Una causa com¨²n desde la misma orilla
I. La propuesta de Almunia de pactar con IU ha sido audaz e inteligente. Es la manera m¨¢s eficaz -quiz¨¢s la ¨²nica- de ganar las pr¨®ximas elecciones del 12 de marzo. La respuesta de Frutos ha sido igualmente constructiva y meritoria. Desde hace tiempo, algunos hemos venido sosteniendo que, para volver al Gobierno, la izquierda ten¨ªa que superar tanto la vieja tesis del PSOE de la "casa com¨²n", que negaba la pluralidad de la izquierda, como la idea de Anguita de las "dos orillas", que invalidaba a IU para hacer pol¨ªtica real al colocar al PP y al PSOE en el mismo bando, lo que era un dislate. Con esas ideas, la divisi¨®n de la izquierda estaba garantizada y su derrota tambi¨¦n. Porque en Espa?a, con esta ley electoral es muy dif¨ªcil alcanzar mayor¨ªas absolutas desde un solo partido y empieza a ser peligroso convertir a los partidos nacionalistas en las permanentes fuerzas bisagra de la gobernabilidad de Espa?a. Son partidos con los que hay que contar pero no depender inevitablemente.Durante estos a?os, y aprendiendo de errores anteriores, la derecha ha reagrupado asistencias en torno al PP, partido que en realidad es una coalici¨®n de las fuerzas de derecha y centro- derecha (ex Alianza Popular, cristiano-dem¨®cratas, liberales, etc¨¦tera). En una palabra, han conseguido crear un "polo conservador" lo que les ha permitido no desperdiciar votos y ganar las elecciones del 96. La izquierda, por el contrario, suma m¨¢s votos, pero obtiene menos diputados por cuanto muchos votos de IU se pierden para conseguir esca?os tragados por la Ley D'Hont. De ah¨ª la necesidad imperiosa de pactar un programa de Gobierno de progreso y alcanzar una f¨®rmula electoral que permita no desperdiciar un solo voto. Es decir, hay que crear un "polo progresista", pues en toda Europa se est¨¢ pasando del "bipartidismo" al "bipolarismo", que refleja mejor la pluralidad social.
II. No obstante, alcanzar el acuerdo ha resultado harto dif¨ªcil a pesar de que ambas organizaciones han demostrando una voluntad real de pactar. En contra de lo que se pod¨ªa creer, las dificultades no se han situado en el contenido del acuerdo. El programa com¨²n nunca es un obst¨¢culo insalvable cuando dos fuerzas pol¨ªticas est¨¢n decididas a entenderse con el fin de gobernar. Todo es cuesti¨®n de matices y en pol¨ªtica se puede matizar mucho. Hay coincidencias evidentes en bastantes materias, y en las que hay diferencias ambas partes han demostrado flexibilidad y han aproximado las posiciones. Esas estupideces que dice la derecha sobre m¨¢s impuestos, m¨¢s paro, m¨¢s d¨¦ficit, salida del euro...; si hay pacto de progreso no es m¨¢s que el reflejo del canguelo incontrolado que le ha entrado a nuestra derecha y a sus voceros ante la posibilidad de perder las elecciones, cuando se las promet¨ªan tan felices. En Francia hay ministros del PCF y la econom¨ªa francesa goza de salud envidiable y hay bastante menos paro que en Espa?a.
La dificultad del pacto ha radicado, pues, en la f¨®rmula electoral. El PSOE plante¨® en un principio la retirada de IU de 34 provincias, a lo que respondi¨® ¨¦sta con la propuesta de una coalici¨®n en toda Espa?a. Ambas propuestas, como se ha visto, no eran realistas. IU no pod¨ªa aceptar desaparecer en m¨¢s de la mitad del pa¨ªs sin dejar de ser un partido de ¨¢mbito estatal y adem¨¢s porque, si bien es cierto que el voto de IU en esas provincias no genera diputados, pueden ser decisivos para el c¨®mputo del 5% del voto a nivel nacional que es imprescindible para tener grupo parlamentario cuando se obtiene menos de 15 diputados (art¨ªculo 23 del Reglamento del Congreso). Si tenemos en cuenta que las encuestas le dan a IU una bajada considerable en la intenci¨®n de voto correr¨ªa el riesgo de quedarse sin grupo parlamentario si no suma los votos suficientes. De otra parte, en las actuales circunstancias, y con el escaso margen de tiempo, era inviable una coalici¨®n electoral, aparte de que se pueda pensar por algunos que esa f¨®rmula no ser¨ªa ¨²til para ganar, que es de lo que se trata. A partir de ah¨ª, el PSOE ha flexibilizado su posici¨®n y ha reducido el n¨²mero de provincias en las que IU deber¨ªa retirarse, primero a 14 y luego a 8, incluso incluyendo candidatos de IU en sus listas en posici¨®n de salida. Una aproximaci¨®n significativa que ser¨ªa lastimoso desaprovechar. IU, por su parte, ha respondido con la contraoferta de la "agrupaci¨®n de electores" en esas mismas provincias. F¨®rmula que la ley electoral no contempla para los partidos, sino para ciudadanos sin partido que sean capaces de recoger las firmas de un 1% de los posibles electores de esas circunscripciones. Una f¨®rmula imaginativa, pero de resultado incierto, pues ambas siglas y s¨ªmbolos deber¨ªan desaparecer lo que podr¨ªa crear cierta confusi¨®n y no parece que el PSOE vaya a aceptarla.
III. En cualquier caso la posibilidad de este acuerdo ha creado una nueva ilusi¨®n en el campo progresista que no deber¨ªa frustrarse. El acuerdo puede generar, sin duda, una fuerte movilizaci¨®n que seguramente podr¨ªa conducir a la victoria electoral. Tanto el PSOE como IU se juegan mucho en el envite. Y s¨®lo tienen cosas que ganar con el pacto. IU salvar¨ªa su complicada situaci¨®n electoral, ganar¨ªa diputados y senadores y se convertir¨ªa en una fuerza de Gobierno, lo que despejar¨ªa su futuro. El PSOE volver¨ªa a gobernar cuando lo ten¨ªa francamente crudo y el pa¨ªs podr¨ªa entrar en una senda de crecimiento con mayor equidad, con un nuevo impulso democr¨¢tico y sin concesiones gratuitas a los nacionalistas. Por lo tanto, si en el programa se ha llegado a un acuerdo y la cuesti¨®n a estas alturas ha estado en ocho provincias, La Moncloa bien vale que se haga un ¨²ltimo esfuerzo para encontrar una f¨®rmula, aunque sea salom¨®nica, que permita tener la oportunidad de ganar las elecciones. La gente progresista lo est¨¢ esperando y no ser¨ªa bueno para ninguno de los dos partidos decepcionar esas esperanzas. Luego, no vale echar la culpa del divorcio a la otra parte, pues la responsabilidad es siempre de ambos. Si al final todo queda en un acuerdo de programa y listas conjuntas para el Senado, se trata, sin duda, de un avance que esperemos sea completado por la inteligencia de los electores. En todo caso el futuro de la izquierda est¨¢ m¨¢s despejado despu¨¦s de este acuerdo.
Nicol¨¢s Sartorius es vicepresidente ejecutivo de la Fundaci¨®n Alternativas.
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