®n de la historia del club.
Porque los grandes equipos nunca se esconden tras las excusas. Mucho antes de que el Mallorca marcara su gol, la gente hab¨ªa declarado la guerra al Madrid. El p¨²blico tom¨® nota de las alineaciones y comprendi¨® que el ¨²nico equipo con coartada era el Mallorca, diezmad¨ªsmo por las lesiones. De los titulares de toda la vida le faltaban Burgos, Olaizola, Miquel Soler, Engonga, Lauren y Stankovic. La proporci¨®n se antojaba excesiva, y de ah¨ª la cautelosa respuesta de Fernando V¨¢zquez, que aline¨® a tres centrales para equilibrar por n¨²mero lo que le faltaba por nombres. Sin embargo, al Mallorca no le fue mal con los desconocidos. Novo y Romerito ejecutaron con precisi¨®n la jugada del gol, que lleg¨® cuando deb¨ªa. El Madrid no hab¨ªa hecho nada decente y el Mallorca hab¨ªa insinuado algunas cosas que no pudo concretar Carlos, delantero el¨¦ctrico que no entiende de pausas. De lo contrario no hubiera encontrado problemas para superar a Casillas en un mano a mano clar¨ªsimo. Todo lo que Carlos tiene de espumoso, Diego Trist¨¢n lo tiene de futbolista confiado, casi hasta la condescendencia. Se recre¨® en un par de ocasiones, sin atender a sus compa?eros, pero Trist¨¢n ofreci¨® una excelente impresi¨®n. Sabe jugar, y lo hace con serenidad.
Los h¨¦roes, sin embargo, fueron dos chicos de la casa. Novo le tir¨® dos amagos a Roberto Carlos, que se los comi¨®. Tambi¨¦n se comi¨® el centro, rematado con much¨ªsima propiedad por Romerito. El p¨²blico, que ven¨ªa escarbando, no esper¨® ni un segundo m¨¢s. La indignaci¨®n con Karembeu fue escandalosa. Y con raz¨®n. El empe?o de Del Bosque con Karembeu no se sostiene por ning¨²n lado. Como central es una ruina. Ni mide, ni anticipa, ni puede, ni lee. Siempre est¨¢ al borde de la cat¨¢strofe, o consum¨¢ndola.
Karembeu salt¨® del equipo en el segundo tiempo y entr¨® Meca para acompa?ar a Morientes en la delantera. Durante un rato, el Madrid se sinti¨® exigido por el resultado y por la crudeza del ambiente. Gener¨® alguna ocasi¨®n de gol y meti¨® miedo en las filas del Mallorca. Pero no hab¨ªa un prop¨®sito com¨²n. A Hierro se le vio el cart¨®n. Nervioso y tenso, se hizo echar innecesariamente. Parec¨ªa el punto final para el Madrid, cosa que no consider¨® Ra¨²l, autor del empate en un mano a mano maravilloso con el portero. De repente, el equipo se prendi¨® en el partido, la gente dej¨® momentaneamente sus cr¨ªticos y Roberto Carlos anot¨® con un zambombazo glorioso. Eso fue el Madrid: mediocre siempre y sublime cuando les apeteci¨® a dos de sus estrellas.
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