Financiaci¨®n y transparencia JORDI S?NCHEZ
La mal resuelta cuesti¨®n de la financiaci¨®n de la actividad pol¨ªtica nos introduce a una m¨¢s general inquietud sobre el funcionamiento del sistema democr¨¢tico. La tentaci¨®n de algunos pol¨ªticos y de la mayor¨ªa de partidos es la de buscar soluciones al margen de la ley para subsanar la falta de realismo de nuestra legalidad vigente sobre esta cuesti¨®n. El problema que esa actitud conlleva no es exclusivamente de naturaleza jur¨ªdica (si se produce un delito, ¨¦ste debe ser sancionado) sino que la principal dimensi¨®n del problema pasa a ser de naturaleza pol¨ªtica. Una utilizaci¨®n irresponsable de los medios y del mecanismo de financiaci¨®n de las formaciones pol¨ªticas y m¨¢s concretamente de las campa?as electorales tiene muchas posibilidades de acabar en un esc¨¢ndalo que no s¨®lo acapare todas las energ¨ªas pol¨ªticas y medi¨¢ticas del momento -con un riesgo a?adido de paralizar la propia vida pol¨ªtica del pa¨ªs- sino que tiene el peligro de contribuir a la erosi¨®n de las bases de legitimidad y en consecuencia de autoridad y respetabilidad de los pol¨ªticos en general y de nuestras instituciones de gobierno. Precisamente en estas ¨²ltimas consecuencias deber¨ªamos poner atenci¨®n ya que el margen de credibilidad y legitimidad que disponen nuestras instituciones democr¨¢ticas no es ilimitado ni irreversible.La democracia goza en nuestra sociedad de un apoyo muy amplio. Pero ese apoyo tiene algunos puntos d¨¦biles que no deber¨ªamos descuidar. Uno de ellos lo tenemos en las dudas y recelos que los partidos y los pol¨ªticos en general despiertan a¨²n en sectores muy amplios de la opini¨®n p¨²blica. Es cierto que esta desconfianza se ha ido reduciendo con el paso del tiempo y gracias a la experiencia democr¨¢tica iniciada despu¨¦s de la muerte de Franco. Pero no deber¨ªamos olvidar que esa actitud sigue latente en nuestra cultura pol¨ªtica y que situaciones de tensi¨®n pol¨ªtica como las que se vivieron entre 1993 y 1996, en parte por problemas de financiaci¨®n irregular de formaciones pol¨ªticas, hicieron despertar esas pasiones adormecidas dentro de nuestro inconsciente colectivo, de amplio rechazo hacia los partidos pol¨ªticos y hacia la misma actividad pol¨ªtica. Al lector le puede parecer una paradoja la existencia, por un lado, de esa adhesi¨®n a los valores democr¨¢ticos y por otro de esa precauci¨®n hacia los actores pol¨ªticos que en un sitema democr¨¢tico como el nuestro son por excelencia los partidos pol¨ªticos. Efectivamente es una paradoja. Es la paradoja que define una cierta caracter¨ªstica de nuestra cultura pol¨ªtica y que hace muy evidente el legado de la historia pol¨ªtica espa?ola del siglo XX en ella, especialmente el legado franquista. Es por ello que la precauci¨®n que los pol¨ªticos deben tener en determinadas actuaciones para no incurrir en situaciones de ilegalidad es en nuestro caso doblemente importante.
La situaci¨®n de insuficiencia financiera en la cual muchos partidos pol¨ªticos se ven atrapados es una evidencia que nadie puede negar. Por ello es incomprensible que los propios pol¨ªticos no hayan puesto a¨²n remedio a esa situaci¨®n. La legislatura que acaba de finalizar no ha servido para disponer de una nueva ley de financiaci¨®n de los partidos pol¨ªticos. La comisi¨®n parlamentaria se vio atrapada en escenarios de confrontaci¨®n que hac¨ªan imposible el consenso y de los que no pudo salir. Y ahora, a punto de iniciar una nueva campa?a, nos encontramos con la desagradable sorpresa de que esa cuesti¨®n ha desaparecido de la agencia pol¨ªtica de campa?a. Esa capacidad de la clase pol¨ªtica y medi¨¢tica de hacer aparecer y desaparecer de la agenda tem¨¢tica del debate cuestiones sin m¨¢s criterio que la oportunidad del momento y el immediatismo m¨¢s irracional es sin duda una de las grandes amenazas para la gobernabilidad de nuestras sociedades. La dictadura del hoy puede hacer aparecer muchas cuestiones por resolver imprescindibles para garantizar un ma?ana no mucho peor que el ayer. Estas ¨²ltimas semanas hemos sido testimonios de c¨®mo la imagen del ex canciller Kohl era denostada y de c¨®mo en pocos d¨ªas una parte de su pasado quedaba seriamente amenazado por cuestiones de financiaci¨®n irregular de su partido. Es muy posible que estos d¨ªas muchos partidos est¨¦n construyendo dobles contabilidades y recibiendo dinero para la campa?a de procedencia no declarable, a pesar de ser conocedores del riesgo que corren, no s¨®lo en el presente inmediato sino tambi¨¦n en el futuro m¨¢s lejano. No acabo de comprender como los pol¨ªticos, disponiendo como disponen de otras posibilidades -como es la reforma de la ley de financiaci¨®n y la limitaci¨®n de los gastos electorales- acaban optando por caminos de mucho riesgo para sus propios intereses. Es una actitud ciertamente est¨²pida e irracional.
Tambi¨¦n es cierto que la opini¨®n p¨²blica tiene parte de responsabilidad con una actitud hostil a una adecuada financiaci¨®n de la actividad pol¨ªtica, empezando por la propia retribuci¨®n de los cargos p¨²blicos. Sobre esta cuesti¨®n es f¨¢cil posicionarse seg¨²n lleva la corriente, pero no hay duda de que en nuestra sociedad y en t¨¦rminos generales la profesi¨®n pol¨ªtica est¨¢ mal retribuida y que la reincorporaci¨®n al mercado laboral de esos profesionales no es a menudo f¨¢cil. Ciertamente lo es para los grandes cargos, pero ¨¦stos son una muy peque?a minor¨ªa. Toda instituci¨®n de gobierno cuesta dinero en cualquier modelo de organizaci¨®n pol¨ªtica y en cualquier sociedad. En democracia, la ventaja de que disponemos en referencia a la dictadura, es que podemos aspirar a conocer ese costo y la procedencia del dinero que lo sufraga. No avanzar en el camino de la transparencia es, en cierta medida, sembrar con algunos escollos el futuro de la democracia.
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