De 43 a 7 segundos
Los cortes televisivos con intervenciones de los candidatos en las campa?as presidenciales en EEUU pasaron de 43 segundos en 1968 a siete en 1996, seg¨²n un estudio citado por Sebastian Mallaby en el ¨²ltimo n¨²mero de Foreign Affairs. ?sta es una tendencia que se va generalizando en las sociedades llamadas avanzadas. Siete segundos -no hay m¨¢s que probarlo- son dos frases, o a lo sumo tres, muy cortas. La conclusi¨®n de Mallaby es preocupante para Estados Unidos (EE UU): los medios de comunicaci¨®n, en general hostiles, junto con un Congreso que ha estado dominando en los ¨²ltimos tiempos por el partido opuesto al del morador de la Casa Blanca, han convertido el cargo que se supone m¨¢s poderoso del mundo en un "presidente no ejecutivo".Sin embargo, el poder presidencial en EEUU se hab¨ªa construido en buena parte en la segunda mitad del siglo XX sobre los medios de comunicaci¨®n y sobre las encuestas de opini¨®n, cuantitativas o cualitativas, lo que abri¨® la v¨ªa a eso que Bernard Manin llama la "democracia de audiencia". ?sta lleva a la mayor parte de los partidos pol¨ªticos en las democracias a dise?ar sus programas y mensajes en funci¨®n de lo que espera recibir el elector; de lo que les sugieren las propias encuestas, que, por cierto, llevan en muchos pa¨ªses -de EEUU a esta parte del Atl¨¢ntico- a observar un retroceso en la demanda de reducci¨®n de impuestos a favor de una petici¨®n de buenos servicios p¨²blicos. Pero la encuestalitis se puede estar volviendo en contra de la pol¨ªtica y de los pol¨ªticos. La generalizaci¨®n de los sondeos lleva a Mallaby a concluir que "el presidente ya no habla en nombre del pa¨ªs, pues el pa¨ªs habla constantemente a los encuestadores". A lo que hay que a?adir el creciente desaf¨ªo de la opini¨®n e informaci¨®n directa a trav¨¦s de Internet.
La radio, primero, y la televisi¨®n, despu¨¦s, se convirtieron en p¨²lpitos de primera para los pol¨ªticos. Pero, seg¨²n este an¨¢lisis, los cambios tecnol¨®gicos est¨¢n socavando este p¨²lpito, "en vez de amplificarlo". Las grandes cadenas tradicionales de televisi¨®n en EEUU, y crecientemente en Europa, tienen que competir con las de pago, por cable o sat¨¦lite, por la audiencia. Lo que ha llevado a los canales generalistas a recortar la informaci¨®n pol¨ªtica, a no dar ya casi ning¨²n discurso en directo del presidente -esto queda para la CNN y otras cadenas de informaci¨®n permanente-, salvo que ¨¦ste haga aut¨¦nticas piruetas para conseguirlo, o se trate de debates cruciales, como al que parece resistirse Aznar en Espa?a frente a Almunia. Para, "dado su escaso valor de entretenimiento, de espect¨¢culo, salvo en situaciones de excepci¨®n, la presencia p¨²blica" de la pol¨ªtica, considera Fernando Vallesp¨ªn en El futuro de la pol¨ªtica (Taurus), debe desenvolverse hoy en competencia con toda una industria dedicada a fomentar la "excitaci¨®n y el esparcimiento en una situaci¨®n de permanente rivalidad por aumentar las cuotas de audiencia". En l¨ªnea con las advertencias hechas por Giovanni Sartori o Pierre Bourdieu, para el polit¨®logo espa?ol, "en nuestra sociedad, la pol¨ªtica ha dejado ya de ocupar el centro indiscutible de la atenci¨®n informativa, porque su mismo lugar dentro del sistema social se est¨¢ desplazando".
Incluso en t¨¦rminos supernacionales, tambi¨¦n est¨¢ cambiando la situaci¨®n medi¨¢tica. En este mundo nuevo, la diplomacia que m¨¢s importa puede ser hoy la de las empresas, m¨¢s que la de los Estados. Steven Case, presidente de America Online (unida ahora al imperio de Time Warner), acaba de afirmar, respecto a posibles negociaciones transfronterizas, que "las empresas de medios tratan entre s¨ª m¨¢s como pa¨ªses que como corporaciones". En este terreno, se produjo la semana pasada un acontecimiento importante: la salida de una edici¨®n en Alemania, en alem¨¢n y para alemanes y centroeuropeos, de Financial Times. Es una de las primeras experiencias serias en Europa de un diario extranjero que irrumpe en un panorama nacional. En realidad, europeo. Pues aunque sea para una ¨¦lite, dado su car¨¢cter, el gran diario econ¨®mico se sit¨²a as¨ª como el peri¨®dico europeo; parad¨®jicamente, brit¨¢nico.
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