La guerra civil espa?ola en sus im¨¢genes
Una exposici¨®n ofrece en Bolonia un panorama de uno de los conflictos b¨¦licos m¨¢s fotografiados del siglo
La guerra m¨¢s fotog¨¦nica nunca vista, dijo de ella un fot¨®grafo; la m¨¢s pura, la m¨¢s rom¨¢ntica, escribi¨® un poeta; guerra por la religi¨®n, cruzada, pontific¨® un obispo; guerra por la revoluci¨®n social, por la liberaci¨®n de la mujer, creyeron tantos milicianos y milicianas; guerra antifascista, por la defensa de la cultura y de la civilizaci¨®n, proclam¨® el intelectual comprometido; guerra contra los bolcheviques, cantaron los soldados italianos; la ¨²nica guerra del siglo XX digna de haber sido librada, ha escrito un historiador. Todo eso fue la guerra de Espa?a, o, mejor, todo eso forma parte de las representaciones de la guerra de Espa?a. Inaugurada en Bolonia, la muestra Im¨¢genes enemigas. La guerra espa?ola y sus representaciones permanecer¨¢ abierta hasta el pr¨®ximo 13 de febrero.
Ver y analizar todas esas representaciones, sus creadores, los medios de que se sirvieron, las formas que adoptaron, es el empe?o de esta singular Mostra organizada por el Istituto per i Beni Artistici, Culturali e Naturali de la regi¨®n de Emilia-Romagna con motivo de la designaci¨®n de Bolonia como capital europea de la cultura en el a?o 2000. Por las im¨¢genes recogidas en su cat¨¢logo y por los, en general, excelentes art¨ªculos y notas que las acompa?an, el ¨¦xito ha sido redondo.No se trata de contar otra vez la guerra, sino de dar cuenta de las representaciones de la guerra civil elaboradas por fot¨®grafos, pintores, cartelistas, cineastas, periodistas, poetas, novelistas, que tomaron o fabricaron im¨¢genes de los dos bandos para convertirlas en s¨ªmbolos heroicos, llamadas a la movilizaci¨®n o simples instrumentos de propaganda.
El papel de Italia
No es una casualidad que una exposici¨®n montada sobre ese espec¨ªfico objeto pueda verse hoy en Italia. El giro culturalista tomado por la historia en los ¨²ltimos a?os, con la nueva relevancia acordada a la lengua, los mitos, las im¨¢genes, como objetos en s¨ª mismos de an¨¢lisis e interpretaci¨®n, ha sido protagonizado por antiguos cultivadores de los grandes paradigmas deterministas, entre los que la historiograf¨ªa italiana ha contado siempre con destacados autores.
Por otra parte, en Italia ha visto la luz durante los ¨²ltimos a?os una serie de trabajos de primera calidad sobre guerras fratricidas, fascismo y antifascismo, nacional-catolicismo, frentes populares, terrenos todos explorados en esta exposici¨®n cuya influencia afecta por igual a italianos y a espa?oles.
Desde la secci¨®n primera, dedicada a las im¨¢genes, se hace evidente la originalidad y el inter¨¦s de la propuesta italiana. La guerra civil espa?ola fue el primer conflicto ampliamente fotografiado para un p¨²blico de masas, el primero que dio origen a un nuevo tipo de fotoperiodismo, nos dicen Lorenza Servetti y Caroline Brothers en sus estupendos ensayos. Confluyen en los a?os treinta las tradicionales revistas ilustradas del siglo XIX -L'Illustration, Illustrazione Italiana, The Illustrated London News, Illustrierte Zeitung- con las cabeceras de reciente creaci¨®n: Vu, Picture Post, Regards, Life, Match.
Todas pugnan por la audiencia y todas env¨ªan fot¨®grafos dotados de las nuevas c¨¢maras port¨¢tiles -Ermanox, Roleifflex, la c¨¦leberrima Laica- y deseosos de obtener im¨¢genes susceptibles de crear una emoci¨®n o servir a una causa. La imagen como representaci¨®n que aporta el punto de vista subjetivo del fot¨®grafo y que, por tanto, crea m¨¢s que refleja la realidad, encontr¨® en la guerra civil un fecundo campo de pruebas: las fotograf¨ªas no se limitan a ilustrar relatos; son ellas mismas el relato.
