Los gestos AGUST? FANCELLI
Te encuentras a gente y todos coinciden: "?Qu¨¦, la campa?a?, aburrida, ?no?". Pues, hombre. Si algo hay diverso es lo que cada uno entiende por diversi¨®n, que no por nada ambos t¨¦rminos proceden de la misma ra¨ªz. Y si diversa es la diversi¨®n, diverso deber¨ªa ser su contrario, el aburrimiento. Tanta unidad de destinos en lo aburrido da, pues, que pensar. Quiz¨¢ ocurre que a las campa?as les exigimos con cierto candor, o hipocres¨ªa, o las dos cosas juntas, que sean electorales, y no electoralistas, que es lo que de verdad son. Circula el mito de que estos periodos son como limbos dedicados a la exposici¨®n concienzuda de alternativas sobre las que el ciudadano responsable deber¨¢ pronunciarse. Y esto no es. Los programas est¨¢n, pero a ver qui¨¦n es el guapo que se los zampa: eso s¨ª es mortal de necesidad. E in¨²til, porque los programas se entienden mucho mejor cuando se ejecutan, es decir, cuando se gobierna o se ejerce una buena oposici¨®n, que cuando se anuncian como elixires milagrosos.Yo les aconsejo una cosa para mantener el buen humor: no esperen grandes ideas de este tipo de funciones, ded¨ªquense a espiar los gestos. Dicen muchas cosas y a veces hasta te entra la risa. Por ejemplo, ?qu¨¦ me dicen de Arias-Salgado sustituyendo a Snoopy ahora que Schultz se nos ha ido? Un puntazo. ?O de Joaqu¨ªn Almunia dejando caer al suelo las propuestas de sus adversarios? Desde mis tiempos de estudiante de matem¨¢ticas, el profe no me hac¨ªa algo as¨ª. Por no hablar de palabras largamente sepultadas y que de pronto se levantan y echan a andar, como "mamporrero" o "cero patatero" pronunciado por esa boquita. Pero de todo lo que llevamos visto hasta ahora, yo me quedo con el v¨ªdeo de Converg¨¨ncia i Uni¨®. De entrada sorprende que la oposici¨®n no se haya encabritado por la sospechosa coincidencia de est¨¦ticas entre esa grabaci¨®n y los noticiarios de TV-3: ambos se inclinan descaradamente por el blanco de los anuncios de salvaslips finos, seguros y con alas, como Arias-Salgado. Luego est¨¢ ese empe?o sistem¨¢tico del realizador por convertir a los personajes de la obra en personajillos que asoman por el rinc¨®n menos esperado de la pantalla: seguro que a Trias se le ocurri¨® identificarse con Wally tras haberse visto por primera vez en semejante gui?ol. Adem¨¢s, con el jefe el realizador no se atreve: ¨¦l s¨ª aparece al final en un plano que ocupa toda la pantalla. Pero lo bueno no es eso, sino el gesto que hace cuando dice que "l'estabilitat, el di¨¤leg i el progr¨¦s seguiran tenint un nom: el de Converg¨¨ncia i Uni¨®": con el pulgar extendido por encima del hombro, indica fugazmente a tres sujetos desenfocados que aparecen al fondo y que son nada menos que Esteve, Trias y Duran. Parece como si los triunviros estuvieran jug¨¢ndose a los chinos qui¨¦n apu?ala al C¨¦sar. Pero ¨¦ste les se?ala despectivamente, como diciendo "tras de m¨ª, el diluvio". Qu¨ªtenle el sonido y ver¨¢n. Y si siguen aburri¨¦ndose, es que no tienen remedio.
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