Degradaci¨®n en el centro de Par¨ªs:
Desde el pasado viernes, la c¨¢rcel parisiense de La Sant¨¦ emite ininterrumpidamente un grito que ni la direcci¨®n de la c¨¢rcel, ni las autoridades penitenciarias, ni el Ministerio de Justicia han conseguido ahogar. Puede que el grito no sea muy diferente al que surge de Fresnes, de Freury o de cualquier otra prisi¨®n de Francia y de fuera de Francia, pero hoy d¨ªa los o¨ªdos del pa¨ªs est¨¢n pendientes de lo que pasa detr¨¢s de los muros de esta c¨¢rcel vetusta, modelo de prisi¨®n en otra ¨¦poca, asentada en el barrio burgu¨¦s del 14, cerca de Montparnasse. El pasado viernes, el diario Le Monde public¨® largos extractos de M¨¦dico jefe en la prisi¨®n de La Sant¨¦, el libro en el que la responsable sanitaria de la prisi¨®n m¨¢s c¨¦lebre y m¨¢s cerrada de Francia, V¨¦ronique Vasseur, desgrana su experiencia cotidiana al cuidado de una poblaci¨®n carcelaria que a?os atr¨¢s alcanz¨® los 1.800 detenidos, extranjeros en su mayor parte, en un recinto concebido para albergar a 1.200."Muchas violaciones no se confiesan, o se confiesan mucho m¨¢s tarde, por verg¨¹enza, por asco o por miedo a las represalias. Me acuerdo de un jovencito de 21 a?os que pisaba por primera vez la c¨¢rcel y que hab¨ªa sido alojado en una celda de tipos duros. Era un caso de urgencia, porque ten¨ªa el recto desgarrado y orinaba sangre. Hab¨ªa sido violado por su compa?ero de celda, seropositivo, mientras otro le sujetaba", escribe la m¨¦dica de La Sant¨¦ dentro de un cuadro de violencias cotidianas, automutilaciones, palizas, higiene deplorable y promiscuidad sexual.
El libro es una sucesi¨®n innumerable de horrores que sobrepasa con mucho los l¨ªmites de lo que todo el mundo pod¨ªa suponer, los supuestos de lo que resulta moralmente digerible. Sin llegar a decir que el estado de las c¨¢rceles da la medida de un pa¨ªs, la propia ministra de Justicia, Elisabeth Guigou, ha reconocido p¨²blicamente que la situaci¨®n de las prisiones francesas "no es digna de un Estado como el nuestro".
Adem¨¢s de romper el silencio que rodea las c¨¢rceles francesas, de obligar a la sociedad y a sus instituciones a mirar a sus prisiones, a fijarse en las peladuras de naranja que cuelgan de los barrotes para espantar el hedor, V¨¦ronique Vasseur ha conseguido algo tan extraordinario como abrir las puertas de La Sant¨¦ a los medios de comunicaci¨®n. Efectivamente, 12 horas despu¨¦s de la publicaci¨®n de los extractos de su libro, la direcci¨®n de la c¨¢rcel invit¨® a los periodistas a una "visita completa y detallada" de la prisi¨®n, en la creencia de que un vistazo a las dependencias carcelarias bastar¨ªa por s¨ª solo para demostrar la "falacia" del relato de la m¨¦dica.
Frente a la sucesi¨®n de experiencias registradas por V¨¦ronique Vasseur desde que lleg¨® a La Sant¨¦, hace siete a?os, frente a la selecci¨®n concatenada de hechos terribles, la direcci¨®n de La Sant¨¦ ha opuesto la "normalidad cotidiana" y las mejoras introducidas en los ¨²ltimos a?os. Durante la visita guiada, el director, Alain J¨¦go, se esforz¨® por mostrar que La Sant¨¦ "no tiene nada que ocultar", neg¨® la existencia de ratas y cucarachas, tan presentes en el libro, asegur¨® que los colchones se cambian cada a?o y dijo que el relato de la m¨¦dica jefe da una impresi¨®n completamente err¨®nea. "No discuto que la gente grite por la noche, pero no es verdad que todas las noches se escuchen gritos de reclusos que son violados. Eso es fantasear", indic¨® el director de la prisi¨®n.
La jornada de puertas abiertas iba relativamente bien hasta que los periodistas penetraron en la enfermer¨ªa penitenciaria y encontraron all¨ª al doctor Hugues Audiffret. "S¨®lo llevo aqu¨ª tres a?os, pero no me extra?a nada de lo que la doctora Vasseur ha escrito. La verdad es que las condiciones de higiene y de cuidados sanitarios no han cambiado demasiado, aunque hay algunas mejoras. No estar¨ªa mal que todo el mundo pudiera ducharse una vez al d¨ªa, porque todos los reclusos tienen problemas dermatol¨®gicos. Tambi¨¦n estar¨ªa bien que hubiera menos ratas y m¨¢s limpieza", indic¨® el doctor Hugues Audiffret ante la escandalizada mirada del director. "Las violencias sexuales son un problema mayor", a?adi¨®. "Las violaciones son constantes, y luego est¨¢n los suicidios y sobre todo las automutilaciones. Todos los d¨ªas tenemos m¨¢s de un caso de amputaci¨®n. Las celdas de castigo provocan alteraciones psicol¨®gicas y suicidios", concluy¨®.
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