Ni?os soldado
El protocolo internacional acordado en Ginebra para prohibir la utilizaci¨®n de ni?os como combatientes hasta los 18 a?os e intentar revisar la edad m¨ªnima de reclutamiento, ahora de 15, es un paso adelante en una de las realidades m¨¢s brutales de nuestro tiempo. Organizaciones especializadas calculan que alrededor de 300.000 muchachos son explotados de diversas maneras en conflictos civiles en decenas de pa¨ªses; virtualmente, en cada rinc¨®n del mundo, desde los Balcanes y Chechenia a Latinoam¨¦rica, desde ?frica a Sri Lanka. En algunas naciones susbsaharianas, miles de ellos son secuestrados para utilizarlos como soldados o esclavos sexuales.Los ni?os se enrolan m¨¢s f¨¢cilmente que los adultos, comen menos, ocupan menos espacio, no reclaman paga a las partidas que los emplean, generalmente en pa¨ªses miserables. Y no es un delito, bajo la ley internacional, alistar a uno de 15 a?os. La Convenci¨®n de la ONU sobre Derechos de la Infancia, firmada en 1989, establece los 18 a?os como fin de la ni?ez y fija las normas para su protecci¨®n. La excepci¨®n, que ahora intenta modificarse, es la edad del reclutamiento en ej¨¦rcitos nacionales. En el mundo m¨¢s desarrollado, Estados Unidos -que hab¨ªa bloqueado el progreso del acuerdo por presiones del Pent¨¢gono- todav¨ªa puede enviar a combatir a muchachos de 17 a?os.
El acuerdo de Ginebra, ¨²til como elemento de presi¨®n internacional, tendr¨¢, en cualquier caso, un alcance limitado. Su pretensi¨®n de aplicarse a grupos no gubernamentales armados es ilusoria. Y la mayor¨ªa de los conflictos civiles que se libran en el mundo, en los que miles de ni?os son usados como carne de ca?¨®n, los dirimen organizaciones paramilitares, tribales o bandas armadas. Lo ilustra bien un caso espectacular que acaba de saltar a los peri¨®dicos: el de una peque?a facci¨®n disidente de la guerrilla birmana conocida como Ej¨¦rcito de Dios -hay decenas que luchan contra el inestable Gobierno de Rang¨²n-, dirigida por dos gemelos de 12 a?os, Johnny y Luther Htoo, a los que sus seguidores, muchos de ellos ni?os-soldado, atribuyen poderes sobrenaturales.
Los hermanos Htoo no intervinieron en la acci¨®n de Tailandia, que acab¨® con la aniquilaci¨®n de su comando. Pero otros muchos de su edad, quiz¨¢ no tan gr¨¢ficamente expresivos ni con el rango militar de coronel, mueren cada d¨ªa combatiendo en medio mundo. Para ellos, sin un improbable cambio del discurso pol¨ªtico, las circunstancias y la conciencia social de sus pa¨ªses, el acuerdo de la ONU no significar¨¢ nada.
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