Ya la bailamos
Llegamos... y ya la bailamos. Ya la ballem suelen decir en pa¨ªses valencianos, sobre todo cuando apenas iniciarse la cuesti¨®n irrumpe el barullo. Por los pa¨ªses castellanos se suelen expresar con mayor crudeza; o sea, a la pata la llana: "Aun no empezamos y ya pringamos". Y eso es lo que sucedi¨®. Apenas empez¨® Valdemorillo, las primarias a la manera de New Hampsire, ya la bail¨¢bamos y los taurinos ya la estaban pringando. Como en New Hampsire, Valdemorillo da el barrunto da la temporada, y consisti¨® en una ruina de toros, una desdicha de presidente, un taurinismo impresentable, un p¨²blico hecho a prueba de paciencia.
Los novillos sacaron la encornadura escasa, la invalidez supina, la docilidad que se lleva. Los toreros tra¨ªan la lecci¨®n bien aprendida, que desplegaron con entusiasmo digno de mejor causa y el presidente se puso a dar orejas aunque no las pidiera nadie. Hubo protestas por ello. Aunque tampoco muchas. La gente no quer¨ªa amargar lo a gusto que se estaba en la plaza valdemorillana, contemplando por sobre las talanqueras un panorama bell¨ªsimo de sierras floridas a¨²n coronadas por las nieves, bajo un cielo limpio y sinti¨¦ndose arrullar por la c¨¢lida caricia de un sol que ven¨ªa anunciando la primavera.
Lorenzo / Roble?o, Fandi, Saavedra Cinco novillos de Carmen Lorenzo y 6? de Hermanos Guti¨¦rrez Lorenzo, justos de trap¨ªo, escasos de pitones, inv¨¢lidos, d¨®ciles
Fernando Roble?o: pinchazo, estocada corta y rueda de peones (oreja sin petici¨®n, abroncada); metisaca, estocada delantera y rueda de peones (dos orejas con insignificante petici¨®n y algunas protestas). El Fandi: pinchazo y estocada (silencio); estocada trasera (oreja con insignificante petici¨®n y algunas protestas). Julio Pedro Saavedra: bajonazo escandaloso (oreja con escasa petici¨®n, protestada); pinchazo y rueda de peones (aplausos). Plaza de Valdemorillo, 1? corrida de feria. Lleno.
Disfrutar del trap¨ªo
Y, adem¨¢s, apenas hab¨ªa aficionados de aquellos que acud¨ªan a Valdemorillo ansiando sacudirse el largo letargo de invernada y disfrutar del trap¨ªo, la casta y el poder de los toros bravos. En este ruedo llegaron a soltar toros de seis a?os exhibiendo m¨¢s espolones que el gallo de Mor¨®n. Y con ellos se empleaban a fondo unos toreros que se sab¨ªan medidos, juzgados y hasta psicoanalizados por la sesuda afici¨®n de Las Ventas.
Los tiempos han cambiado. De unos a?os a esta parte ciertos taurinos y el propio alcalde de Valdemorillo, que parece del gremio, esta feria de San Blas y la Candelaria la han convertido en una cualquiera donde salen toros tan docilones e inv¨¢lidos como en todas partes. Y los toreros de la ¨²nico que pueden dar medida es de la pericia pegapasista y de la disposici¨®n.
Fernando Roble?o cumpli¨®, en este sentido, todas las expectativas. No mucho en su primer novillo, un penoso inv¨¢lido con el que estuvo bastante vulgar, a plena satisfacci¨®n en el cuarto al que embarc¨® con temple y largura por derechazos y naturales. Julio Pedro Saavedra mejor¨® la calidad torera pues sobre templar y mandar ligaba los pases, lo cual supone gran m¨¦rito y es gran novedad en esta ¨¦poca de figuras trotacaminos que semejan repartidores de pizzas. Se daba Julio Pedro Saavedra otro corte, distinta apostura, un sentido m¨¢s hondo del arte de torear. El Fandi, en cambio, dio la impresi¨®n de encontrarse sin tono. Menos entusiasta que en sus principios, aunque lance¨® y mulete¨® variado, sus faenas resultaron inconexas, mon¨®tonas y s¨®lo luci¨® en banderillas, principalmente al prender el famoso par del viol¨ªn.
Por el callej¨®n bull¨ªan diestros sesentones retirados, que vuelven a la liza. Y hacen bien: es su hora. Con esa ruina de toros que ahora sueltan y la torer¨ªa que atesoran, si se lo propusieran podr¨ªan mandar a m¨¢s de una joven figura a los alba?iles.
Babelia
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