Ocho a?os entre rejas esperando que los jueces rectifiquen
Abderrazak Mounib y Ahmed Tommouhi llevan ocho a?os en prisi¨®n por numerosos delitos de violaci¨®n y robo que ellos niegan haber cometido. La justicia se equivoc¨® con ellos una vez y el Tribunal Supremo reconoci¨® el error. Ahora ese mismo tribunal est¨¢ realizando nuevas pruebas antes de decidir si revisa o no todas las sentencias firmes que pesan contra ellos. A la espera de esa decisi¨®n y de que el Gobierno resuelva la petici¨®n de indulto solicitado por la fiscal¨ªa de Catalu?a, los dos presos han concedido una entrevista a EL PA?S en la prisi¨®n de Brians.Es mi¨¦rcoles y hoy toca visitas. La funcionaria de prisiones empieza a identificar a los familiares que han acudido a la hora y media de vis-¨¤-vis a que tienen derecho los presos una vez por semana. De la decena de visitantes, ocho son novias, esposas o madres. Entre las excepciones hay un ni?o de cuatro a?os acompa?ado de su t¨ªo, muy ajeno a la situaci¨®n que est¨¢ viviendo su padre entre rejas y que corretea sin parar por los fr¨ªos pasillos de la c¨¢rcel. Las s¨¢banas y las toallas de repuesto que esperan en los bancos vaticinan las escenas que se vivir¨¢n en las habitaciones.
Pero tambi¨¦n hay estancias reservadas para las otras visitas. Y a una de esas habitaciones llegan Mounib y Tommouhi muy abrigados. La temperatura dentro de la c¨¢rcel no es muy distinta a la del exterior y el peque?o radiador nada puede hacer para combatir el fr¨ªo de la habitaci¨®n, donde todo es de hierro o cemento, excepto las sillas. Tommouhi llega con las manos en los bolsillos, pero lo que m¨¢s sorprende de ¨¦l es comprobar en vivo y en directo un detalle que se ha escrito en numerosas ocasiones en los diarios: el enorme parecido que guarda con Antonio Garc¨ªa Carbonell, otro preso que fue juzgado hace unas semanas en la Audiencia de Barcelona y que confes¨® la violaci¨®n por las que fueron condenados estos dos marroqu¨ªes a 51 a?os de c¨¢rcel cada uno. Un caso en el que pagaron justos por pecadores.
"Se me acus¨® de 17 causas, se me conden¨® por 4 y ahora cumplo condena por 3", recuerda Ahmed Tommouhi. 114 a?os de c¨¢rcel en total. Una condena de por vida, aunque el tiempo m¨¢ximo que una persona puede estar en una c¨¢rcel espa?ola es de 20 a?os. En el caso de Mounib, las tres sentencias firmes que pesan contra ¨¦l tambi¨¦n suman 101 a?os. La cuarta condena contra ambos fue anulada por el Tribunal Supremo en mayo de 1997 despu¨¦s de que la prueba del ADN demostrase que el verdadero culpable era Garc¨ªa Carbonell.
"Que presenten un sola prueba de culpabilidad contra m¨ª y me cambio por Joaqu¨ªn Mart¨ªnez", el espa?ol que espera en el corredor de la muerte en Estados Unidos, afirma Mounib. Su compa?ero es mucho m¨¢s contundente. "En la ley del islam se corta la cabeza o se mata a pedradas al culpable, pero no al inocente". Y una vez m¨¢s vuelven a recordar que la ¨²nica incriminaci¨®n s¨®lida que hubo contra ellos es el reconocimiento que hicieron las v¨ªctimas durante los juicios. "Yo no guardo ning¨²n rencor a las mujeres que se equivocaron conmigo y que hicieron que la justicia se equivocara tambi¨¦n con nosotros", explica Tommouhi, que ahora tiene 48 a?os y ¨²nicamente recibe la visita espor¨¢dica de su hermano. Su mujer y sus tres hijos est¨¢n en Marruecos y durante los ocho a?os que lleva entre rejas no han ido a verlo nunca por deseo expreso suyo. "Una mujer marroqu¨ª no es como una europea, que puede ir donde quiera libremente. S¨®lo sale para ir a casa de su madre o a comprar".
Abderrazak Mounib ha acudido a la entrevista con una carpeta repleta de recortes de prensa y de las cartas que ha escrito durante este tiempo clamando por su inocencia. Desde el Rey al presidente del Gobierno, pasando por el Defensor del Pueblo y el Ministerio de Justicia. Tambi¨¦n ense?a los partes m¨¦dicos que certifican que padece un hidrocele -inflamaci¨®n desproporcionada de un test¨ªculo- que dificulta mucho la consumaci¨®n del acto sexual, con lo que dif¨ªcilmente pod¨ªa ser un violador, explica ¨¦l. Tambi¨¦n muestra el parte de sanci¨®n que se le impuso en una c¨¢rcel precisamente por bajarse los pantalones delante de una funcionaria para que quedara claro ante los presos -a los efectos oportunos ante el c¨®digo de valores que funciona en prisi¨®n- que ¨¦l, con esa afecci¨®n, no pod¨ªa haber violado a nadie.
