La memoria del alma
JAVIER MAR?ASS¨®lo un futbolista italiano, que antes fue aficionado, sabe de veras lo que es un Milan-Juventus; s¨®lo uno alem¨¢n comprende cabalmente un Bayern M¨²nich-Hamburgo; s¨®lo uno argentino entender¨¢ un River-Boca; s¨®lo un ingl¨¦s se emocionar¨¢ como es debido ante un Liverpool-Manchester. Y s¨®lo uno espa?ol guardar¨¢ en la retina, desde ni?o, las cien o las mil im¨¢genes de un Madrid-Bar?a, y se ilusionar¨¢ y se asustar¨¢ convenientemente cuando se ponga el bal¨®n en juego entre estos dos equipos.
Hoy se dan mucho dos tipos de idiotas: por una parte, los entrenadores que ignoran lo anterior o hacen caso omiso; por otra, los malos aficionados -abundan m¨¢s entre los cul¨¦s, con su vamp¨ªrico vicepresidente Gaspart al frente- que preferir¨ªan ver al Gran Enemigo en Segunda o desaparecido antes que seguir con la fiesta de enfrentarse a ¨¦l un par de veces al a?o e intentar y desear derrotarlo. El primer idiota es m¨¢s da?ino a la corta, porque su capacidad de decisi¨®n puede escamotearnos el mejor combate. Van Gaal cumple con los requisitos para inscribirse en la categor¨ªa, porque a estas alturas, con su castellano de vodevil -pero lo habla- , ya no puede aducir desconocimiento, y deber¨ªa saber que en un Madrid-Bar?a resulta mucho m¨¢s imprescindible Guardiola que el mism¨ªsimo Rivaldo, no digamos que De Boer o De Boer, Zenden, Kluivert o Bogarde. Quiz¨¢ estos ¨²ltimos fueran estupendos para un Ajax-Feyenoord, y acaso el primero para un Corinthians-Flamengo, pero en un Madrid-Bar?a hasta ese "Bal¨®n de Oro" es secundario. Anoche, en Chamart¨ªn, pareci¨® un globetrotter desconcertado al no verse rodeado de amistosos tailandeses ni de admirativos vallisoletanos que no iban a aguarle los malabarismos.
El Madrid ha hecho esta temporada un f¨²tbol tan espantoso que hasta los m¨¢s encendidos merengues -pero m¨¢s aut¨¦nticos: tenemos un fuerte sentido del merecimiento- ver¨ªamos como una injusticia que acabara ganando algo. Que el principal culpable fue Toshack resulta innegable: desde que se fue, se ve a los jugadores centrados. Hay que agradecerle eso a Del Bosque -las c¨¢maras no lo buscan: es sobrio-, as¨ª como su conformidad con la penuria reciente, que lo ha llevado a alinear al Real Madrid B con refuerzos en m¨¢s de un encuentro horrible pero no hist¨¦rico, ya fue algo. Ayer sac¨® de entrada a siete futbolistas que pod¨ªan entender plenamente el car¨¢cter del partido (el Bar?a, s¨®lo a cuatro, y no era ninguno Guardiola). Sigui¨® apostando por un porterillo casi menor de edad, Iker, que ya ha dado a su equipo un mont¨®n de puntos y mucho sosiego, y que empieza a recordar a Arconada, no en balde naci¨® donostiarra; y tambi¨¦n por Guti, tan de la casa que en alg¨²n momento trae a la memoria a Val¨¢zquez, aquel maravilloso "10" no lo bastante celebrado. Puso a Ra¨²l pese a su precario estado, imprescindible ayer como Guardiola. Est¨¢ recuperando a Karanka, mima a Hierro, con Salgado es paciente y premia a Morientes. Acab¨® sacando a Sanchis, que hoy es ya como el t¨®tem de la tribu. Y al invisible Anelka logr¨® que lo vi¨¦ramos, debi¨® de saber inculcarle el esp¨ªritu de un Madrid-Bar?a, quiz¨¢ le cont¨® historias de remontadas y arbitrajes, de goleadas y humillaciones, de alegr¨ªas y burlas. Si ese fue el caso, no le tuvo que resultar dif¨ªcil, habida cuenta de que Del Bosque jug¨® como interior de gran toque much¨ªsimos Madrid-Bar?a, y su retina estar¨¢ llena de im¨¢genes para ¨¦l inolvidables. Van Gaal, no estoy seguro siquiera de que haya participado en un Ajax-Feyenoord en su vida. Pobre hombre, la verdad es que, poco intuitivo como demuestra ser cada semana, ten¨ªa imposible inculcarles nada de emoci¨®n, sentimiento, orgullo, rabia, temor y temblor o drama a sus muchachos orange y a su globetrotter brasile?o. Y lo primero que ha de saber cualquiera, desde el presidente de un club hasta el hincha m¨¢s peque?o, es que hay partidos que se juegan mucho mejor con todo eso que con libreta o pizarra. A Van Gaal no le perdonar¨¦ nunca que anoche no nos permitiera ganarle al Bar?a, sino a su remedo sin alma. S¨®lo lo primero nos satisface de veras a los merengues.
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