Un peligro
A Federico Trillo le gusta Shakespeare por las mismas razones que a las se?oras con abrigo de astrac¨¢n les gusta El Bosco. Si Shakespeare estuviera vivo, prohibir¨ªa que lo ense?aran en el colegio de sus hijos. Quiere decirse que a Trillo le ha salido de golpe todo el rencor de clase caracter¨ªstico del astrac¨¢n y las tortitas con nata y ha vomitado una gracia fascista digna del marqu¨¦s de Villaverde. Que si nos imaginamos, dice, a un obrero de ministro de Trabajo, a un barbudo de Exteriores, o de Interior a uno que se llama Cipri¨¤ (no olvidemos que su modelo ling¨¹¨ªstico para estos menesteres es Fraga). De s¨²bito, nos ha venido a la memoria aquel energ¨²meno franquista que aullaba desde los bancos de la oposici¨®n al no comprender que este pa¨ªs fuera gobernado por una panda de chicos de barrio. Ad¨®nde vamos a llegar.A Trillo le hab¨ªan confeccionado un Shakespeare a medida perfectamente adaptado a las irregularidades de su esqueleto y de su enc¨¦falo. Un Shakespeare de Armani, o quiz¨¢ de Herm¨¦s, me hago un l¨ªo con las marcas, con el que aun en las posturas m¨¢s dif¨ªciles no se le ve¨ªa una arruga. Pero ha bastado que disolvieran la C¨¢mara y que le retiraran el traje y los calmantes para que el ya ex presidente del Congreso empezara a hacer gracias sobre la condici¨®n social de sus adversarios pol¨ªticos, a quienes considera enemigos de clase con toda la raz¨®n. Si alguien no lo evita, dentro de nada empezar¨¢ a contar chistes de negros y africanos. Prom¨¦tanle un cargo, una stock option, dos o tres doctorados honoris causa, a ver si es posible que contin¨²e todav¨ªa un par de meses sin decir lo que piensa, o este hombre les arruina la campa?a.
De todos modos, no va a ser nada f¨¢cil contener la lengua de las hordas opusde¨ªstas frente a la posibilidad real de que gane la izquierda. La crueldad de Trillo para referirse a quienes considera gente de mal gusto, socialmente inferior a lo que ¨¦l representa, constituye una las caracter¨ªsticas del Opus. En cualquier caso, y como no es completamente tonto, habr¨ªa que invitarle a que se imaginara a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar de presidente del Gobierno. ?Puede? Pues nada, marchando una de astrac¨¢n y otra de tortitas con nata.
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