La sombra de la falsedad
De ni?o escuchaba y casi aprend¨ªa casi de memoria algunos de los versos con que Eduardo Marquina hab¨ªa traducido el Cyrano, una comedia a¨²n reciente en Espa?a (aunque antes traducida en prosa) y en la que se apreciaba un final de romanticismo, con su canto al amor por encima de todas las cosas, y un modernismo en la forma de rimar: es decir, el verso con la rima m¨¢s f¨¢cil, incluso prosa¨ªsta pero siempre sonoro y en punta; y un entusiasmo por la gloria militar y, al mismo tiempo, por el perdedor; un patriotismo donde el jefe militar puede ser tonto y cobarde, pero el soldado fanfarr¨®n era un h¨¦roe gratuito. Y el enemigo, respetable y galante. En resumen, Cyrano era un pastiche de la verdadera obra heroica (Los tres mosqueteros), del drama espa?ol (al final de su vida Rostand hizo un Don Juan) y se mont¨® sobre un ¨¦xito desbocado. Los versos de ahora recuerdan los de Marquina, pero hacen m¨¢s actuales su sonoridad y su altisonancia, a los que mezclan, o me parece a m¨ª, una dosis mayor de sorna, o de iron¨ªa, de forma que recalcan lo m¨¢s l¨®gico, que es la falsedad de la historia. No tanto del amante doble, del tonto guapo y el feo inteligente que forman una sola figura ante la mujer, sino de las guerras, las espadas, las tonter¨ªas de los gascones, el coraz¨®n noble y el final melanc¨®lico en la sombra del atardecer en un convento.Como la peripecia de la obra es abundante, y todo es rom¨¢nticamente excesivo, y salen versos a borbotones y emociones a punta-e-pala, Mara Recatero procura tambi¨¦n esa abundancia y llena de figurantes el escenario, que no es muy grande y al que los decorados cambiantes de Gil Parrondo empeque?ecen m¨¢s y Arti?ano les viste muy entonados unos de otros para que no parezcan individuos, sino lo que son, figurantes; la directora los mueve como puede en un eje de simetr¨ªa, o en l¨ªnea recta o haciendo una curva, para completar la composici¨®n.
"Cyrano de Bergerac"
Autor: Edmond Rostand. Traducci¨®n, Jaime y Laura Campmany. Int¨¦rpretes: Manuel Galiana, Paula Sebasti¨¢n, Juan Carlos Naya, Manuel Gallardo, Antonio Medina, Jos¨¦ Carabias, Ana Mar¨ªa Vidal, etc¨¦tera. Decorados: Gil Parrondo. Figurines: Javier Arti?ano. Supervisi¨®n general: Gustavo P¨¦rez Puig. Direcci¨®n: Mara Recatero. Teatro Espa?ol (Ayuntamiento de Madrid).
Hay un par de Cyranos muy pr¨®ximos: el de Depardieu, con la ventaja de que su verso, despu¨¦s de todo, es el original, que jam¨¢s ha desmerecido de las traducciones; y el del gran actor espa?ol de tradici¨®n francesa Flotats. Ganan el desaf¨ªo. Manuel Galiana hace el enorme esfuerzo de decir en un tono siempre igual las largas tiradas de versos heroicos, y Paula Sebasti¨¢n mantiene su bella voz y su presencia con entereza; Juan Carlos Naya, el bello vac¨ªo, con valor y dignidad.
Cyrano fue un misterio de ¨¦xito cuando se estren¨® en Par¨ªs hace m¨¢s de un siglo: se situ¨® por encima de las obras contempor¨¢neas, viaj¨® por el mundo siempre en esa gran compa?¨ªa, y por los g¨¦neros -el cine- y las traducciones. Repite esta vez su haza?a. La vi el domingo por la tarde en un teatro lleno de p¨²blico que me pareci¨® de absoluta buena fe, y que se entusiasm¨®, y aplaudi¨® sobre todo a Cyrano-Galiana. Espero y deseo que sea otro de los ¨¦xitos hist¨®ricos del teatro de repertorio en el Espa?ol.
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