Los alemanes
MIGUEL ?NGEL VILLENA
Doce millones de turistas alemanes visitan este pa¨ªs cada a?o y la mayor¨ªa de ellos se conforma con descubrir esa Espa?a de sol, playas, toros y flamenco que venden las agencias. Pero, en el lado contrario de la balanza, apenas unos 300.000 espa?oles viajan anualmente a Alemania. Si la cifra no resulta suficientemente significativa del escaso conocimiento de la cultura germana en nuestra tierra, bastar¨¢ a?adir que s¨®lo un 2% de espa?oles en edad adulta habla, escribe o entiende la lengua alemana. As¨ª las cosas, la imagen de los alemanes en Espa?a est¨¢ lastrada por t¨®picos y chascarrillos, influida por las pel¨ªculas de nazis, ali?ada con salchichas, patatas y cerveza o descrita en chistes de cabezas cuadradas. Salvo para una minor¨ªa, el bagaje de los espa?oles sobre uno de los pa¨ªses m¨¢s interesantes de Europa no pasa de una visi¨®n sesgada y parcial. Afrancesados hasta hace bien poco y fascinados despu¨¦s por la hegemon¨ªa de Estados Unidos, los espa?oles han solido ignorar la riqueza de otras culturas, incluidas algunas tan pr¨®ximas como la portuguesa o la marroqu¨ª.
Desde hace muchas d¨¦cadas, los colegios alemanes en el extranjero intentan superar, contra viento y marea, esas visiones reduccionistas. Varias generaciones de valencianos somos testigos de que el empe?o ha dado sus frutos y hemos tenido el privilegio de comprobar que sin la cultura alemana, con sus brillantes luces y con sus terribles sombras, no puede entenderse la historia de Europa del siglo XX. La visita ayer de la ministra de Justicia de la Rep¨²blica Federal, Herta D?ubler-Gmelin, para inaugurar la reforma del Colegio Alem¨¢n de Valencia avala un esfuerzo de mucho tiempo por explicar que, m¨¢s all¨¢ de los lugares comunes, Alemania tambi¨¦n est¨¢ formada por las m¨²sicas de Bach o de Beethoven, por las filosof¨ªas de Kant, Heidegger o Marx, por el teatro de Brecht, por las literaturas de B?ll y de Grass, por el cine de Lubitsch, Lang, Wenders o Herzog, por la danza de Pina Bausch o por los cuentos de los hermanos Grimm. ?Puede entenderse y disfrutarse nuestro mundo sin todos ellos?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.