Ha llegado el lobo
El presidente austriaco ha aceptado finalmente como algo inevitable la formaci¨®n de un Gobierno de coalici¨®n entre los conservadores (Partido Popular) y la extrema derecha de J?rg Haider (Partido Liberal). El nuevo Gabinete, que pone a Viena en el punto de mira de sus socios comunitarios, ser¨¢ anunciado hoy, despu¨¦s de que el jefe del Estado objetara los nombres de algunos ministros propuestos por el xen¨®fobo Partido Liberal. La intensa presi¨®n internacional sobre Viena ha llevado al presidente Klestil a la decisi¨®n sin precedentes de hacer firmar a los nuevos socios de Gobierno un manifiesto -"responsabilidad por Austria"- en el que ambos expresan su inequ¨ªvoco compromiso con los derechos humanos y los valores europeos.Nunca antes la UE se hab¨ªa visto confrontada a la situaci¨®n de que un partido extremista entrara en el Gobierno de un Estado miembro, algo que ataca directamente su acta de nacimiento. La luz verde al nuevo Gabinete, que por un lado pone fin a casi cuatro meses de crisis pol¨ªtica en el pa¨ªs alpino, despierta los peores fantasmas europeos y abre la puerta a la crisis m¨¢s seria de Viena en sus relaciones exteriores desde la II Guerra Mundial. Confirmando a los dos partidos, que suman 104 de los 183 esca?os del Parlamento, Klestil ha hecho seguramente lo ¨²nico que pod¨ªa hacer; el presidente, un antiguo miembro del Partido Popular, declaraba antes de adoptar su decisi¨®n que la mayor¨ªa parlamentaria ha de ser respetada y que las preferencias personales no cuentan. Otra cosa es la carga de responsabilidades pol¨ªticas, abrumadoramente compartidas por los partidos austriacos, que ha hecho posible una situaci¨®n tan inquietante como la que alborea.
La pelota ha ca¨ªdo ahora en el tejado de la UE, que durante los ¨²ltimos d¨ªas ha amenazado con condenar a Viena al ostracismo. El papel comunitario no es f¨¢cil despu¨¦s de que sus jefes de Gobierno pusieran tan alto el list¨®n de las conminaciones. Para mantener su credibilidad, los 14 deber¨¢n hacer algo contundente contra Viena. Y hacerlo pronto. Otros 12 aspirantes, muchos de ellos europeos, est¨¢n esperando y sacar¨¢n conclusiones. Poner en pr¨¢ctica las medidas anunciadas por la UE, desde la suspensi¨®n de contactos bilaterales hasta la marginaci¨®n diplom¨¢tica, puede ser m¨¢s dif¨ªcil que enunciarlas, pero ¨¦se es el reto que se han impuesto. Su ejecuci¨®n podr¨ªa tener un efecto distorsionador en el normal funcionamiento de las instituciones de la UE y acabar afectando a sus intereses globales. El Tratado de Amsterdam prev¨¦ como castigo m¨¢ximo a un miembro de la Uni¨®n la p¨¦rdida de su derecho al voto en el Consejo de Ministros. Ello exige violaciones reiteradas y graves de los derechos fundamentales que cimentan Europa.
El caso austriaco se ha convertido en una verdadera prueba de convicciones para la UE, que, entre otras cosas, naci¨® para taponar este tipo de crisis motivadas por formaciones extremistas. Viena est¨¢ ya en libertad vigilada, y ahora habr¨¢ que juzgar a su nuevo Gobierno por los actos. La especie de que votando a Haider en octubre un 27% de los ciudadanos Austria lo ha hecho por el nazismo, simplemente no se sostiene. El talante fascistoide y oportunista del jefe liberal -que en su momento se opuso a la pertenencia a la UE y a la uni¨®n monetaria, para desdecirse despu¨¦s- anticipa dificultades en materia de inmigraci¨®n o de ampliaci¨®n de la UE hacia el Este. En Viena se ha abierto un pulso entre los valores que alumbraron Europa y un Gobierno que los contradice. Pero tambi¨¦n otro entre el jefe ultraderechista y el popular Wolfgang Sch¨¹ssel. El l¨ªder conservador y futuro primer ministro, a cuyo maniobrerismo y pocos escr¨²pulos debe mucho la cr¨ªtica situaci¨®n actual, cree que podr¨¢ dominar a su teleg¨¦nico socio. Haider, sin embargo, se cree en la antesala de convertirse en el pr¨®ximo canciller.
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