Juan Pablo II denuncia en El Cairo la violencia en nombre de la religi¨®n
, ENVIADA ESPECIAL La visita de Juan Pablo II a Egipto, la primera que realiza a este pa¨ªs de abrumadora mayor¨ªa musulmana un Pont¨ªfice romano, comenz¨® ayer en un clima de perfecta sinton¨ªa diplom¨¢tica. Tanto el Papa como el presidente de la Rep¨²blica, Hosni Mubarak, que le recibi¨® en el aeropuerto de El Cairo, coincidieron en sus discursos en la necesidad de impulsar la paz en esta regi¨®n atormentada y fomentar la armon¨ªa entre las diferentes creencias frente al fanatismo religioso. Poco p¨²blico en las calles recibi¨® a Juan Pablo II.
El Papa denunci¨® en su discurso "la terrible contradicci¨®n" que representa "hacer el mal, promover la violencia y el enfrentamiento en nombre de la religi¨®n" y elogi¨® los esfuerzos de Mubarak en pro de la paz en Oriente Pr¨®ximo.La inmensa megal¨®polis que es El Cairo, con sus m¨¢s de 20 millones de habitantes, ignor¨® al Pont¨ªfice, que s¨®lo encontr¨® en su recorrido entre el aeropuerto y la Nunciatura donde se aloja algunos grupos de estudiantes cat¨®licos entusiastas que agitaban pancartas con su nombre y banderas vaticanas. La ¨²nica presencia verdaderamente masiva en la calle era la policial. Nada sorprendente si se tienen en cuenta las tensiones religiosas que se viven en este pa¨ªs amenazado por una creciente ola de fundamentalismo isl¨¢mico, ajeno a la tradici¨®n sun¨ª, donde la comunidad cristiana copta ortodoxa vive amenazada en algunas zonas por la actuaci¨®n de bandas violentas de integristas que han matado a decenas de personas el a?o pasado. Las autoridades religiosas cristianas se han quejado a menudo de la tibieza con la que el Gobierno egipcio afronta este grave problema.
El Papa aludi¨® de pasada en su discurso a estos episodios, -"la historia pasada y la presente nos ofrece muchos ejemplos de estos abusos de la religi¨®n", dijo- pero no pas¨® de las menciones generales. El motivo de este peregrinaje a Egipto del Pont¨ªfice, como ¨¦l mismo repiti¨® ayer, no es otro que visitar el Monte Sina¨ª, "donde Dios le revel¨® su nombre a Mois¨¦s y le ofreci¨® su ley", y rezar en este paraje cargado de historia por la "armon¨ªa interreligiosa". Karol Wojtyla ley¨® con enorme dificultad su discurso, lleno de elogios al islam, a la historia milenaria de Egipto y a su actual presidente. El Papa reconoci¨® la contribuci¨®n de Mubarak "en hacer avanzar el proceso de paz en la regi¨®n" y alab¨® su compromiso "por la paz".
El presidente egipcio le respondi¨® con la misma cortes¨ªa, mencionando la dualidad religiosa de un pueblo que se inspira "en el esp¨ªritu del cristianismo y en el islam". Mubarak reclam¨® unidad para luchar "contra el fanatismo" y advirti¨® de que el establecimiento de un nuevo orden mundial estable "pasa por la oposici¨®n a todas las formas de discriminaci¨®n, injusticia, y dobles medidas", en clara alusi¨®n a los apoyos que obtiene Israel de la ¨²nica gran potencia.
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