Militantes de base
La campa?a electoral es una oportunidad para el lucimiento pol¨ªtico de l¨ªderes y cargos intermedios. Pero todos nos hemos preguntado alguna vez de d¨®nde surge esa intensa capacidad de movilizaci¨®n de los partidos durante la campa?a, mientras que a lo largo del a?o la pol¨ªtica es cosa de c¨²pulas diminutas, reunidas en torno a mesas peque?as, casi siempre sin luces ni taqu¨ªgrafos. Porque la campa?a es tambi¨¦n el tiempo de las bases, de los aguerridos y abnegados militantes, que pugnan por hacerse un hueco (o m¨¢s bien rellenarlo) en polideportivos, cines y casas de cultura.La pol¨ªtica es ejercicio reservado a las ¨¦lites y el militante, un saludable combustible predispuesto a los momentos de gran intensidad. El que escribe cuenta con un amigo que disfruta de esa honorable condici¨®n. Ignoro su participaci¨®n en ¨®rganos internos, pero lo cierto es que toma autobuses como nadie, enronquece en las concentraciones, se suma a las manifestaciones, rellena salas de conferencias, salones y plateas. ?l me confesaba hace un par de d¨ªas su cansancio: acude a todos los actos que puede, acepta las consignas (utiliza esta ¨²ltima palabra con una naturalidad que estremece al escritor), mantiene en la empresa donde trabaja una tensa pugna debido a sus reiterados escaqueos, que desde luego no son fruto de la desidia, sino que vienen justificados por una causa m¨¢s alta: el respaldo a los l¨ªderes en cada genial iniciativa dise?ada por el comit¨¦ electoral.
El amigo del que escribe ha hollado ya, en este arranque de campa?a, los tres territorios hist¨®ricos del paisito (y lo que le queda por delante); ha aplaudido de ma?ana, al atardecer y en madrugada; ha tenido muy en cuenta las consignas. Uno alaba y reconoce su esfuerzo y su trabajo. Lamentablemente, la sobredosis partidaria se hace a¨²n m¨¢s visible en estos dif¨ªciles momentos: cualquier leve objeci¨®n al l¨ªder le parece una infamia.
Se trata de un pernicioso efecto de estas ruidosas representaciones que prev¨¦ para s¨ª la democracia: convierte en irascible a la gente m¨¢s paciente y razonable. S¨¦, sin embargo, que se trata de algo transitorio: mi amigo se calma de inmediato cuando todo esto termina. El pr¨®ximo d¨ªa 13 volver¨¢ a pensar en sus amigos, su familia y su trabajo. Incluso hablando del l¨ªder, como antes, har¨¢ una mueca de desagrado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.