Aspiraciones razonables
Los sue?os ya no son lo que eran. O los espa?oles se han convertido en un ejemplo de sensatez o, simplemente, se conforman con cualquier cosa. ?sa es la principal conclusi¨®n que puede extraerse de La casa de tus sue?os, el nuevo concurso de La Primera de Televisi¨®n Espa?ola para la noche de los viernes. Presentado por la siempre agradable Nuria Roca, el nuevo programa consiste en enfrentar a dos parejas por la posesi¨®n, como indica el t¨ªtulo, de la casa de sus sue?os. Semejante premisa permite intuir que los concursantes aspiran, por lo menos, al Xanadu de Charles Foster Kane, pero uno no tarda en descubrir que se conforman con el Xanadu de la canci¨®n de los Kinks, aquella casa que ten¨ªa un nombre para distinguirse de las dem¨¢s viviendas de la calle, que eran todas iguales.
La noche del estreno pudimos ver a una pareja que so?aba con un adosado en Zaragoza y a otra que ansiaba un apartamento en C¨¢ceres. Sin ¨¢nimo de ofender, ninguna de las dos posibilidades coincide en lo m¨¢s m¨ªnimo con un sue?o.
Se trata, en todo caso, de una razonable aspiraci¨®n al alcance de cualquier espa?ol con un puesto de trabajo estable y un par de pagas extraordinarias al a?o. Con un punto de partida tan prosaico, resulta l¨®gico que el desarrollo del programa se mueva en el mismo registro.
Por eso las pruebas que han de superar los concursantes, aunque servidas con una tecnolog¨ªa de vanguardia en un enorme plat¨® repleto de p¨²blico, resultan tambi¨¦n bastante sosas. A medio programa, una de las parejas es eliminada (?adi¨®s, de momento, al pisito de ensue?o en C¨¢ceres!) y la otra avanza de manera bastante previsible hacia el esperado desenlace (?ya eres m¨ªo, dulce adosadito zaragozano!).
Satisfechas las razonables aspiraciones de la pareja ganadora, sus amigos y familiares saltan y gritan como si fueran los ¨²nicos supervivientes de una balsa que ha realizado, con no pocos sobresaltos, el trayecto La Habana-Miami. El p¨²blico presente, animado sin duda por el regidor, se suma a la algarab¨ªa, y el espectador, sentado en su sof¨¢, se pregunta si no hay maneras m¨¢s divertidas de hacerse con una casa mientras echa de menos los buenos viejos tiempos del Un, dos, tres, responda otra vez.
En La casa de tus sue?os hay una coincidencia total entre el fondo y la forma. A un sue?o de estar por casa, tan sensato que ni es sue?o que ni es nada, se suma una puesta en escena tan l¨®gica, discreta y cabal que lo que sale es cualquier cosa menos un espect¨¢culo.
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