Duros a seis pesetas
Chirac adelant¨® las elecciones para pillar por sorpresa a la izquierda francesa y ¨¦sta, incr¨¦dula ante sus posibilidades de ganar, se uni¨® y gan¨® en la segunda vuelta. Aznar trataba de evitar ese destino completando la legislatura y en la confianza de que el estado comatoso del PSOE se lo permit¨ªa. La OPA amistosa lanzada por Almunia sobre IU puede dar al traste con su proyecto. Consciente de que los votos del centro est¨¢n ya repartidos, Almunia ha preferido abrirse a la izquierda buscando el voto ¨²til, en un movimiento que le permite sacar provecho tanto si IU acepta su oferta como si no la acepta.La mayor¨ªa del electorado espa?ol vota a partidos de izquierda (en 1996, m¨¢s de 13 millones frente a 11,8 a la derecha) y el PP no ha conseguido modificar sustancialmente ese dato. Podr¨ªa haberlo hecho. Es m¨¢s, deber¨ªa haberlo hecho, y ¨¦se es su principal fracaso. Ha preferido demonizar al PSOE (intentando procesar a Gonz¨¢lez o reiterando hasta la saciedad el argumento del tu quoque)m¨¢s que convencer a los electores. El PP tiene un tic tecnocr¨¢tico de despotismo ilustrado que le hace antip¨¢tico en el juego democr¨¢tico. El resultado es que la brecha abierta entre su buen rendimiento econ¨®mico y su mediocre rendimiento pol¨ªtico no se ha cerrado y las encuestas le dan, como mucho, una ventaja de 5 puntos. Si recordamos que las mismas encuestas le daban en 1996 una ventaja de entre 5 y 10 puntos (y gan¨® por los pelos) y que en todas las elecciones habidas desde entonces los sondeos sobrevaloraron su fuerza, se comprende su nerviosismo y el recurso a la ret¨®rica m¨¢s catastrofista. Pero mal puede acusar de pacto contra natura quien ha gobernado cuatro a?os con quienes son hoy (y eran anteayer) sus principales enemigos.
Es cierto que IU se halla tan lejos de la realidad como de la responsabilidad pol¨ªtica. Es m¨¢s, si su programa contiene no pocos tics adolescentes es, justamente, porque se saben a leguas de cualquier responsabilidad real. La OPA de Almunia puede servir as¨ª, en primer lugar, para pasar de la ret¨®rica a un planteamiento m¨¢s sensato. Es sabido que entre las tradiciones de la izquierda figura el que cuanto m¨¢s sectaria es m¨¢s defiende la unidad de la izquierda; son ejercicios de compensaci¨®n. Pues bien, Almunia ha hecho una pinza sobre la pinza de IU-PP y ha desmontado el "anguitismo" mostrando al electorado que si gobierna el PP ello se debe a que en nombre de la pureza de la izquierda se rechaza la unidad de la izquierda.
De modo que, aunque el pacto no se consume, el mensaje queda ah¨ª y deberemos estar muy atentos a la din¨¢mica del voto ¨²til. Pues es indudable que no poco electores de las 14 provincias-granero identificadas, sabedores de que su voto a IU ser¨¢ no ya in¨²til sino contraproducente, pueden acabar actuando con criterios m¨¢s pragm¨¢ticos. E incluso si no lo hacen la puerta ha quedado abierta para un pacto postelectoral. El PP sabe hoy que puede perder y el PSOE sabe que puede acabar ganando, si no las elecciones, s¨ª el Gobierno.
El gesto de Almunia pone de manifiesto, finalmente, la distorsi¨®n del sistema electoral. Se dice que el sistema electoral espa?ol es proporcional. La realidad es que es proporcional s¨®lo en las seis provincias m¨¢s habitadas, que tienen asignados m¨¢s de 10 esca?os. Por el contrario, en las 30 provincias menos habitadas y m¨¢s rurales, con cinco o menos esca?os, es claramente mayoritario, y no hace falta decir que eso ha favorecido a los partidos grandes -sobre todo, a los conservadores- o con electorado concentrado (CIU y PNV). Y as¨ª, en las elecciones de 1996, IU obtuvo 21 esca?os con m¨¢s de 2,7 millones de votantes, casi 129.000 votos por cada esca?o. Pues bien, el PP pag¨® justo la mitad, 64.000 votos, por cada uno de los 156 esca?os que obtuvo. Como media, cada esca?o de izquierda cost¨® 78.000 votos frente a 65.000 los de derechas. Valgan dos ejemplos extremos: a Coalici¨®n Canaria cada esca?o le cost¨® 58.000 votos y a Esquerra Republicana de Catalu?a casi 180.000. Puede que "un hombre, un voto" no sea lo m¨¢s acertado para la gobernabilidad, pero tampoco hay por qu¨¦ comprar duros a seis pesetas cuando otros pagan s¨®lo cuatro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.