Sanz Briz, el diplom¨¢tico espa?ol que salv¨® miles de vidas
Los jud¨ªos no tienen santos. Por eso les llaman los justos. Entre ellos, en lugar muy destacado se encuentran un sueco y un espa?ol, ambos diplom¨¢ticos de pa¨ªses neutrales en la Segunda Guerra Mundial. Ambos, responsables de haber salvado miles de vidas de jud¨ªos h¨²ngaros, hombres, mujeres y ni?os, muchos ni?os. Eran Raoul Wallenberg y ?ngel Sanz Briz. A Wallenberg le cost¨® la vida. Cay¨®, ya en enero de 1945, en manos sovi¨¦ticas y desapareci¨® en el Gulag. Hubo m¨¢s, como el italiano Giorgio Jorge Perlasca, que, en connivencia con Sanz Briz, se erigi¨® en "encargado de negocios" de la Embajada espa?ola en Budapest y sigui¨® emitiendo visados hacia la vida para miles de jud¨ªos cuando comenz¨® en Hungr¨ªa la ¨²ltima fase del exterminio del juda¨ªsmo europeo en 1944.Siguiendo la pr¨¢ctica de Sanz Briz, Perlasca llen¨® Budapest de casas ante las que ondeaba la bandera espa?ola y un cartel advert¨ªa sobre el car¨¢cter extraterritorial de los edificios, repletos de ni?os jud¨ªos, muchos de los cuales a¨²n viven en Estados Unidos o Israel. O como el c¨®nsul portugu¨¦s en Burdeos, Ar¨ªstides de Sousa Mendes, un diplom¨¢tico arist¨®crata que se salt¨® a la torera las limitaciones impuestas por su Gobierno y se pas¨® meses fabricando visados para que ni?os jud¨ªos salieran de la Francia ocupada hacia Portugal, y no hacia Auschwitz o Treblinka.
Prueba evidente
Durante muchos a?os, a estos hombres s¨®lo los recordaron quienes les deb¨ªan la vida. ?Por qu¨¦? Lo dec¨ªa con mucha claridad ayer el premio Nobel Elie Wiesel. Porque eran la prueba m¨¢s evidente de la falsedad aludida por la mayor¨ªa como excusa por no haber hecho nada por ayudar a nadie, ni a los vecinos ni a los mejores amigos; de repente, un estorbo peligroso por su condici¨®n de jud¨ªos. Muchos pod¨ªan haber hecho no ya m¨¢s, sino simplemente algo. No haber cerrado las puertas de su casa a un ni?o que hu¨ªa de una redada de las SS. Por no hablar de quienes denunciaron a familias jud¨ªas escondidas porque se quer¨ªan quedar con sus muebles o sus cuadros. O la bicicleta del ni?o para d¨¢rsela al suyo de regalo de cumplea?os.
Tiene raz¨®n Elie Wiesel cuando habla de la inconcebible tragedia que convierte un acto de humanidad y compasi¨®n en algo heroico.Lo que ha puesto en marcha esta iniciativa hist¨®rica en Estocolmo es la idea de que conocer el pasado hace mejores a los hombres. El mensaje que el foro quiere lanzar es que no se puede ser v¨ªctima, no se puede ser verdugo y no se puede ser nunca indiferente, equidistante. Como no lo fueron Wallenberg ni Sanz Briz.
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