En los primeros d¨ªas de guerra, el Gobierno de la Rep¨²blica no obstaculiz¨® la toma de fotograf¨ªas: el pueblo en armas, el entusiasmo en las calles, las mujeres con fusil al hombro -siempre en desfiles, casi nunca en los frentes-, despiertan sentimientos de identificaci¨®n y solidaridad a la par que extienden la imagen de bullicio y caos. En el lado rebelde, las fotograf¨ªas de desfiles militares, de soldados en formaci¨®n asistiendo a misa, transmiten la impresi¨®n de orden y seguridad. No hay l¨ªmites para esa creaci¨®n de s¨ªmbolos: la m¨¢s controvertida fotograf¨ªa de Capa, la muerte de un miliciano, forma parte, seg¨²n el an¨¢lisis de Brothers, de un rollo m¨¢s amplio que contiene una secuencia de soldados efectuando ejercicios, lo que en modo alguno impidi¨® que se convirtiera desde el momento de su publicaci¨®n en alegor¨ªa de la guerra y, aparte de catapultar a su autor hacia la fama, haya permanecido hasta hoy mismo como una de las fotograf¨ªas de guerra m¨¢s conocidas del siglo XX.
Fascistas y antifascistas
Las secciones 2 y 3 se dedican a la intervenci¨®n de la Italia fascista en el conflicto espa?ol y a los movimientos del antifascismo internacional. El lugar de las grandes revistas ilustradas lo ocupan ahora la prensa fascista italiana y los fot¨®grafos y periodistas que acompa?aron al CTV, de un lado, y las publicaciones de la resistencia antifascista del otro: Il Littorio, Il Volontario, Avanti, Il Garibaldino.
En el prop¨®sito de crear realidad a base de im¨¢genes tropezamos aqu¨ª con el caso m¨¢s extraordinario de falsificaci¨®n: Il Corriere della Sera public¨® la fotografia de un grupo de soldados mostrando las cabezas de sus enemigos. Era, seg¨²n Il Corriere, una prueba documental "de la brutal ferocidad de los bolcheviques espa?oles". Poco despu¨¦s, un diario de Helsinki descubri¨® el fraude: se trataba en realidad de soldados de la Legi¨®n extranjera en la guerra de Marruecos, soldados de la misma fuerza que ahora combat¨ªa a las ¨®rdenes de Franco.
No s¨®lo a base de fotograf¨ªas se construye realidad. Despu¨¦s del recorrido por la propaganda fascista y antifascista, la Mostra italiana se adentra en las artes visuales y en los "escritores en armas". De lo primero, situadas entre vanguardia y restauraci¨®n, destacan obviamente las reproducciones del Guernica de Picasso y del cartel de Joan Mir¨® solicitando ayuda para Espa?a. Pero no hay que pasar por alto las creaciones de artistas que apoyaron al lado rebelde: Jos¨¦ Mar¨ªa Sert con su Intercesi¨®n de santa Teresa de Jes¨²s o Ignacio Zuloaga con El requet¨¦ m¨¢s viejo de la guerra. Con los escritores, la balanza se desequilibra todav¨ªa m¨¢s del lado de la Rep¨²blica. En los extranjeros, la guerra se represent¨® como un conflicto entre fascismo y antifascismo, barbarie y cultura, dictadura y libertad, destrucci¨®n y defensa de la cultura. Eran los tiempos de los intelectuales comprometidos, y la literatura sobre la guerra civil lleg¨® a adquirir un volumen impresionante: de 15.000 a 25.000 poes¨ªas y cerca de 15.000 novelas, cuentos y obras de teatro.
Para terminar, los iconos de la propaganda. La guerra civil produjo un caudal inagotable de carteles y bandas de dibujos con ciudades bombardeadas, ni?os muertos, razones para continuar el combate, consignas, im¨¢genes del enemigo, quintacolumnistas, visiones del futuro, movilizaciones populares, modelos de h¨¦roe, se?as de identidad, s¨ªmbolos pol¨ªticos, l¨ªderes dignos de imitaci¨®n. Los iconos producidos en la zona republicana, m¨¢s plurales y vivos, contrastan fuertemente con la repetici¨®n de im¨¢genes de la zona nacionalista y la apabullante exaltaci¨®n de Francisco Franco.
En todo caso, la gran intensidad adquirida por la propaganda convirti¨® la guerra civil espa?ola en campo de pruebas de lo que habr¨ªa de venir pocos meses despu¨¦s de su fin: tambi¨¦n en la propaganda, la guerra de Espa?a fue como un ensayo general de la Segunda Guerra Mundial.
Ausencia en Espa?a
Al finalizar el recorrido por el documentado y minucioso cat¨¢logo de esta exposici¨®n, s¨®lo cabe lamentar que nadie haya tenido la ocurrencia de organizar algo parecido en Espa?a. Se han visto aqu¨ª importantes exposiciones de fotograf¨ªas y de carteles, y algunas instituciones p¨²blicas y privadas han organizado, con motivo de aniversarios, congresos o ciclos de conferencias, exposiciones de alcance local o regional. Pero con esta amplia muestra de im¨¢genes enemigas, convertidas para varias generaciones en s¨ªmbolos e iconos de la guerra, Bolonia y un pu?ado de historiadores italianos nos acaban de impartir una inesperada y bienvenida lecci¨®n.
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