La mafia aterroriza al deporte ruso
Andr¨¦i T¨ªjonov, centrocampista de 29 a?os y capit¨¢n del Spartak de Mosc¨², el m¨¢s popular equipo de f¨²tbol ruso, lo tiene claro: "Quiero irme a jugar al extranjero". No es ya cuesti¨®n de dinero, sino de que el aire se le hace cada vez m¨¢s irrespirable. La gota que colm¨® el vaso cay¨® el pasado d¨ªa 14, cuando le robaron su todoterreno a la puerta de su casa y los ladrones tiraron a la calle sin contemplaciones a su hijo de 18 meses, que se encontraba en el interior del veh¨ªculo."No quiero seguir pasando miedo por mi familia ni un solo d¨ªa m¨¢s", declar¨® T¨ªjonov al diario Sport Express. Qui¨¦n sabe si no terminar¨¢ recalando en alg¨²n club espa?ol como su compatriota V¨ªktor Onopko, hoy en el Real Oviedo, y que emigr¨® por motivos similares. Si tuviese ocasi¨®n, probablemente har¨ªa lo mismo el delantero del Rotor de Volgogrado Oleg Veret¨¦nnikov, que en octubre de 1998, cuando paseaba con su hija de dos a?os, fue atacado por un desequilibrado que les arroj¨® ¨¢cido a la cara.
El f¨²tbol sigue siendo casi tan popular en Rusia como en los tiempos sovi¨¦ticos, pero la situaci¨®n econ¨®mica de los clubes se ha resentido mucho por la crisis global que sufre el pa¨ªs. Entre los bastidores de los clubes circula dinero de procedencia, cuando menos, dudosa, y cuando m¨¢s, mafiosa, vital para la supervivencia de muchas entidades. La creaci¨®n de sociedades comerciales, las licencias de importaci¨®n y los patrocinadores privados suponen a veces cu?as que abren la puerta a negocios sucios u operaciones de blanqueo de dinero. Las sospechas han afectado incluso a la federaci¨®n de f¨²tbol, a la que se descubrieron en noviembre de 1998 dos cuentas en Suiza supuestamente ilegales.
La relaci¨®n entre crimen organizado y deporte tiene manifestaciones tan violentas como el asesinato, el 5 de abril de 1994, del ex luchador, ex entrenador del Dinamo de Mosc¨² (el equipo de f¨²tbol de la polic¨ªa), fundador del Partido Deportista y supuesto padrino Otari Kvantriashvili, m¨¢s conocido como Otarik. Un ej¨¦rcito de guardaespaldas no pudo evitar que un tirador de ¨¦lite le metiera tres balas en el cuerpo. Hab¨ªa sido condecorado dos veces por el presidente Bor¨ªs Yeltsin, y a su concurrido entierro asisti¨® el alcalde de Mosc¨², Yuri Luzhkov.
No s¨®lo es el f¨²tbol. Por ejemplo, el presidente de la Federaci¨®n Rusa de Hockey sobre Hielo, Valent¨ªn Sich, fue asesinado el 23 de abril de 1997. Un pistolero provisto de un fusil autom¨¢tico con silenciador le dispar¨® una r¨¢faga mortal cuando el directivo, que hab¨ªa denunciado las relaciones entre mafia y deporte, pasaba con su Volvo ante el Moskvich del asesino. La federaci¨®n hab¨ªa disfrutado de importantes exenciones tributarias y ten¨ªa empresas comerciales que importaban alcohol y tabaco, dos esferas de influencia directa del crimen organizado.
M¨¢s recientemente, a finales de 1998, fueron asesinados el jugador de balonmano Alexandr Skilarov (de dos pu?aladas) y el de hockey de San Petersburgo Nikol¨¢i Nikitin (a tiros). Y hace apenas dos meses fue incendiado a la entrada del Palacio de los Deportes de Mosc¨² el BMW de la campeona de patinaje art¨ªstico Mar¨ªa But¨ªrskaya, que se lo tom¨® como un aviso, aunque no supo decir de qu¨¦.
Uno de los incidentes m¨¢s recientes puede costarle su carrera deportiva a Natalia Golerova, campeona rusa de los 800 metros, sexta en los Mundiales de Sevilla y gran esperanza para los Juegos Ol¨ªmpicos de Sydney. El pasado d¨ªa 11, un grupo de individuos la golpe¨® en las piernas con barras met¨¢licas. La entrenadora jefa de su club, Natalia Ivanova, ha dado a entender que los deportistas de ¨¦lite "que han comenzado a hacer dinero" pueden convertirse en blanco de rivales o extorsionadores.
Cuesta creer que los numerosos atentados de que han sido v¨ªctimas en los ¨²ltimos a?os deportistas o directivos sean simplemente un reflejo estad¨ªstico de la criminalidad existente en Rusia, donde se registran anualmente 30.000 asesinatos; m¨¢s de 1.000 de ellos, "por contrato".
Pero, seg¨²n la polic¨ªa, no hay un hilo conductor entre estos ataques, y se trata tan s¨®lo de casos aislados que, por ejemplo en Mosc¨², se pierden entre los 77.000 delitos registrados anualmente. Quien puede, sin embargo, se quita del camino de la mafia y pone tierra por medio.
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