'Zanahorias' ENRIQUE GIL CALVO
Cuando la campa?a electoral dobla su ecuador, cunde la sospecha de que Aznar va a obtener por defecto una inmerecida reelecci¨®n. Y digo por defecto porque su ventaja efectiva en los sondeos es tan reducida que todo depender¨¢, una vez m¨¢s, de c¨®mo se distribuya a derecha e izquierda el imprevisible d¨¦ficit de participaci¨®n electoral. Y si se confirman los augurios, habr¨¢n sido los abstencionistas quienes el pr¨®ximo domingo reelegir¨¢n por omisi¨®n al presidente Aznar, avalando as¨ª su pasada ejecutoria de ileg¨ªtimo abuso de poder. ?C¨®mo es posible que un electorado ideol¨®gicamente progresista pueda reelegir a un gobernante como Aznar, aunque sea por defecto u omisi¨®n?La mayor¨ªa de los analistas, influidos por la met¨¢fora que convierte a la democracia en un mercado, lo achacan a factores de oferta, atribuyendo el previsible ¨¦xito de Aznar a la ventaja comparativa que presenta su programa y su campa?a respecto a las de la izquierda plural. Y en este sentido, la clave residir¨ªa tanto en los masivos medios de que dispone el r¨¦gimen de Aznar, que tiene comprada a la casi totalidad de la opini¨®n publicada, como sobre todo en la muy superior astucia demostrada por Rajoy respecto a Ciscar, como art¨ªfices de las campa?as de Aznar y Almunia. Es verdad que, en un comienzo, el hallazgo del pacto con Frutos le concedi¨® al PSOE una ef¨ªmera iniciativa. Pero en seguida contraatac¨® Rajoy, barriendo a Ciscar con un dise?o de campa?a que est¨¢ siendo calificado de magistral.
Se trata de un goteo de zanahorias fiscales que se ofertan a plazos como si fuesen letras de cambio regaladas a cr¨¦dito para mantener muy elevada su tasa de inter¨¦s electoral. Y esto les parecer¨¢ muy brillante a los admiradores del poder, pero desde luego es hacer trampa truncando el juego limpio que debiera presidir toda campa?a. Los programas deben presentarse al p¨²blico antes del pistoletazo de salida, y no a mitad de carrera y mucho menos despu¨¦s del final, que es para cuando los electores podr¨ªan esperar cobrar las promesas a plazo fijo de la oferta de Aznar. De ah¨ª que deba hablarse de zanahorias, haciendo de los votantes unos asnos que se acercan al molino de las urnas tentados por un se?uelo aplazado que quiz¨¢ no lleguen a catar.
En contraste con un marketing tan ma?oso, la campa?a de la izquierda plural ser¨ªa torpe, gris y roma, sin ninguna habilidad para vender un caduco producto que los electores resabiados se resisten a comprar. En efecto, se dir¨ªa que ni PSOE ni IU se creen su propio programa com¨²n, y por lo tanto no lo saben explicar con suficiente credibilidad. En consecuencia, a sus votantes potenciales tampoco les merece cr¨¦dito, sinti¨¦ndose tentados de no acudir a las urnas. Y en esto podr¨ªa influir la mala conciencia de unos y otros, que a¨²n se resienten recordando los pasados errores de socialistas y comunistas, todav¨ªa pendientes de explicar. El elector de izquierdas ni olvida ni perdona, y lo demuestra neg¨¢ndose a votar a estas izquierdas, las ¨²nicas que hay.
En suma, esta ¨®ptica mercantil, que analiza la abstenci¨®n desde el lado de la oferta, termina por culpar s¨®lo a los pol¨ªticos por su propia incapacidad para seducir a los electores. Ahora bien, las cosas parecen muy distintas si las contemplamos desde el lado de la demanda, que es precisamente la posici¨®n de la ciudadan¨ªa. ?Qu¨¦ son ante todo los electores: clientes o ciudadanos? En su reciente art¨ªculo El cansancio de la democracia (publicado en el n¨²mero 99 de la revista Claves), Francisco Laporta se?ala que el d¨¦ficit democr¨¢tico que aqueja a la pol¨ªtica europea no cabe atribuirlo tanto a los pol¨ªticos (pues no hay m¨¢s cera que la que arde) como a los ciudadanos: en definitiva, cada sociedad tiene los gobernantes que se merece, y a los que vota por acci¨®n u omisi¨®n. Pues bien, apliquemos esta evidencia a nuestro caso: si Aznar es reelegido no ser¨¢ tanto por culpa de Almunia y Frutos como por culpa de nuestros conciudadanos, que demuestran carecer de escr¨²pulos sea para votarle, sobornados por sus zanahorias fiscales, o sea para consentir con su abstenci¨®n que le reelijan los asnos.
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