El pintor re¨²ne en la muestra de Vitoria medio centenar de lienzos Hern¨¢ndez Landazabal presenta una retrospectiva de su obra realista e ir¨®nica
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El Centro Cultural Montehermoso de Vitoria presenta desde ayer un recorrido por uno de los principales exponentes del realismo pict¨®rico vasco de los ¨²ltimos 15 a?os. Tres lustros que Javier Hern¨¢ndez Landazabal (Vitoria, 1959) lleva trabajando en la creaci¨®n de un universo personal, marcado por el paso del tiempo, el relato de historias con final incierto y la reivindicaci¨®n de una expresi¨®n alejada de la doctrina vanguardista, convertida ya en un academicismo m¨¢s. La exposici¨®n, que acoge unas 50 obras procedentes en su mayor¨ªa de colecciones privadas, se clausurar¨¢ el 17 de marzo.
Hern¨¢ndez Landazabal ha dividido la retrospectiva en seis apartados, que atienden en unos casos criterios cronol¨®gicos y en otros, tem¨¢ticos. En toda su obra se percibe una perfecci¨®n t¨¦cnica a la que no se limita el artista, sino que utiliza como un elemento m¨¢s en la concepci¨®n de sus cuadros. El itinerario propuesto se inicia con la serie Realidades planas, fragmentos de interiores trasladados en escala real al cuadro. En ellos se apunta el gusto de Hern¨¢ndez Landazabal por el retrato. Fachadas en ruinas, tablones carcomidos, puertas oxidadas o interiores destartalados constituyen los principales motivos de este primer grupo.La muestra contin¨²a con Personajes anacr¨®nicos, una serie de retratos de aire finisecular en tonos sepias, pero que cuentan siempre con un apunte de colorido que introduce una pincelada de iron¨ªa y humor. Estos detalles (el ni?o de Su primera comuni¨®n II que lee un fanzine anarquista; el se?or respetable que aparece sentado con un disco de Franco Battiato tras un cuadro abstracto) aparecer¨¢n de un modo u otro en las siguientes series y se constituyen como una de las caracter¨ªsticas de su obra.
As¨ª ocurre en la serie denominada Meta-art¨ªstica, obras en las que se introducen elementos de la cultura visual m¨¢s reciente, con especial atenci¨®n al pop, el c¨®mic y la fotograf¨ªa. Todas los cuadros de Hern¨¢ndez Landazabal poseen esta dimensi¨®n metart¨ªstica, pero ha dejado para este apartado los m¨¢s caracter¨ªsticos, donde se ve su deuda con Warhol o Tint¨ªn. El recorrido por este espacio contin¨²a con una peque?a serie dedicada a Oteiza, con especial incidencia en los trabajos del escultor sobre el vac¨ªo y sus creaciones literario-te¨®ricas. No hay que olvidar aqu¨ª dos obras m¨¢s que cr¨ªticas sobre la funci¨®n de los museos, como la titulada Vacas sagradas del arte vasco.
Otra obsesi¨®n del autor es el contraste entre los entornos natural y urbano. Los cuadros en los que ha investigado sobre la relaci¨®n que mantienen estos dos ¨¢mbitos son quiz¨¢s los m¨¢s melanc¨®licos, donde se ve su obsesi¨®n por el paso del tiempo, por la caducidad de las cosas.
La exposici¨®n concluye con una serie de cinco retratos, parte de ellos realizados por encargo, seleccionados expresamente por el artista. En ellos, como en el resto de su obra, destaca la perfecci¨®n t¨¦cnica, de una minuciosidad sorprendente.
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