Hallazgo ENRIQUE GIL CALVO
Conforme las democracias occidentales se desacreditan, la batalla electoral se decide cada vez m¨¢s en la lucha contra la abstenci¨®n: aut¨¦ntica variable independiente que determina hoy la conquista del poder. Por eso se afina la demoscopia para identificar las bolsas de potenciales abstencionistas a fin de dise?ar estrategias para movilizarles estimulando su efectiva participaci¨®n electoral. ?C¨®mo empujar a los votantes escarmentados para que vuelvan a acercarse a las urnas?Votar o no votar depende no tanto de los intereses como de las pasiones. Por eso no basta con ofrecer programas con premios fiscales para los votantes, que es condici¨®n necesaria pero no suficiente, pues siempre hace falta a?adir adem¨¢s toda una bater¨ªa de fermentos catalizadores capaces de excitar los reflejos emocionales. Aqu¨ª adquieren sentido las ret¨®ricas espectaculares que esgrimen los diversos populismos de izquierda o derecha, con sus apelaciones belicosas o folcloristas. Pero, sin duda, el factor que m¨¢s estimula la participaci¨®n es crear incertidumbre sobre el resultado futuro. Y la clave reside en el ?qui¨¦n ganar¨¢?: cuando ya se sabe de antemano, la participaci¨®n desciende; pero si no se puede apostar por uno u otro, porque los competidores est¨¢n igualados, entonces la expectaci¨®n crece como la espuma.
Ante los comicios del 12-M apenas si hab¨ªa expectaci¨®n, pues la victoria de Aznar parec¨ªa segura. De ah¨ª que los diversos partidos se exprimieran la mollera ideando trucos para excitar los bajos instintos de participaci¨®n. Los de IU se daban por vencidos, resign¨¢ndose a la inevitable defecci¨®n de sus votantes. En el PP, escarmentados por la elevada abstenci¨®n sufrida en las pasadas elecciones locales, recurrieron al patrioterismo para ganarse al elector neofranquista que pudiera votar a Gil, Haider o Le Pen: y para ello se ceban con el PNV tras expulsar de las listas a su ala socialdem¨®crata, que desde Trabajo y Asuntos Sociales estaba dando una imagen demasiado centrista. Ahora bien, todo esto no es nada comparado con el genial hallazgo de Almunia: en s¨®lo diez d¨ªas ha logrado firmar por sorpresa un improbable pacto con los hu¨¦rfanos de Anguita, ofreci¨¦ndoles un nuevo futuro pol¨ªtico a condici¨®n de renunciar a su pinza con Aznar. Y este insospechado programa com¨²n ha dado un vuelco al c¨¢lculo de expectativas, reduciendo en incierta medida la probabilidad abstencionista.
Pero si en efecto la participaci¨®n crece ?a qui¨¦n beneficiar¨¢ m¨¢s: al PSOE o por el contrario a IU y de rebote al PP? Las voces afectas a Aznar, esperando sabotear el acuerdo de la izquierda, sostienen que la de Almunia ha sido una victoria p¨ªrrica: un gatillazo tan fallido como el de las primarias que alumbraron el efecto Borrell, pues tambi¨¦n ahora el efecto Frutos estar¨ªa destinado a frustrar las esperanzas socialistas. Pero que sea as¨ª o no lo sea es algo que s¨®lo las urnas del 12-M podr¨¢n decidir. Entretanto, si la operaci¨®n le sale mal a Almunia, habr¨¢ que atribuirlo a su prisa por tardar: es decir, a la premura con que hubo de negociarla, a causa del excesivo retraso con que propuso su oferta. ?Por qu¨¦ se tard¨® tanto, a riesgo de caer en la improvisaci¨®n chapucera? ?Para aprovechar el tir¨®n electoral causado por el factor sorpresa o para coger desprevenida a Izquierda Unida?
Pero existe otro criterio distinto del mero c¨¢lculo electoral, que es el cr¨¦dito moral. No se sabe qui¨¦n ganar¨¢ m¨¢s votos abstencionistas, si el PSOE o IU. Pero lo que s¨ª parece claro es que ambos han crecido en respetabilidad c¨ªvica. Firmando el programa com¨²n, el PSOE se gana el perd¨®n de IU por su pasado felipista; e IU se gana el perd¨®n del PSOE por la pinza Aznar-Anguita. Al menos, de dientes para fuera, sin que haya indicios para poner en duda la sinceridad de su reconciliaci¨®n hist¨®rica. As¨ª, gracias a su rec¨ªproco perd¨®n, podr¨¢n volver a mirar a la cara al votante progresista superando su mala conciencia. Y si demuestran suficiente confianza mutua, quiz¨¢ recuperen la confianza de los electores, pues la virtualidad del pacto depende de que pase con ¨¦xito su test de verosimilitud ante la ciudadan¨ªa.
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