Algunas de sus v¨ªctimas explicaron este detalle en sus declaraciones ante los jueces y siguen creyendo, muchos a?os despu¨¦s, que no hay duda de que fue ¨¦l quien las viol¨®, pero Mounib se pregunta c¨®mo pueden recordar esa prueba si no era porque la polic¨ªa les indujo a ello, pues las violaciones se realizaron siempre en descampados y a oscuras. Por no recordar, adem¨¢s, que los agresores actuaban casi siempre con la cara tapada. "La justicia es para quien la hace, sea yo o De la Rosa [el empresario que compart¨ªa c¨¢rcel con ellos hasta finales de enero, cuando se acord¨® su arresto domiciliario], pero no para un inocente", explica Ahmed Tommouhi. "Yo pensaba que est¨¢bamos en Europa, no en la selva, y que aqu¨ª a la gente se le condena con pruebas", explica Tommouhi.
?De verdad que ustedes dos no se conoc¨ªan antes de ingresar en la c¨¢rcel? "Mire usted, si nos hubi¨¦ramos conocido antes, uno de los dos estar¨ªa ya muerto, porque el otro habr¨ªa acabado con ¨¦l", relata este preso, que lleg¨® a Espa?a en agosto de 1988 para trabajar de alba?il. Meses despu¨¦s se fue a Marruecos con lo que hab¨ªa ahorrado y 12 d¨ªas antes de que le detuvieran, en 1991, hab¨ªa vuelto a Martorell, a casa de su hermano, para quedarse.
"Me dicen que violamos en Tarragona, en Vilafranca del Pened¨¨s y que yo conduc¨ªa. Si yo s¨®lo s¨¦ d¨®nde est¨¢ la casa de mi hermano y no s¨¦ lo que es un coche". Abderrazak Mounib lleg¨® mucho antes, en marzo de 1975, y siempre ha vivido del comercio ambulante, "pero legal y con papeles". Sus dos hijos peque?os nacieron aqu¨ª y otros dos en Marruecos, de donde lleg¨® en 1994 su mujer, F¨¢tima.
La concesi¨®n del indulto es la posibilidad m¨¢s r¨¢pida para que recuperen la libertad, pero los dos la rechazan. "Yo no salgo si me lo dan. Me es igual seguir aqu¨ª. El indulto es para un culpable y yo soy inocente", dice Tommouhi. La otra alternativa es lo que decida el Tribunal Supremo en un proceso que puede durar m¨¢s de un a?o, pues se trata, entre otras cosas, de rastrear todos los hospitales para ver si quedan informes m¨¦dicos de las v¨ªctimas y restos de los supuestos agresores, as¨ª como de que vuelvan a declarar los guardias civiles que siempre cuestionaron su culpabilidad.
A la vista de su caso, se podr¨ªa pensar que es casi una provocaci¨®n preguntarles si conf¨ªan en la justicia. Sin embargo, la decisi¨®n del Tribunal Supremo les ha hecho recuperar un halo de esperanza. "S¨®lo pido a Dios que act¨²e de verdad la espada de la justicia", afirma Tommouhi. "Yo conf¨ªo en los jueces buenos, en los buenos jueces del Tribunal Supremo, en los buenos polic¨ªas y en los buenos m¨¦dicos y peritos", aclara Mounib. "Hasta ahora la mentira se ha hinchado como una pompa de jab¨®n, pero s¨®lo con que entrara un poquito de aire de la verdad, explotar¨ªa".
Y si la justicia no rectifica. ?Han pensado alguna vez en el suicidio? Ahmed Tommouhi vuelve a esgrimir sus convicciones religiosas. "Yo soy un musulm¨¢n de verdad y aguanto lo bueno y lo malo. Eso que me plantea es impensable". Mounib es m¨¢s pesimista. "Si no revisan las condenas, me seguir¨¦ pudriendo en la c¨¢rcel y si me muero, mi alma ir¨¢ con Al¨¢ porque soy inocente".
El timbre ha sonado ya tres veces en los pasillos de la prisi¨®n, y como si se tratara del final de unos fuegos artificiales, todo el mundo sabe que el tiempo de vis-¨¤-vis se ha acabado. Las novias y esposas salen de las celdas retoc¨¢ndose el peinado y la ropa. Y el ni?o sigue correteando por la c¨¢rcel despu¨¦s de ver a su padre.
Abderrazak Mounib y Ahmed Tommouhi regresan al M¨®dulo Residencial 1, el reservado a violadores y homicidas.
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