El rebelde
No desquiciemos: un futbolista es una persona como otra cualquiera, por mucho dinero que gane, por muy famoso que sea y por muy locos que nos hayamos vuelto encumbrando a los peloteros m¨¢s h¨¢biles. Este desquiciamiento de trato hacia las denominadas estrellas deportivas hace que al final algunas de ellas acaben tambi¨¦n desquiciadas. Muy tristes son las im¨¢genes de un Maradona hundido que llegaba a La Habana para curarse de su adicci¨®n a la coca¨ªna. Un Maradona que ense?aba su brazo tatuado con la cara del Che y declaraba balbuceante: "?Yo tambi¨¦n soy un rebelde!". "?Dieguito, sos un dios!", le han gritado tantas veces, que Dieguito acab¨® aspirando nubes celestiales; y Dieguito, que todo lo tuvo, todo lo perdi¨®. Muy perdido ha de estar Diego Armando para declararse, en su situaci¨®n, un rebelde.A Maradona le queda realizar su jugada m¨¢s dif¨ªcil, y en ella no ha de faltarle la mano de Dios. De la mano de Fidel, perro viejo en aprovechar cualquier situaci¨®n l¨ªmite para hacerse publicidad, no me fiar¨ªa tanto, aunque desde luego Cuba puede ser el lugar id¨®neo para ense?arle c¨®mo se puede vivir con privaciones y, pese a todo, encarando la vida con una sonrisa. Diego tiene la oportunidad, quiz¨¢ la ¨²ltima, para demostrar su supuesta rebeld¨ªa liber¨¢ndose de la esclavitud en la que se ha metido, demostrando a muchos que est¨¢n inmersos en esa misma tiran¨ªa que a¨²n queda lugar para la esperanza, y que m¨¢s importante que brillar como una estrella es recuperar la sonrisa que perdi¨®, la que perdi¨® Claudia, su mujer, y que no deben perder sus dos hijas. Si lo consigue, tendr¨¢ derecho a llamarse rebelde.- . Sevilla.
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