Dinamita tambi¨¦n para Lizarra
La crueldad insuperable de ETA tiene, al menos, el efecto de aclarar las sombras e incertidumbres que son propias de la pol¨ªtica. Durante los 14 meses que dur¨® el cese de los atentados se suscitaron dos inc¨®gnitas principales: si la tregua supon¨ªa el fin irreversible de la violencia terrorista o si era un par¨®n condicionado a conseguir sin las armas lo que no se obten¨ªa con ellas; y si el Pacto de Lizarra propiciaba el aterrizaje del mundo de HB-ETA en el juego democr¨¢tico o supon¨ªa el despegue de las reivindicaciones nacionalistas. Desde el 29 de noviembre, la organizaci¨®n terrorista ha ido despejando todas esas dudas a golpe de dinamita. Por mucho que le fastidie al PNV, ha sido la propia ETA quien ha confirmado el diagn¨®stico pesimista de Mayor Oreja. El Pacto de Lizarra fue posible porque ETA se apart¨® a un lado de la escena, y ha sido su brutal regreso lo que ha enterrado esa entente nacionalista, que se quiso presentar forzadamente como una imitaci¨®n vasca del proceso de Irlanda del Norte. Curioso remedo norirland¨¦s ¨¦ste que lleva impl¨ªcita la exclusi¨®n de los no nacionalistas (?unionistas?) y del Gobierno de Madrid (?Londres?).Resulta comprensible la resistencia de algunos dirigentes del PNV a desandar el camino por el que han introducido al partido y a desanudar los lazos de todo tipo creados durante dos a?os con Herri Batasuna. Sobre todo cuando en esta azarosa traves¨ªa ha abandonado el bagaje de la construcci¨®n del autogobierno con el Estatuto para abrazar las tesis ¨²ltimas del independentismo radical. El objetivo poderoso de la b¨²squeda de la paz acall¨® las objeciones de muchos peneuvistas que recelaban de la aventura, en la que se ha embarcado no s¨®lo al partido, sino a las instituciones vascas. ETA ha ido volando concienzudamente en los ¨²ltimos tres meses cada una de las bases sobre las que se plante¨® esa apuesta, con el estrambote que supone elegir como v¨ªctimas al dirigente y portavoz parlamentario de un partido vasco y a un agente de la polic¨ªa auton¨®mica.
Con la pol¨ªtica de apaciguamiento y concesiones al abertzalismo radical, el nacionalismo democr¨¢tico no ha conseguido que la organizaci¨®n terrorista abandone las armas y tampoco que Herri Batasuna (tras la ruptura de la tregua, el proyecto de Euskal Herritarrok ha embarrancado) se integre sin ambages en las v¨ªas pol¨ªticas, porque su dependencia biol¨®gica de ETA se lo impide. HB est¨¢ condenada a no poder condenar, a convertirse, por acci¨®n u omisi¨®n, en c¨®mplice de su padre armado. Lo demostr¨® ayer Arnaldo Otegi al volver a banalizar el crimen como el resultado inevitable del "conflicto pol¨ªtico" y situar en el mismo nivel de "violencia" el fallecimiento en accidente de tr¨¢fico de un militante de HB, cuando volv¨ªa de visitar a un etarra encarcelado, y el fr¨ªo asesinato del adversario ideol¨®gico.
Pese a su acercamiento pol¨ªtico y sentimental a los violentos, los nacionalistas del PNV y EA no han llegado a vislumbrar la naturaleza totalitaria e insaciable de ETA, su car¨¢cter destructor y autodestructivo, su ciega determinaci¨®n a intimidar y a imponerse por la fuerza, aunque sea a costa de perjudicarse, de cerrarse salidas y arruinar los intereses de su brazo pol¨ªtico. Lo ha hecho al forzarle a HB a no presentarse a las elecciones generales y al empujarle de nuevo a la marginaci¨®n pol¨ªtica con el retorno a los atentados. Emilio Guevara, ex diputado general de ?lava y militante del PNV, atacaba ayer en el El Correo el nudo gordiano de la pol¨ªtica en Euskadi afirmando que el conflicto vasco es "pura y simplemente ETA". Y a?ad¨ªa: "ETA no es consecuencia de ning¨²n conflicto pol¨ªtico. Tambi¨¦n en Catalu?a y Galicia hay quienes se sienten s¨®lo catalanes y gallegos (...) y quienes defienden la autodeterminaci¨®n, y sin embargo no asesinan".
Al segar la vida de Fernando Buesa y Jorge D¨ªez Elorza, ETA ha derruido el ¨²ltimo y precario pilar que sosten¨ªa Lizarra, obligando al nacionalismo democr¨¢tico representado por el lehendakari Ibarretxe a adoptar una decisi¨®n que se ha resistido a tomar. En una entrevista reproducida por Gara la v¨ªspera del atentado de Vitoria, Antton L¨®pez Ruiz, Kubati, el asesino de Yoyes, uno de los interlocutores designado por la organizaci¨®n en las c¨¢rceles, pon¨ªa en limpio la raz¨®n de la ruptura de la tregua: "El PNV y EA no tuvieron el valor necesario [para] cumplir con los acuerdos a los que llegaron con ETA".
La situaci¨®n en que quedan ambos partidos y el Gobierno vasco es, ciertamente, delicada. Pero mucho peor se ofrece la alternativa de convertirse en c¨®mplices de la eliminaci¨®n de adversarios pol¨ªticos y de quedar sometidos a un tutelaje seg¨²n el cual ETA matar¨ªa o se dar¨ªa un respiro dependiendo de c¨®mo el nacionalismo democr¨¢tico fuera haciendo sus deberes para la independencia.
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