Aislar a Haider
No todos los pa¨ªses pueden permitirse pasar m¨¢s de tres meses sin Gobierno o con uno interino bloqueado en su toma de decisiones. Ahora, por fin y bajo la amenaza de la convocatoria de nuevas elecciones, el Partido Socialdem¨®crata (SP?) y el Popular (?VP), conservador, han llegado a un acuerdo para formar Gobierno en Austria, repitiendo la coalici¨®n de 13 a?os que gobernaba antes de los comicios.En la oposici¨®n queda el FP?, el partido de J?rg Haider, que con sus mensajes nacionalistas, ultraderechistas y populistas logr¨® superar al Popular por primera vez en la historia de la rep¨²blica. ?ste hab¨ªa anunciado que pasar¨ªa a la oposici¨®n si quedaba, como fue el caso, por detr¨¢s de la formaci¨®n de Haider en n¨²mero de votos. Y los socialdem¨®cratas hab¨ªan asegurado que jam¨¢s se unir¨ªan con Haider y su mensaje ultramontano y en ocasiones puramente racista. As¨ª las cosas, la ¨²nica alternativa viable era la coalici¨®n que finalmente ve la luz. Los populares, bajo la direcci¨®n de Wolfgang Sch¨¹ssel, han debido de ver mayor peligro en una alianza con Haider que en la ruptura de su promesa preelectoral.
Pero el acuerdo que restaura un Gobierno en Viena se ha conseguido a rega?adientes y nadie puede augurar hasta cu¨¢ndo se mantendr¨¢. En todo caso, los tres meses de peleas, intrigas y declaraciones vacuas s¨®lo han aumentado la indignaci¨®n de muchos austriacos hacia los dos partidos hist¨®ricos; y una nueva convocatoria de elecciones pod¨ªa haberles granjeado un voto de castigo que muy probablemente hubiera acabado siendo una expresi¨®n de apoyo a Haider, un dirigente que ha calificado de ¨¦xito la pol¨ªtica laboral de Hitler y ha considerado p¨²blicamente como patriotas a asociaciones de veteranos de las SS.
Quiz¨¢ deba hacer Austria todav¨ªa una serie de recortes sociales para reducir el d¨¦ficit, que sin duda ser¨¢n impopulares y dar¨¢n argumentos a Haider para su agitaci¨®n contra la "partitocracia", contra la UE, y especialmente su ampliaci¨®n al Este, y contra la presencia de extranjeros. Pero Haider puede y debe ser derrotado en la oposici¨®n. As¨ª lo han decidido los dos grandes partidos austriacos pese a sus diferencias. Un personaje como ¨¦l en el Gobierno convertir¨ªa de nuevo a Austria, como en la ¨¦poca de Waldheim, en un Estado sospechoso. Viena no puede permit¨ªrselo.
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