Por una pol¨ªtica laica
ELECCIONES 2000
Quiz¨¢ sea tan s¨®lo una casualidad que el edificio que hay enfrente de mi casa, perteneciente a la iglesia cat¨®lica, s¨®lo se anime con reuniones y seminarios en v¨ªsperas de elecciones. Pero, azar o necesidad, el caso es que, observ¨¢ndoles desde el balc¨®n, de repente se me hizo evidente la afirmaci¨®n de Simone Weil de que fue la iglesia la que invent¨® un modo de hacer que m¨¢s tarde copiaron los partidos pol¨ªticos. Ella fue la primera en crear una ideolog¨ªa y en desplegar propaganda para captar el m¨¢ximo posible de fieles. Los partidos pol¨ªticos copiaron la idea, no son sino iglesias profanas: sostener un dogma y crear adeptos es su finalidad como partido.El dogma, la doctrina o la ideolog¨ªa de todas las iglesias y partidos son cuatro ideas vagas y generales que a menudo no constituir¨ªan un elemento de diferenciaci¨®n suficiente. Eso explica que la l¨ªnea de separaci¨®n entre los de este o ese partido es la pertenencia ("soy del partido socialista", "soy del partido popular", "soy cat¨®lica") y la obediencia a la autoridad de cada formaci¨®n correspondiente. Lo que es tanto como decir que piensan algunos, pocos, y los dem¨¢s repiten. Cuando uno piensa por s¨ª mismo, es dif¨ªcil que forme parte de una iglesia, porque descubre que est¨¢ de acuerdo sobre este punto con los unos, y sin embargo no sobre aquel otro punto; o bien descubre que, aun cuando piensa m¨¢s como ¨¦stos, es la actuaci¨®n de alguno de los otros la que le parece m¨¢s honrada. Se me dir¨¢ que entrar en un partido es cuesti¨®n de saber hacia qu¨¦ lado se inclinan m¨¢s nuestras ideas, pero en realidad lo que cuenta no es la adhesi¨®n hacia el pasado y el presente doctrinario sino el compromiso de futuro. Es decir, entrar en un partido o una iglesia es comprometerse a formar pi?a y a defender lo que sostengan sus autoridades m¨¢ximas ante los acontecimientos que est¨¢n por venir. Y, por tanto, independientemente de lo que nuestro juicio nos diga, uno se compromete a justificar lo que los dirigentes aprueban y a criticar lo que ellos condenan. Y eso es no pensar por s¨ª mismo o, en el caso de pensar por s¨ª mismo, es no decir lo que se piensa si est¨¢ en contradicci¨®n con lo que sostienen las autoridades.
Una prueba de lo que sostengo lo constituye el pacto de la izquierda. Todos sabemos que lo han hecho posible los dirigentes actuales de esas formaciones, y que ese pacto contradice las actuaciones, los discursos y los an¨¢lisis de sus anteriores dirigentes. Ahora es dogma lo que hasta hace poco era anatema. Lo que prueba que el programa de acci¨®n es fruto de quienes se aplican a entender la situaci¨®n del momento, esto es, que las autoridades piensan y que lo que se pide a los militantes es que est¨¦n dispuestos a extender la buena nueva. Que conste que esta buena nueva me gusta, la suscribo. Pero ya es hora de que algo cambie en los partidos pol¨ªticos porque imagino que, como muchos, estoy cansada de verme envuelta en disputas religiosas y de tener como pol¨ªticos a un mont¨®n de fieles.
Es necesario que los ciudadanos presionemos a los partidos pol¨ªticos para que entre sus proyectos figure igualmente el de cambiar la vida pol¨ªtica, como he le¨ªdo que hace la Confederaci¨®n de Asociaciones de Vecinos de la Comunidad Valenciana pidiendo que las listas sean abiertas o que se limiten los mandatos de los pol¨ªticos. Esas medidas, a primera vista, no parecen gran cosa, pero son revolucionarias. Romper¨ªan el car¨¢cter eclesi¨¢stico de los partidos porque a los ciudadanos dejar¨ªan de obligarnos a elegir a esta o esa iglesia, y a los militantes les dificultar¨ªa sus carreras pol¨ªticas basadas tan s¨®lo en la obediencia. ?Acaso no es cierto que muchos votaremos tap¨¢ndonos algunos nombres de la lista que introduzcamos en la urna?
Algunos no pueden resistir la idea de que con su voto le dan un cargo pol¨ªtico a alguien que ya ha demostrado que no es de fiar. Por otra parte s¨®lo una iglesia puede sostener que no hay personas valios¨ªsimas en otras formaciones. A m¨ª tambi¨¦n me ha gustado la forma de actuar del Sr. Pimentel, pero no s¨¦ si por los mismos motivos que a los partidos de la uni¨®n de la izquierda: sospecho que a ellos les encanta poner en evidencia al Partido Popular, a m¨ª en cambio me gusta ver que hay alguien que ha dedicado unos a?os a la pol¨ªtica, pero que no desea esa vida. Y Plat¨®n ya dijo que ¨¦sos eran los mejores, los gobernantes que no desean gobernar, es decir que no desean la vida del gobernante porque saben que ¨¦sa no es la buena vida.
La iglesia cat¨®lica no se reconoce en ning¨²n partido porque ella es un partido, si bien no concurre a las elecciones. Devolv¨¢mosle la idea de partido, de ideolog¨ªa y de fieles, que se la quede toda para ella, y nosotros construyamos sobre otras bases la vida p¨²blica.
Maite Larrauri es fil¨®sofa
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