Eutanasia para un asesino de ni?os
Conocido como el asesino de los p¨¢ramos, el brit¨¢nico Ian Brady, de 62 a?os, compareci¨® ayer por segunda vez en los ¨²ltimos 30 a?os ante los tribunales. En 1966, los jueces le condenaron a cadena perpetua por el asesinato de cinco menores, cuyos cad¨¢veres enterr¨® luego en un terreno yermo cercano a Manchester. En su nueva comparecencia en una sala de vistas, Brady -que lleva cerca de cinco meses en huelga de hambre y est¨¢ siendo alimentado a la fuerza con una sonda g¨¢strica- ha pedido que le sea aplicada la eutanasia."Ya he tenido bastante", ha dicho Brady. "No quiero nada, mi objetivo es morir y liberarme de una vez de todo esto. S¨®lo lamento no haber luchado por mi muerte hace d¨¦cadas".
La justicia brit¨¢nica deber¨¢ decidir ahora si el recluso est¨¢ capacitado para entender las fatales consecuencias que implicar¨ªa la aceptaci¨®n de su solicitud. Los jueces deber¨¢n, asimismo, decidir si alimentarle a la fuerza viola sus derechos o bien constituye un tratamiento m¨¦dico que el interesado puede rechazar.
Antes de que los nombres de Fred y Rosemay West -el matrimonio que torturaba y asesinaba en su casa de Gloucester-, y el de Harold Shipman -el m¨¦dico de cabecera que mat¨® a 15 de sus pacientes- se hicieran tristemente famosos en el Reino Unido, el asesino en serie por antonomasia era Ian Brady. Considerado por los m¨¦dicos como un hombre inteligente con un profundo trastorno psicop¨¢tico de la personalidad, sus cr¨ªmenes eran del dominio p¨²blico.
Otro tanto suced¨ªa con su novia y c¨®mplice, Myra Hidley, que le ayud¨® a enga?ar a las cinco v¨ªctimas con dulces y mentiras para llevarlas luego hasta el lugar del crimen.
Casi 35 a?os despu¨¦s de que ambos reconocieran haber secuestrado, torturado, abusado sexualmente y luego asesinado a Lesley Ann Downey, de 10 a?os; Edward Evans, de 17, y John Kilbride, de 12 -en 1987 admitieron haber matado tambi¨¦n a Pauline Reade, de 16 a?os, y a Keith Bennet, de 12-, Brady ha decidido acabar con su encierro de la ¨²nica manera que considera posible: muriendo.
Hace tres d¨¦cadas, los jueces le dijeron que no saldr¨ªa jam¨¢s de la c¨¢rcel. Las distintas apelaciones que present¨® ante el Ministerio de Interior -facultado en el Reino Unido para mantenerle entre rejas o bien liberarle- se han visto siempre rechazadas. Seg¨²n los titulares del ministerio, ya fueran conservadores o laboristas, una persona capaz de grabar los gemidos de los peque?os cuando eran torturados y de merendar luego sobre sus cuerpos enterrados no merec¨ªa recobrar la libertad.
Otro tanto le ha ocurrido a Myra Hindley, que se considera rehabilitada y ha renegado de su pasado, pero sigue encarcelada.
Brady no se quej¨® del trato recibido en prisi¨®n hasta el pasado septiembre. Instalado desde 1985 en el hospital de alta seguridad de Ashworth, en el centro del pa¨ªs, la direcci¨®n pens¨® que estar¨ªa m¨¢s controlado en un ala reservada para los enfermos mentales m¨¢s graves y peligrosos.
Muy seguro de su "superior inteligencia", Brady se tom¨® ese cambio como una afrenta. "Pas¨¦ ex¨¢menes de alem¨¢n, psicolog¨ªa, literatura inglesa y psicolog¨ªa", ha dicho, "pero en 15 a?os no he estudiado nada, a no ser el ordenador, que me han confiscado".
El hecho de que el traslado no le fuera comunicado con antelaci¨®n, y la circunstancia de que los enfermeros usaran la fuerza para llevarle, ha sido criticado por el psiquiatra que le examin¨® con posterioridad.
A pesar de la huelga de hambre que mantiene desde entonces, Brady ha calificado su traslado de "excusa para ocultar la p¨¦sima situaci¨®n interna de Ashworth". Sus abogados alegan que est¨¢ l¨²cido y rechaza la comida sabiendo que morir¨¢.
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