El mensaje
EDUARDO URIARTE ROMERO
Si quer¨ªan hacer da?o matando a Fernando Buesa y a su escolta lo consiguieron. Es inconmensurable el dolor que han producido, porque son unos asesinatos in¨²tiles, unas muertes que s¨®lo sirven para reafirmarnos en lo que antes cre¨ªamos con mayor tibieza. Si quer¨ªan que crey¨¦semos menos en lo que cre¨ªamos antes, esas muertes han sido contraproducentes. Inconmensurable el dolor porque observamos la conciencia aberrante de sus asesinos, que usan la vida humana para mandar sus avisos. La vida de los seres humanos convertidas en el medio de su espantoso mensaje. La muerte es el aut¨¦ntico mensaje final de sus autores.
Aunque cay¨¦ramos en la tentaci¨®n de ceder, aunque cay¨¦ramos en la tentaci¨®n de creer en la negociaci¨®n pol¨ªtica, sepamos que el aut¨¦ntico mensaje es la muerte. Que la negociaci¨®n que proponen gira en los or¨ªgenes cavernosos de la humanidad, sobre la muerte. Que los pactos sociales que han ido conformando a la humanidad en su civilizaci¨®n pol¨ªtica a¨²n no los han estrenado. No pactan ni entre ellos; la muerte decide, marca el camino de la estrategia que tienen que seguir.
Dificilmente hubiera podido elegir ETA un objetivo, una v¨ªctima, que provocara mayor conmoci¨®n en la pol¨ªtica vasca que Fernando Buesa. No s¨®lo porque Fernando, tras una memorable intervenci¨®n muy cr¨ªtica con el Gobierno vasco hab¨ªa sacado adelante una moci¨®n inst¨¢ndole a intervenir decididamente contra la violencia callejera, no s¨®lo porque hab¨ªa ostentado en su vida una serie de cargos institucionales muy importantes, sino, tambi¨¦n, porque representaba la opci¨®n m¨¢s d¨²ctil, y con capacidad de dialogo, entre las no nacionalistas. El objetivo de Fernando Buesa constituye el mensaje m¨¢s radical, mensaje de autoafirmaci¨®n de ETA, mensaje hacia EH, y, sobre todo, mensaje hacia el PNV.
El atentado coloca en una encrucijada al PNV: o seguir en Lizarra, en esta din¨¢mica en la que ETA tiene la ¨²ltima palabra con la muerte, o no seguir. Y a EH los sit¨²a en la misma encrucijada, pero demostr¨¢ndole a su vez qui¨¦n es el que manda, quien es la vanguardia. Otra v¨ªctima no hubiera dispuesto tantos significantes.
La did¨¢ctica de este asesinato supone, adem¨¢s, ratificar la formulaci¨®n endog¨¢mico-nacionalista de Lizarra: ratificar la ruptura con los no nacionalistas -nada con ellos-; prologar, en todo caso, cualquier proceso de dialogo con el mensaje de que si negocian los constitucionalistas, es porque est¨¢n de rodillas, asustados: ratificar la concepci¨®n numantina y totalitaria de que la mediaci¨®n seguir¨¢ siendo la violencia y la opresi¨®n.
Si el PNV sigue adelante con Lizarra no debe sentirse enga?ado, el aviso est¨¢ dado. ?O acaso cree en su ingenuidad el PNV que la soberan¨ªa vasca secesionista puede surgir de un plebiscito democr¨¢tico? ETA sabe que no, y si surgiera por extra?o fen¨®meno sin violencia, ello no garantizar¨ªa el triunfo del totalitarismo que preconiza. Necesita, de todas todas, la violencia.
El Pacto de Lizarra, aunque pol¨ªtica e ideol¨®gicamente apuntaba en el sentido que ahora padecemos, pudo en su origen crear la expectativa de que la din¨¢mica pol¨ªtica e incluso institucional que HB asum¨ªa en el seno de la tregua iba a favorecer la normalizaci¨®n pol¨ªtica, pero la duda y las posibilidades se han desvanecido. El camino de futuro que desde ahora se le abre a los nacionalistas democr¨¢ticos empieza ya a atravesar un cementerio, ante el dolor y la crispaci¨®n del resto de la sociedad. O deciden salir de la espiral de violencia o ser¨¢n engullidos por ella.
Pido perd¨®n por analizar de esta manera una tragedia humana. Fernando Buesa fu¨¦ compa?ero desde el colegio y no dejo de escandalizarme por intentar entender lo que significa su asesinato. Pero han sido ellos los que han elegido el tema en la entra?able figura de Fernando.
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