Asalto ind¨ªgena al poder
La insurrecci¨®n de un total de 10 etnias pretendi¨® formar un Gobierno de salvaci¨®n nacional
Los ind¨ªgenas sublevados en Quito contra el Gobierno de Jamil Mahuad a¨²n trabajan por un salario de hambre, como los mencionados en 1861 por los despachos del diplom¨¢tico espa?ol Joaqu¨ªn de Avenda?o, pero, a diferencia de sus ancestros, protestan cuando les escuece el palo. Los indios del XIX prefer¨ªan una tanda de zurriagazos antes que un descuento en el jornal por el trabajo incumplido. Tendidos boca abajo, recib¨ªan los azotes sin chistar y los agradec¨ªan humildemente: "Dios se lo pague". Los ponchos de ahora sostienen que alguien debe pagar una postraci¨®n de siglos y acometieron una resistencia que pretende ser indefinida hasta conseguir sus objetivos.Los alzados de la capital ecuatoriana contra una corrupci¨®n pol¨ªtica, bancaria o judicial que les mantiene en la pobreza, la indiada que cort¨® carreteras en las provincias andinas, ocup¨® el Congreso o cerc¨® el Palacio Presidencial no es la que 200 o 300 a?os atr¨¢s se hincaba de rodillas ante sus capataces espa?oles, criollos o mestizos y les besaba la mano. Los ind¨ªgenas ecuatorianos, cerca del 30% de los 12 millones de habitantes de un pa¨ªs sumido en una grave crisis social y financiera, se organizaron en los ochenta y en la ¨²ltima d¨¦cada protagonizaron un "levantamiento", en 1992, en el Gobierno del socialdem¨®crata Rodrigo Borja, cuando paralizaron casi todo el pa¨ªs. Esa manifestaci¨®n concluy¨® despu¨¦s de un mes y tras la firma de un acuerdo con el que el Gobierno aseguraba atender sus demandas de legitimar la posesi¨®n de territorios de varias comunidades. Esos compromisos fueron cumplidos en parte, pues en poco tiempo concluy¨® el Gobierno de Borja, sustituido por el conservador Sixto Dur¨¢n-Ball¨¦n. Pero fue en el Gobierno del tambi¨¦n depuesto Abdal¨¢ Bucaram cuando el movimiento ind¨ªgena dio muestras de su fortaleza y unido a sindicatos y otros grupos sociales logr¨® la ca¨ªda del l¨ªder populista.
Tambi¨¦n efectu¨® levantamientos en la ¨¦poca del interino Fabi¨¢n Alarc¨®n, sucesor de Bucaram. Pero con la llegada de Mahuad al poder, los ind¨ªgenas reclamaron reivindicaciones consagradas en la Constituci¨®n, que por primera vez en la historia aceptaba la composici¨®n pluricultural y multi¨¦tnica de la naci¨®n. En estos d¨ªas sacan de nuevo pecho en exigencia de tierras, respeto a la diversidad y, fundamentalmente, de poder pol¨ªtico.
Desde la izquierda, el quichua Antonio Vargas, un profesor de 40 a?os, y sus lugartenientes dirigieron concentraciones de miles y cortejaron a las Fuerzas Armadas para enemistarlas contra el Ejecutivo en procura de "un Gobierno de salvaci¨®n", de "Parlamentos Regionales del Pueblo". Ni un criollo descendiente de los encomenderos espa?oles, ni un mestizo en las nuevas instituciones populares; los cholos, los montubios (campesinos coste?os) y los ind¨ªgenas, de una vez al poder, exige el radicalismo ¨¦tnico. "?Adelante, vamos, aqu¨ª nadie se ahueva!".
La ¨²ltima insurrecci¨®n no ha podido cumplir sus objetivos, la disoluci¨®n de los tres poderes del Estado y el establecimiento de una junta c¨ªvico-militar, y los chamanes, los sacerdotes ind¨ªgenas, a¨²n baten en sus oraciones cenizas del volc¨¢n Pichincha, silbatos, alas de b¨²ho, inciensos y flores, y adivinan que pronto se conseguir¨¢. El levantamiento indio se prepar¨® en la m¨¢s absoluta reserva, con tel¨¦fonos m¨®viles y correos humanos, y, como otros, arranc¨® en la sierra, habitada por cerca de 3,5 millones de ind¨ªgenas; en la Amazonia, poco m¨¢s de 100.000, y menos en la costa, con apenas 7.000. En total, diez etnias, con intereses y liderazgos a veces discrepantes, pero dispuestas a paralizar el pa¨ªs aquellas integradas en la Confederaci¨®n de Nacionalidades Ind¨ªgenas de Ecuador (CONAIE). "Los pobres vamos a seguir siendo pobres, y viene m¨¢s miseria, compa?eros, ?adelante!", inst¨® Vargas.
Sectores influyentes en la sociedad criolla o mestiza abominan de la revoluci¨®n de los ponchos con su irrupci¨®n en pol¨ªtica como fuerza organizada. Gan¨® influencia, y sus tesis por la diversidad cultural en un Ecuador indivisible fueron acogidas con simpat¨ªa por la sociedad. Las pretensiones en curso son otras. "Aliadas con las fuerzas m¨¢s retr¨®gradas del escenario pol¨ªtico ecuatoriano, las que parad¨®jicamente neutralizaron cualquier proyecto de reforma destinada a erradicar la pobreza, ya no desean solamente el reconocimiento de su situaci¨®n cultural", se?ala el analista Manuel Ter¨¢n. "No es de extra?ar esa posici¨®n, pues los ide¨®logos del movimiento indio, ind¨ªgenas o no, jam¨¢s han cre¨ªdo en el sistema liberal de representaci¨®n pol¨ªtica". Ter¨¢n aboga por el acercamiento de posiciones, imposibles si la direcci¨®n ind¨ªgena "s¨®lo busca espacios de poder para tratar de aplicar esquemas que de seguro condenar¨ªan a su pueblo a la miseria absoluta". Vargas recuerda que en ella est¨¢n desde hace siglos y bueno es ensayar otro modelo social capaz de sumar alg¨²n cero a las 7.000 pesetas de salario mensual devengado por la mayor¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.