Un adi¨®s que se produjo hace meses
La era Ranieri en el Atl¨¦tico concluy¨® oficialmente ayer, m¨¢s o menos un par de meses despu¨¦s de su final real. Porque hac¨ªa tiempo que ¨¦ste era un ciclo acabado. Mantenido artificialmente con vida por culpa de la particular situaci¨®n que vive el club, en manos judiciales y no deportivas. Pero sin salida posible, sin una ventana de esperanza a la que agarrarse. El ciclo Ranieri estaba roto desde la mirada del vestuario, que ya antes de la intervenci¨®n judicial del club se hab¨ªa hartado de la pol¨ªtica de reproches p¨²blicos del t¨¦cnico, que no cre¨ªa en ¨¦l, que no compart¨ªa sus principios t¨¢cticos. Estaba roto tambi¨¦n desde el sentir del aficionado rojiblanco, que no le soportaba por lo aburrido de sus planteamientos y por lo provocador de sus alineaciones (ausentes siempre de alg¨²n apellido ilustre) y, sobre todo de sus cambios, que en la mayor¨ªa de los casos afectaban a los preferidos de la grada. Estaba roto igualmente desde la actual direcci¨®n del club, tambi¨¦n cansada del italiano por mucha que fuera su inexperiencia en los asuntos del palco. Y estaba roto, claro, desde la perspectiva del mismo entrenador, que no s¨®lo se sab¨ªa sin asideras, sin autoridad ya sobre nadie, sino que hab¨ªa perdido completamente la ilusi¨®n y las ganas. El mensaje que ha venido lanzando Ranieri en las ¨²ltimas jornadas parec¨ªa m¨¢s una invitaci¨®n intencionada a su despido que a ganarse renovada confianza. Nada ataba a Ranieri, ni siquiera lo econ¨®mico: el t¨¦cnico ya ha cobrado todo lo que le corresponde por este ejercicio. Pero el Atl¨¦tico vive d¨ªas raros en los despachos, y por ah¨ª arriba hay muchas m¨¢s dudas en las cuestiones deportivas que decisiones. La ruptura finalmente se ha producido. Aunque demasiado tarde, sostenida con un recambio demag¨®gico -la vuelta de Antic mira m¨¢s al grader¨ªo que al equipo-. Pero el Atl¨¦tico no pod¨ªa seguir as¨ª. Ranieri se va, aunque muchos d¨ªas despu¨¦s de certificar su fracaso, y Antic vuelve animado por uno de esos est¨ªmulos a los que no sabe resistirse: ver la defunci¨®n de quien provoc¨® la suya tan s¨®lo hace unos meses (recuerden la final de Copa). Por ah¨ª todo normal, hasta l¨®gico.
Lo que suena a chirigota es la reacci¨®n de Jes¨²s Gil. El antiguo due?o, ahora viendo los toros desde la barrera, se rasga las vestiduras por un banquillo que se mueve. Y hasta lo clasifica, precisamente ¨¦l, como el anticipo de la descomposici¨®n del club. Lo que son las cosas.
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