?tica
JOS? LUIS FERRIS
No para uno de recolectar palabras nuevas para ampliar su lenguaje y su capacidad expresiva. Son la mejor herramienta del conocimiento. Hay t¨¦rminos que entran solos, como untados de vaselina, pero reconozco que otros se resisten y no acabamos de encontrarles un lugar preciso. Me refiero sobre todo a palabras abstractas como jurisprudencia, eucr¨¢tico o dilecci¨®n. Sin embargo y para no aburrirles, de todas ellas me quedo con el sustantivo ¨¦tica. En mis a?os de bachiller, la ¨¦tica era una asignatura alternativa a la religi¨®n que, como rama de la filosof¨ªa, trataba espec¨ªficamente de la moral y de las obligaciones de los hombres. Confieso que es un t¨¦rmino que empleo con frecuencia y a veces con reprochable dispendio, pero hay circunstancias que me obligan a echar mano de ¨¦l para salvar el tipo. Les pondr¨¦ un ejemplo. Hace unos d¨ªas, la emisi¨®n televisiva y las fotos de prensa que recog¨ªan el rostro agonizante del comisario Jes¨²s Garc¨ªa en el momento justo de sufrir un infarto de miocardio me pareci¨®, para qu¨¦ les voy a mentir, de una absoluta falta de ¨¦tica. De acuerdo que era un testimonio ¨²nico, de esos que obligan a un avance informativo y que abren fuego con rotunda eficacia en la portada de los diarios. Soy el primero en reconocer que no todos los d¨ªas alguien se presta a morir en directo, y mucho menos en un lugar tan concurrido como la Audiencia Nacional y ante un nutrido pelot¨®n de periodistas. Pero es ah¨ª donde empieza y termina el sentido com¨²n, donde la ¨¦tica profesional ha de imponerse a cualquier inter¨¦s y a cualquier tentaci¨®n de amplificar el dolor a cambio de duplicar la audiencia o vender m¨¢s ejemplares a primera hora de la ma?ana. Sin ir m¨¢s lejos, hace ahora un a?o, yo mismo, a los diez minutos de intervenir en un acto literario que recogieron fielmente las c¨¢maras de TV y los reporteros gr¨¢ficos, me sent¨ª gravemente indispuesto. La r¨¢pida reacci¨®n de unos amigos impidi¨® que mi coraz¨®n estallara a destiempo y el infarto fue controlado en el Hospital de Elda tras ocho d¨ªas de UCI. La verdad, por pura ¨¦tica, no hubiera querido para mis lectores una imagen de aquello, por mucho que me estimen y por muy bien que me siente la m¨¢scara de ox¨ªgeno.
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