La Era Acuario
MARTA SANTOS
Seg¨²n los c¨¢lculos de los entendidos, este milenio entramos en la Era Acuario. En cualquier momento veremos avanzar por el pasillo de nuestra casa al Hombre Nuevo, que no s¨¦ qu¨¦ clase de hombre ser¨¢, pero al menos tendr¨¢ el aliciente de lo novedoso. Podremos sentarlo en una butaca, ense?arlo a las visitas y decir "mira, ah¨ª lo tienes, es el Hombre Nuevo". Los vecinos lo contemplar¨¢n en pasmado silencio y le tocar¨¢n el antebrazo para comprobar que es de carne y hueso y no de plexigl¨¢s, que es el material con que la tecnocracia confecciona anualmente Hombres Nuevos que luego salen a la venta en Cortylandia.
A nosotros, los que no somos creyentes pero aborrecemos del racionalismo, nos resulta dif¨ªcil sustraernos a la pavorosa fascinaci¨®n que ejercen las profec¨ªas de Nostradamus, la C¨¢bala o los adelantos de Vicente Cassanya, que ha predicho que este a?o, para variar, los escorpio lo tenemos jodido. Despu¨¦s de escuchar sus palabras, me qued¨¦ sumida en profundas meditaciones frente a la ventana mientras pasaban por mi cabeza depresivos pensamientos como "si es que a m¨ª esto de ser escorpio me est¨¢ quitando la vida"". Si eso te lo dice un cura, una le arranca el alzacuellos entre carcajadas, porque pocas instituciones han perdido tanta credibilidad como la Iglesia. Si te lo dice un m¨¦dico, un cient¨ªfico o un agente de bolsa, una frunce el ce?o en hereje expresi¨®n como diciendo "a m¨ª no me la das, repugnante calvinista", porque pocas instituciones han cobrado tanto poder sobre nuestras vidas, y nos crean tanta inquina, como la ciencia y la t¨¦cnica erigidas en amos de nuestros destinos.
As¨ª, Dios ha muerto y la tecnocracia es un poder al que hay que enfrentarse, de modo que qu¨¦ nos queda para intentar darnos a nosotros mismos la sensaci¨®n de que estar en este mundo tiene alg¨²n sentido. Nada, excepto sacudirle a la Era Acuario y a la ideolog¨ªa de la New Age, que hace furor en California.
Para ser un hombre Nueva Era hay que seguir preceptos muy californianos: comer br¨®coli, a ser posible crudo; practicar jogging, aunque sea en una autov¨ªa en plena operaci¨®n salida; no fumar, mucho menos delante del tubo de escape de la moto o despu¨¦s de diez horas de trabajo en la oficina, a pesar de que todo el mundo sabe que trabajar perjudica la salud con una seriedad aplastante; escuchar m¨²sica de Salvador Candel o maquetas con aullidos de lobos de fondo; y especialmente, hay que ser pol¨ªticamente correcto.
Para ser pol¨ªticamente correcto hay que poner constantemente cara de bueno y decir que est¨¢s en contra de todas las dictaduras del mundo, de lo que se deduce que uno est¨¢ en contra del mundo completo. Hay que hablar bien de las minor¨ªas, a saber: las mujeres, los negros, los animales, los hispanos, los pobres, los que no llegan a fin de mes. Est¨¢ claro: el porcentaje de gente que queda es la inmensa mayor¨ªa. Hacer esto le concede a uno el t¨ªtulo de pol¨ªticamente correcto, lo que da derecho a hacer callar a todo el mundo en una tertulia y a pronunciar interminables conferencias sobre las ballenas, el ozono y el feng shui, que esa ciencia china que te dice que quites el lavabo de donde lo tienes porque esa es la causa de que tu mujer te haya abandonado.
El paradigma de ese hombre Nueva Era es, para m¨ª, el Woody Allen que sal¨ªa en una escena de Desmontando a Harry. Alguien, ante sus constantes quejas, le dec¨ªa que quiz¨¢ tuviera c¨¢ncer y ¨¦l, tras tocarse el est¨®mago con aprensi¨®n, inquir¨ªa: "?C¨¢ncer?, ?por qu¨¦ voy a tener c¨¢ncer? ?Como br¨®coli!". Eso es un hombre Nueva Era, un Hombre Nuevo, un hombre del siglo Acuario: un tipo al que le han quitado a Dios, la familia, la pareja, los ahorros -es decir, todas las instituciones a las que se aferraba-, se las han sustituido por un oficinista siniestro que le dice que invierta en Terra y, en su rebeld¨ªa, llama por tel¨¦fono a Vicente Cassanya y le dice "gracias, Vicente, cielo m¨ªo. ?Soy Capricornio! ?Estoy salvado!".
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