Ej¨¦rcito de m¨ªnimos
El Ministerio de Defensa est¨¢ dispuesto a cumplir los plazos previstos para la profesionalizaci¨®n de las Fuerzas Armadas, pero a costa de rebajar sustancialmente su calidad profesional. A partir de ahora no ser¨¢ necesario el t¨ªtulo de graduado escolar -el escal¨®n m¨¢s bajo en la ense?anza- para aspirar a una plaza de soldado profesional; se admitir¨¢n candidatos con un cociente intelectual de 70, considerado la frontera de lo aceptable; se ampl¨ªa hasta los 28 a?os la edad l¨ªmite para optar a una plaza en el Ej¨¦rcito, y se rebajan las exigencias en las condiciones f¨ªsicas.No es el ¨²nico dato que demuestra el af¨¢n de Defensa por asegurar m¨¢s el tama?o del futuro Ej¨¦rcito profesional -disponer como sea de un contingente de 110.500 hombres en el a?o 2002- que la capacidad y la calidad del soldado. En la ¨²ltima convocatoria del a?o pasado fueron admitidos aspirantes con una nota de 0,5 sobre 10, lo que provoc¨® una seria preocupaci¨®n en el seno de la Comisi¨®n de Defensa del Congreso.
Sin duda, esta estrategia de reclutamiento responde al progresivo descenso del n¨²mero de j¨®venes que optan por ser soldados profesionales. Durante 1999, la proporci¨®n de aspirantes por plaza fue de 1,6, lo que se ha traducido en un d¨¦ficit de 2.500 soldados profesionales sobre los 65.000 previstos. El mejor camino para llegar a la cifra de 85.000 prevista para este a?o o a la de 110.500 para el 2002. No es racional rebajar las condiciones de acceso hasta l¨ªmites incompatibles con las m¨ªnimas exigencias de profesionalidad. Un Ej¨¦rcito profesional moderno se caracteriza sobre todo por el nivel de instrucci¨®n de sus miembros, en consonancia con la complejidad de las armas y las tecnolog¨ªas modernas que manejan y las misiones que deben cumplir.
Aznar vincul¨® la total profesionalizaci¨®n de las Fuerzas Armadas en el a?o 2002 a las disponibilidades econ¨®micas. De momento, ¨¦stas son favorables, pero no lo suficiente para hacer atractiva la profesi¨®n de soldado, que probablemente requiere nuevas y mejores contraprestaciones. Pero si los j¨®venes no se sienten atra¨ªdos por la milicia ni siquiera como forma de ganarse la vida, y dado que la sociedad ha pasado p¨¢gina respecto a la mili, lo razonable ser¨ªa adecuar el tama?o del Ej¨¦rcito profesional a esas disponibilidades humanas, y no rebajar su nivel. Es mejor un Ej¨¦rcito peque?o y bueno que grande y malo.
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