La mayor humillaci¨®n de Gascoigne El largo y escabroso ciclo de autodestrucci¨®n del jugador ingl¨¦s m¨¢s dotado de su generaci¨®n puede haber llegado a su final
(The Independent) "No para usted de decir que es un gran futbolista -me dec¨ªa ayer una mujer-. Pero lo que es es pat¨¦tico". Desde luego, hab¨ªa cierto patetismo en la imagen de Paul Gascoigne en camilla, mientras lo sacaban el lunes pasado del terreno de juego de Middlesbrough, con el brazo roto, llorando y despotricando, de nuevo v¨ªctima de su propio crimen. Era un sufrimiento digno de las emociones presentes en el teatro de la antigua Grecia.
Pero la mujer no se refer¨ªa a eso, ciertamente. Ella pensaba: "Otra vez estamos con este tipo que pega a su esposa, borracho, chulo, monstruo de la prensa sensacionalista". Y yo ca¨ªa en la cuenta, mientras tanto, de que no hab¨ªa visto el partido para comprobar si el Middlesbrough pod¨ªa interrumpir su racha de derrotas, sino con la d¨¦bil esperanza de que Paul Gascoigne hiciera algo para redimirse. En cambio, acab¨¦ contemplando el ¨²ltimo cap¨ªtulo de una larga y morbosa historia de autodestrucci¨®n.
Pero no es la primera vez, en la carrera de Gascoigne, que un acto de violencia sin sentido -en esta ocasi¨®n, contra George Boateng, del Aston Villa- le acarrea su propio castigo, inmediato y doloroso. Tal vez este incidente acabe vi¨¦ndose como el ¨²ltimo acto de su carrera en la cumbre del f¨²tbol ingl¨¦s. Tal vez, cuando los enfermeros del Middlesbrough cubrieron su cuerpo estremecido con una manta naranja, estaban echando el tel¨®n sobre la historia de un genio turbulento que nunca acab¨® de cuajar.
Cuando se recupere de esta ¨²ltima lesi¨®n, ?qui¨¦n va a quererle? El lunes sali¨® al campo sin estar en plena forma. Hubo, como siempre, atisbos moment¨¢neos de la vieja genialidad -los pases cortos en ¨¢ngulos inesperados, la capacidad de ver d¨®nde va el bal¨®n un instante antes que todos los dem¨¢s-, pero quedaron desmerecidos por los fallos que mostr¨® su f¨ªsico corpulento. No se vio en ning¨²n momento la vieja carrerita de Gazza, que sol¨ªa servirle para adelantarse a rivales te¨®ricamente m¨¢s r¨¢pidos y preparados. No sorprendi¨® a nadie, puesto que no hab¨ªa jugado en competici¨®n desde principios de diciembre, como consecuencia de las lesiones y de un virus. Pero no dio la impresi¨®n de que, en el mundo carbohidratado de la moderna Premier League, el jugador de 32 a?os pudiera volver a ser ¨²til para un equipo, y menos a¨²n en un puesto clave.
Nadie que observe un entrenamiento con Gascoigne puede dejar de advertir el afecto que inspira en sus compa?eros, a pesar de las agresiones -a Lloyd McGrath (Coventry); Paul Harding (Notts County); Garry Parker y Gary Charles (Nottingham Forest); Magnus Erlingmark (Suecia); John Inglis (Aberdeen); y Morten Wieghorst (Celtic)- que han poblado su trayectoria en el campo. Pese a la frecuencia de esos incidentes, los jugadores los consideran aberraciones tal vez debidas -aunque nadie ha podido investigarlo todav¨ªa- a motivos cl¨ªnicos. Su generosidad y su sentido del humor suscitan afecto.
Quiz¨¢ los jugadores tienen, como tantos otros, un presentimiento de desastre y una sensaci¨®n de alivio, de que todo ocurre por voluntad divina. Gascoigne ha re¨ªdo y llorado en representaci¨®n de todos, ha cubierto sus cr¨ªmenes y su castigo, y ellos le responden con una gratitud ir¨®nica.
Pero la dif¨ªcil situaci¨®n de Gascoigne se debe a razones importantes que van m¨¢s all¨¢ de sus problemas temperamentales. Para comprender alguna de ellas no hay m¨¢s que o¨ªr una entrevista con su agente, Mel Stein, emitida el martes por la ma?ana en BBC Radio Five Live. "Una mala suerte terrible", dijo Stein sobre el incidente en Riverside, despu¨¦s de calificar el uso que Gascoigne hab¨ªa hecho de su brazo de "muy temerario"."En todos los partidos hay alguien que hace contacto con el brazo -continuaba Stein-. Pero Gascoigne tiene mala suerte. Ese chico, Boateng, debe de tener una barbilla o una frente incre¨ªblemente duras. De m¨¢rmol. Pero Paul siempre ha tenido los huesos fr¨¢giles, como sabemos por las fracturas que ha sufrido a lo largo de su carrera".
Lo sabemos, desde luego. Seguramente, la mayor¨ªa de nosotros, de haber ca¨ªdo al suelo de una discoteca en Newcastle, en plena borrachera, no habr¨ªamos sufrido la fractura de r¨®tula que retras¨® su recuperaci¨®n del incidente en la final de la Copa de 1991. Por otro lado, hay que ser justos y recordar que acababa de jugar posiblemente los mejores 45 minutos de su vida en el partido de clasificaci¨®n para la Copa del Mundo contra Holanda, en Wembley, la noche de 1993 en la que el codo de Jan Wouters le rompi¨® el p¨®mulo y le oblig¨® a llevar una rid¨ªcula m¨¢scara de Fantasma de la ¨®pera.
Stein se ocupa de los asuntos de Gascoigne desde que el Newcastle le traspas¨® al Tottenham por dos millones de libras en 1988. Stein gestion¨® el traspaso de Gascoigne al Lazio, los Rangers y el Middlebororugh. Cuando pareci¨® el momento oportuno para que el jugador publicara su autobiograf¨ªa, Stein se encarg¨® de escribirla. Ha vivido con ¨¦l el desastre de la final de la Copa, las posteriores vacaciones en Roma, la boda novelesca, las fotograf¨ªas de Sheryl -su esposa- golpeada, el amargo divorcio, el provocador incidente de la flauta en Glasgow y, quiz¨¢, otros mil dramas menores, sin que nunca parezca advertir nada raro en el comportamiento de su cliente. El martes por la ma?ana, por ejemplo, fue capaz de afirmar que, durante 44 minutos, Gascoigne hab¨ªa sido "el mejor jugador sobre el terreno de juego, el viejo Gazza, capaz de lanzar el bal¨®n a todas partes y correr como un jovencillo".
Por eso, el aspecto del incidente del lunes que m¨¢s molest¨® a Stein no fue la lesi¨®n de su cliente ni que Boateng hubiera podido resultar gravemente herido. Fue -c¨®mo no- la reacci¨®n de la prensa. "?Por qu¨¦ ensa?arse de esa forma?", protest¨®. Para explicar su preocupaci¨®n, traz¨® una rebuscada analog¨ªa con los accidentes de tr¨¢fico. "Si una persona cruza la carretera y la atropellan, se puede decir que se lo ha buscado. Sin embargo, todo el mundo siente simpat¨ªa por la v¨ªctima de un atropello".
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