La huida
Tras la detenci¨®n en octubre de 1998 de Pinochet en Londres a requerimiento del juez Garz¨®n, los objetivos del Gobierno de Aznar han sido m¨²ltiples: hacer todo lo posible para evitar que Pinochet fuera extraditado a Espa?a; limitar los efectos negativos que el proceso de extradici¨®n estaba teniendo en las relaciones de Espa?a con Chile y con el conjunto de Am¨¦rica Latina (est¨¢ por ver), y no parecer interferir con la independencia judicial espa?ola, aunque entrara en conflicto con la tambi¨¦n norma constitucional de que la pol¨ªtica exterior la dirige el Gobierno. Todo ello sin que el caso costara un solo voto al PP, ni por el centro, ni por esa derecha rancia, como la que representa el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Fungairi?o, que lleg¨® a justificar el golpe cruento de Pinochet.Debido a sus propios complejos hist¨®ricos, en ning¨²n momento quiso el Gobierno plantear un conflicto de competencias con el juez Garz¨®n para no tramitar la extradici¨®n (y tampoco el juez lo ha planteado contra el Gobierno por no recurrir la decisi¨®n de Straw de liberar a Pinochet). En cuanto a la no interferencia con el Poder Judicial, ha sido legalmente escrupulosa. Pero ello no ha impedido utilizar el brazo de la fiscal¨ªa o hacer uso de la posibilidad de no recurrir las decisiones administrativas -de hecho, pol¨ªticas, pues Straw no las habr¨ªa tomado sin el apoyo de Blair y del titular de Exteriores, Robin Cook- en Londres.
Se buscaron varias salidas, para evitar la extradici¨®n de Pinochet a Espa?a, pero resultaron todas impracticables, incluido el recurso a un arbitraje bilateral entre Madrid y Santiago de Chile, en lo que Almunia no quiso colaborar. Y as¨ª, pronto, los Gobiernos de Espa?a, Chile y el Reino Unido llegaron a la ¨²nica posible: la humanitaria, aprovechando la discrecionalidad, conocida desde un principio, que otorga el ordenamiento brit¨¢nico al ministro del Interior para, por razones humanitarias o de salud, interrumpir un procedimiento de extradici¨®n, antes de concluido, en lo que era una decisi¨®n que, al ser pol¨ªtica, se pod¨ªa no recurrir (lo que no equivale a que no se deb¨ªa recurrir).
Sorprende que sorprenda ahora que se cocinara esta salida; pues los contactos y conversaciones fueron m¨²ltiples aunque discretos. Ya en julio, en su famoso art¨ªculo en El Mercurio, Abel Matutes aludi¨® p¨²blicamente a esta posibilidad y se comprometi¨® a no recurrirla si se presentaba. Claro, que para que se presentara era necesario que la naturaleza colaborara, o al menos que as¨ª se aparentara. S¨®lo en septiembre y octubre, diversos ataques empezaron a hacer mella en la salud del ex dictador, hasta un grado que, a todas luces, no es irreversible. En la gesti¨®n del caso al Gobierno de Aznar se le podr¨¢ acusar de poner por delante la raz¨®n de Estado a la de la defensa de la justicia internacional; de cinismo; de haber esquivado siempre pronunciarse sobre el fondo de la cuesti¨®n, pues tira la piedra y esconde la mano; de gesti¨®n con trampas; pero no de incoherencia.
Incluso la filtraci¨®n por el Gobierno, salt¨¢ndose el principio del secreto del sumario y de la confidencialidad exigida por los jueces brit¨¢nicos, de los informes m¨¦dicos independientes sobre la salud de Pinochet sirvi¨® para alimentar la escenificaci¨®n de la salida humanitaria, y ayud¨® a Straw... hasta que Pinochet ha llegado a Chile, de pie, y con un desaf¨ªo de los militares chilenos al Gobierno que no sirve a la causa de la transici¨®n hacia la democracia. Para el Gobierno espa?ol, hab¨ªa un problema y se ha solucionado. O mejor dicho, se ha trasladado a Chile.
Ser¨ªa bueno, sin embargo, que Chile mantuviera su demanda contra Espa?a ante La Haya, en aras de aclarar algunos aspectos de este caso, reflejo de lo que se ha venido a llamar la globalizaci¨®n judicial. En todo caso, pese a la huida de Pinochet -y de que no era razonable que Espa?a fuera justamente el pa¨ªs de origen y destino judicial de Pinochet-, Garz¨®n puede estar satisfecho. Ha abierto un camino, creado un precedente y marcado un tanto judicial, pues, pese a todo, Pinochet ha salido de Londres como acusado.
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