Asombro

Con el habitual asombro he visto el art¨ªculo publicado el 1 de febrero por don Miguel ?ngel Aguilar con el t¨ªtulo El arte de bien aproximar en que se me menciona indebidamente. Dice el se?or Aguilar que he sido designado profesor de Historia Contempor¨¢nea de Espa?a en la Escuela Diplom¨¢tica. Pero resulta que soy catedr¨¢tico de universidad de esa asignatura y que mi nombramiento para esa c¨¢tedra en la escuela no es de ahora, sino del a?o 1972, ahora se me ha encargado un breve curso de Historia de Espa?a (no s¨®lo contempor¨¢nea) en el curso general de Relaciones Internacionales. Con la fina iron¨ªa que le caracteriza, dice el se?or Aguilar que la biblioteca ha tenido que encargar estanter¨ªas supletorias para mis libros, pero varios de mis libros estaban ya all¨ª desde los a?os setenta y ochenta. Dice, con falsedad comprobable, que invit¨¦ a determinado profesor a una conferencia sobre el holocausto, pero en mis atribuciones no entra cursar invitaciones a profesor alguno, y adem¨¢s mis opiniones sobre el holocausto est¨¢n muy claras en mi libro de 1989 El tercer templo (Ed. Planeta) donde no figura la cifra de v¨ªctimas apuntada por el se?or Aguilar. No se por qu¨¦ me relaciona con la pol¨ªtica del se?or Aznar cuando desde 1984 no pertenezco a partido pol¨ªtico alguno. Y me permito felicitar al se?or Aguilar por su brillante defensa de la libertad de c¨¢tedra, consagrada en el art¨ªculo 20 c) de la Constituci¨®n, en cuya elaboraci¨®n ¨¦l no intervino y yo, s¨ª.- .