Operaci¨®n 'Goldeneye' en Espa?a
Sale a subasta el pasaporte con el que viaj¨® a Gibraltar y Madrid como esp¨ªa el inventor de James Bond
El gran ¨¦xito taquillero de la ¨²ltima pel¨ªcula de James Bond, El mundo nunca es suficiente, ha encontrado eco en el mundo de las grandes subastas con la puesta en el mercado de uno de los pasaportes que el creador del superesp¨ªa, Ian Fleming, utiliz¨® para disfrazarse y pasar inadvertido en Espa?a en los tiempos de la IIGuerra Mundial.Concretamente, se trata del documento que Fleming, al servicio del aparato brit¨¢nico de espionaje en 1941, le permiti¨® ir a Gibraltar para estudiar la conducta de la dictadura franquista e informar a Londres de la complicidad de Espa?a con los alemanes. El nombre de la operaci¨®n, Goldeneye, ocultaba el prop¨®sito de sabotear cualquier intento franquista de alianza directa con los nazis. Fleming, como agente de la Marina brit¨¢nica, hizo sus primeras armas en el mundo del espionaje, una veta de oro para su posterior producci¨®n literaria.
El pasaporte ser¨¢ rematado este mes en la subasta de Sotheby's. La famosa firma de subastas no estaba ayer del todo convencida de que el pasaporte del padre de James Bond cree suficiente inter¨¦s como para poder transformar la operaci¨®n de toma y daca en un fen¨®meno financiero.
Una portavoz de la galer¨ªa admiti¨® anoche que "por el momento es imposible calcular el grado de inter¨¦s" en adquirir un documento por dem¨¢s extravagante y que s¨®lo arroja unos cuantos rayos de luz sobre el personaje que cre¨® a Bond, James Bond.
Pero los coleccionistas de memorabilidad bondiana calibraban ayer las posibilidades de adquirir un documento en una subasta que comenzar¨¢ con la puja de entre 2.000 y 3.000 libras esterlinas (entre 540.000 y 810.000 pesetas). Una bagatela, considerando la curiosidad que Fleming cre¨® en su posterior obra literaria concebida entre tardes de sol, alcohol, el incomparable encanto de las mujeres de Jamaica y las infidelidades que consegu¨ªa obtener entre las esposas de sus amigos.
El pasaporte, que viene acompa?ado de algunos apuntes garrapateados en papeles diversos y con letra casi ilegible, es la m¨¢s evidente prueba de que Ian Fleming, en su calidad de esp¨ªa de los servicios de la Armada brit¨¢nica, obtuvo licencia para el sabotaje en Espa?a en caso de que Madrid se adjuntara a los planes nazis.
Que se sepa, Fleming no lleg¨® a emplear las t¨¦cnicas saboteadoras durante su estancia en Gibraltar . Su misi¨®n consist¨ªa especialmente en persuadir a los servicios secretos norteamericanos a sumarse a posibles campa?as de sabotaje en Espa?a. Para ello estableci¨® contacto con el coronel norteamericano William Donovan, encargado de las operaciones secretas en el Oriente Pr¨®ximo y el Mediterr¨¢neo. En ese tiempo, Fleming abri¨® una oficina en Gibraltar. La llam¨® Goldeneye.
Pasada la guerra, Ian Fleming se traslad¨® a Jamaica, y lo primero que hizo fue bautizar su mansi¨®n en Rock Edge como Goldeneye, el t¨ªtulo del ¨¦xito taquillero de 1995.
La venta del pasaporte arrojar¨¢ indicios de cu¨¢n acendrada est¨¢ la cultura del espionaje entre los brit¨¢nicos. Hay divisi¨®n entre quienes admiran a Fleming y quienes admiran a Bond en sus multifac¨¦ticas y altamente remunerables versiones hollywoodianas.
"Quiz¨¢s es el comienzo de una revisi¨®n de la personalidad de Fleming", observaba anoche Richard Ritter, un viejo observador del gran "fen¨®neno Bond". La curiosidad popular sobre el creador del g¨¦nero literario del thriller que ha revolucionado al cine con la introducci¨®n de efectos especiales tan espectaculares como las figuras de las "chicas Bond" es inagotable.
Pero es esa b¨²squeda de datos, antecedentes y accidentes creativos lo que puede desatar una discusi¨®n sobre la personalidad del mujeriego, borrach¨ªn y gran seductor Ian Fleming. En un mundo en el que predomina lo pol¨ªticamente correcto, los hallazgos pueden causar esc¨¢ndalo.
Las preferencias sexuales de Fleming, su inclinaci¨®n por el exceso en todas sus formas, su desd¨¦n por todo aquello que refleje acomodamiento con el establishment y, sobre todo, su sentido de aventura a todo plano lo convierten en lo m¨¢s parecido a James Bond, cuando Bond era Sean Connery y cuando el arte de la seducci¨®n era m¨¢s importante que una licencia para matar.
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