La cumbre de Montreal intenta acordar 'in extremis' el protocolo sobre transg¨¦nicos
La UE decide aprovechar la disposici¨®n de EE UU y evitar como sea un nuevo aplazamiento
ENVIADO ESPECIALLas delegaciones de 131 pa¨ªses negociaban anoche contrarreloj para firmar en Montreal (Canad¨¢) el Protocolo de Bioseguridad, un acuerdo mundial para imponer ciertas barreras al comercio de organismos transg¨¦nicos en caso de dudas sobre sus riesgos para el medio ambiente. Al cierre de esta edici¨®n, el optimismo que se respiraba desde la ma?ana no hab¨ªa cristalizado sobre el papel. El escollo era si el protocolo podr¨ªa dominar o no sobre los tratados de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC), generando as¨ª excepciones medioambientales.
La reuni¨®n, enmarcada en el Convenio sobre Seguridad Biol¨®gica de la ONU, empez¨® el lunes y entr¨® a partir del jueves en un ritmo negociador fren¨¦tico. Los principales responsables de ello eran los delegados de la Uni¨®n Europea, y muy en particular el ministro portugu¨¦s de Medio Ambiente, Jos¨¦ S¨®crates, que est¨¢ ansioso por adornar la presidencia portuguesa de la Uni¨®n con la firma de un Protocolo de Bioseguridad que, desde hace cinco a?os, se ha mostrado enormemente correoso. El ¨²ltimo fracaso se produjo el a?o pasado en Cartagena de Indias (Colombia), en donde los aplazamientos no condujeron a resultados positivos.En cualquier caso, y seg¨²n explicaba ayer mismo el jefe de la delegaci¨®n espa?ola, el secretario general de Medio Ambiente, Juan Luis Muriel, las prisas europeas ten¨ªan tambi¨¦n una raz¨®n objetiva de considerable peso. Nunca hasta la presente reuni¨®n de Montreal, los representantes de Estados Unidos hab¨ªan mostrado un talante tan negociador, a pesar de que, en la madrugada del jueves al viernes, este pa¨ªs y sus aliados vetaron en el ¨²ltimo momento un acuerdo redactado en t¨¦rminos gen¨¦ricos. La raz¨®n, seg¨²n fuentes de la delegaci¨®n espa?ola, fue la supeditaci¨®n o no a las normas de la OMC.
Y nunca hab¨ªan enviado a una reuni¨®n del Convenio de Seguridad Biol¨®gica (en realidad, no suscrito en ning¨²n momento por Washington) a un vicesecretario de Estado como Frank Loy, que se desplaz¨® a la capital canadiense el jueves.
Grupo de Miami
Estados Unidos y sus aliados (Argentina, Uruguay, Chile, Canad¨¢ y Australia) han sido hasta ahora el principal problema para la firma del Protocolo de Bioseguridad. Son los grandes exportadores de grano, asociados en el llamado Grupo de Miami, y temen que una normativa sobre seguridad biol¨®gica, o sobre protecci¨®n del medio ambiente, pueda poner en peligro sus exportaciones de semillas transg¨¦nicas.
Con el protocolo, un pa¨ªs importador podr¨ªa negarse a aceptar la entrada de un producto modificado gen¨¦ticamente si existen dudas razonables -no ya pruebas irrefutables- sobre su idoneidad para los ecosistemas del pa¨ªs receptor.
Uno de los aspectos cruciales de las negociaciones a ¨²ltima hora de ayer era la necesidad de concretar de alguna forma objetiva qu¨¦ se puede considerar una duda cient¨ªficamente razonable y qu¨¦ no. Estas precisiones son necesarias para evitar que un pa¨ªs importador pueda imponer barreras comerciales arbitrarias aduciendo informes t¨¦cnicos propios de validez no homologada por la comunidad internacional.
El caso m¨¢s citado hasta ahora es un perfecto ejemplo del problema de la homologaci¨®n cient¨ªfica de los riesgos. La comunidad cient¨ªfica internacional ha sido muy cr¨ªtica con un experimento de la Universidad de Cornell (Estados Unidos) que pretend¨ªa demostrar que el polen del ma¨ªz transg¨¦nico m¨¢s habitual en las plantaciones resulta mortal para las mariposas monarca.
Cualquier pa¨ªs que adujera ese estudio podr¨ªa bloquear todas las importaciones de ma¨ªz transg¨¦nico. Pero ?estar¨ªa haci¨¦ndolo sobre una duda cient¨ªfica "razonable"?
Otra cuesti¨®n que ocupaba los debates de ¨²ltima hora era la de los prospectos de los cargamentos. La Uni¨®n Europea y los pa¨ªses en desarrollo quieren que cada cargamento de organismos transg¨¦nicos (actualmente, esto se reduce a las semillas de soja y ma¨ªz modificados, pero en el futuro las posibilidades son enormes, como reconocen todas las partes implicadas) vaya acompa?ado de una informaci¨®n completa y exacta sobre el tipo de modificaci¨®n gen¨¦tica que lleva y sobre los eventuales riesgos cient¨ªficamente acreditados que pueda conllevar.
Seg¨²n los delegados espa?oles, ¨¦ste no era un punto particularmente conflictivo a ¨²ltima hora de ayer. Los negociadores estadounidenses saben que, tarde o temprano, su pa¨ªs tendr¨¢ que aceptar las exigencias europeas de etiquetado, informaci¨®n y transparencia, debidas fundamentalmente a las crecientes presiones de los consumidores y las organizaciones ecologistas.
Pocos consumidores entender¨ªan una negativa a informar con claridad. Las discusiones se centran exclusivamente en los organismos transg¨¦nicos vivos (semillas, plantas, animales), ya que ¨¦stos son los ¨²nicos que pueden tener alg¨²n efecto sobre el medio ambiente si se diseminan.
Los productos transg¨¦nicos derivados, sean harinas, piensos o galletas, se han dejado por completo al margen de la reuni¨®n de Montreal. Los supuestos riesgos para la salud humana de estos productos muertos tienen una credibilidad virtualmente nula para la comunidad cient¨ªfica.
Por esta ¨²ltima raz¨®n, una de las patatas m¨¢s calientes de la discusi¨®n ha sido la inclusi¨®n o exclusi¨®n de los cargamentos de semillas dentro de la categor¨ªa de "mercanc¨ªas" (commodities). La mayor¨ªa de estos cargamentos est¨¢n dedicados a la fabricaci¨®n de harinas, pero, siendo estrictos, hasta el momento de su manufactura se trata de organismos vivos que pueden, en principio, diseminarse al medio.
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