Zedillo asume personalmente la responsabilidad por el desalojo violento de la universidad
Pol¨¦mica la soluci¨®n dada a la huelga de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM); el presidente mexicano, Ernesto Zedillo, asumi¨® haber ordenado su recuperaci¨®n a la fuerza. Las instalaciones permanec¨ªan ocupadas desde el 20 de abril de 1999. La Iglesia cat¨®lica aval¨® el desalojo policial del domingo, pero la oposici¨®n considera que no soluciona la raz¨®n de fondo y que el problema se ha llevado intencionadamente hasta fechas preelectorales. Los huelguistas en libertad prometieron continuar la protesta, y los padres de los 745 detenidos (83 menores), forzar la libertad de sus hijos.
Zedillo, en un mensaje a la naci¨®n, admiti¨® que al t¨¦rmino de su viaje a Espa?a, y despu¨¦s de conocer los violentos enfrentamientos de pasado primero de febrero entre huelguistas y no huelguistas, con un saldo de 30 heridos y m¨¢s de 200 detenidos, y despu¨¦s de comprobar el fracaso de las sucesivas reuniones negociadoras, orden¨® tomar cartas en el asunto. Como resultado de "tr¨¢mites legales impecables", un juzgado federal dispuso la reconquista policial de los edificios universitarios y la detenci¨®n de quienes los ocupaban, presuntos culpables de delitos de despojo o terrorismo. "Di instrucciones precisas de que ning¨²n elemento de la Polic¨ªa Federal que ingresara en las instalaciones de la UNAM portara armas de fuego y que, adem¨¢s, se instruyera a los polic¨ªas de actuar con la m¨¢xima prudencia", dijo Zedillo. La operaci¨®n, ejecutada poco despu¨¦s de las seis de la ma?ana, fue un ¨¦xito policial. No hubo heridos, ni incidentes graves, tampoco resistencia. "Me rindo", comunic¨® a la tropa, brazos en alto, uno de los l¨ªderes m¨¢s intransigentes, Alejandro Echeverria, el Mosh.
Pendientes de cumplimiento trescientas ¨®rdenes de detenci¨®n, agoniza una huelga que, seg¨²n varios analistas, fue tratada por el Gobierno y los partidos, desde su arranque, con m¨¢s temores y pasividad que audacia y objetivos de Estado. Zedillo neg¨® esas imputaciones. "Si la apuesta era el di¨¢logo entre los universitarios, entonces correspond¨ªa al Gobierno de la Rep¨²blica ser ¨²til antes que hacerse notable". El progresivo aislamiento social de los huelguistas, y las crecientes reclamaciones de mano dura contra ellos, fueron factores que facilitaron la decisi¨®n presidencial.
El Partido de la Revoluci¨®n Democr¨¢tica (PRD), que gobierna el Distrito Federal, la capital mexicana, descalific¨® como inoportuna una operaci¨®n policial que comenz¨® a gestarse, seg¨²n la alcaldesa de M¨¦xico, Rosario Robles, el primero de febrero, "justamente cuando la comunidad estaba encontrando cauces de di¨¢logo y entendimiento". Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas, candidato del partido a la presidencia, fue m¨¢s all¨¢ al asegurar que las autoridades del oficial Partido Revolucionario Institucional (PRI), en el poder desde hace siete d¨¦cadas, buscaron deliberadamente la prolongaci¨®n del conflicto "y llevarlo a los tiempos de la campa?a electoral, meterlo como parte de la propia campa?a pol¨ªtica".
Para el conservador Partido de Acci¨®n Nacional (PAN), el Gobierno fue parte del problema y no de la soluci¨®n. Su principal dirigente, Luis Felipe Bravo, pidi¨® que no s¨®lo sean juzgados los estudiantes, sino tambi¨¦n los funcionarios incapaces de resolver la huelga.
Todav¨ªa agitada la situaci¨®n, la Polic¨ªa Federal Preventiva, el cuerpo especial antidisturbios de extracci¨®n castrense que intervino en la operaci¨®n con 2.260 miembros, seguir¨¢ ocupando los recintos universitarios durante un periodo que oscila entre las dos y las cuatro semanas. Los agentes escucharon de todo durante el asalto. "?En tus ojos se ve la muerte y tu mirada nunca se me va a olvidar!", increpaba una estudiante a un polic¨ªa mestizo. "?Tienes hijos y mujer? ?Cu¨¢ntos tienes? ?Eres del pueblo? ?Eres ind¨ªgena! ?Mirate en un espejo! ?Eres del pueblo y te jode [la intervenci¨®n policial] igual que a m¨ª o peor, pero no tienes ni un pinche gramo de dignidad!".
Miedo a las repercusiones
A lo largo de los casi diez meses de crisis, aument¨® la tensi¨®n social, los ¨¢nimos se encresparon, y cualquier decisi¨®n o postergaci¨®n sobre qu¨¦ hacer con la UNAM, habitada por 340.000 personas, estuvieron determinadas por la matanza de estudiantes de octubre de 1968 en Tlatelolco y por las elecciones presidenciales del pr¨®ximo mes de julio. Nadie se atrevi¨® a tomar decisiones susceptibles de pasar factura.
La mayor¨ªa de los analistas coincidi¨®, por otra parte, en que el alzamiento estudiantil, primero contra la subida de tasas acad¨¦micas y despu¨¦s por la gratuidad de los estudios superiores y una decisiva participaci¨®n del alumnado en la reestructuraci¨®n de la prestigiosa universidad mexicana, devino en un movimiento turbio, acaudillado por un grupo de irreductibles ajeno a razones acad¨¦micas, resuelto a lograr concesiones de alcance pol¨ªtico. Los moderados en el Consejo General de Huelga (CHG) fueron desbancados por los ultras, minoritarios, pero todav¨ªa levantiscos.
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