"Mis cinco hijos, mis padres y yo tenemos problemas respiratorios por el lindane"

Isabel Landaluce (54 a?os, Derio) lleva 30 a?os "padeciendo el lindane". Vive en el caser¨ªo Solokoetxe, en los alrededores del aer¨®dromo de Sondika, justo por donde pasa un arroyo en el que flu¨ªan sin control los residuos del pesticida. "Mis cinco hijos, mis padres y yo tenemos problemas respiratorios desde hace m¨¢s de 20 a?os, y eso es del lindane", dice convencida.Los primeros inconvenientes empezaron en la d¨¦cada de los 70 con el pozo ubicado junto al caser¨ªo que nutr¨ªa a la familia de agua potable. "Not¨¢bamos que cada vez sab¨ªa peor. Los manzanos se secaron, se nos mor¨ªan conejos y las vacas abortaban". Uno de los hijos llev¨® al Instituto de la Higiene, en Bilbao, una muestra del agua. "Los an¨¢lisis dijeron que ten¨ªa una contaminaci¨®n fuerte, entre ella de residuos de lindane. Nos dijeron que no pod¨ªamos consumir ese agua y cerraron el pozo. As¨ª estuvimos tres a?os teniendo que desplazarnos un kil¨®metro para disponer de agua".

La soluci¨®n a su problema exigi¨® la condici¨®n del silencio. "En el Ayuntamiento nos dijeron que nos pon¨ªan agua potable, pero a cambio de que no dij¨¦ramos nada a nadie sobre la contaminaci¨®n".

Isabel Landaluce se congratula de que, al menos, tuvo a sus hijos "antes de apareciera la contaminaci¨®n", puesto que los estudios sobre los efectos del pesticida indican que "en el ser humano ha desarrollado la muerte del feto a las 16 semanas de embarazo en una mujer de 25 a?os de edad". Pero relata las consecuencias que est¨¢ sufriendo su familia: "Todos tenemos problemas respiratorios, con la piel [s¨ªntomas descritos por la acci¨®n de los residuos de lindane], aunque mi padre es que el que mayores problemas presenta. No ve bien, tiene los ojos irritados con frecuencia. Los m¨¦dicos lo achacan a la edad pero no es s¨®lo eso", insiste.

Una de las hijas de Isabel lleva dos meses de baja laboral. "Tiene mareos, cefaleas. Los informes m¨¦dicos que nos hemos hecho indican que somos al¨¦rgicos a productos qu¨ªmicos. Yo, la lej¨ªa s¨®lo la puedo ver en el estante de un supermercado. He ido hasta Toulouse en busca de un tratamiento. Mi hija y mi nieto han sido tratados en el hospital de Santa Marina y los certificados dicen que su enfermedad viene provocada por una exposici¨®n continuada a alg¨²n compuesto del fluor".

Isabel Landaluce habla tambi¨¦n de las consecuencias econ¨®micas. "Uno de mis hijos puso unos invernaderos y ten¨ªamos 2.000 clientes. Los perdimos porque nuestros productos estaban contaminados".

Y, sobre todo, se queja de la desidia institucional. "No nos han hecho caso. Incluso hemos tenido tres abogados y cada uno de ellos nos ha ido vendiendo. He gastado un mont¨®n de dinero con este asunto".