Compromisos de Almunia, condiciones de Trias
LA CR?NICA
Los progres est¨¢n pesimistas, y los ciudadanos en general, ap¨¢ticos.Quiz¨¢ con razones. Entre ellas, las encuestas, la reiteraci¨®n de mensajes mitineros, la negaci¨®n del debate televisado, la carencia de carismas, la polarizaci¨®n izquierda-derecha, que excluye matices. Y cuanto argumento para el desencanto o el cinismo quiera a?ad¨ªrseles.
Y sin embargo, esta campa?a arroja novedades extraordinarias mediante las que Espa?a se civiliza un poco m¨¢s. Novedades del ¨²ltimo tramo, como la cuantificaci¨®n de ofertas electorales, de las cuales tendr¨¢n que responder los futuros gobernantes. Joaqu¨ªn Almunia dio ayer un paso m¨¢s al comprometerse con las 18 medidas que adoptar¨ªa en sus primeros cien d¨ªas, caso de ganar. El gesto del l¨ªder socialista sintoniza con otras tradiciones democr¨¢ticas, marca sus prioridades y descarta sorpresas oportunistas, pues son medidas contenidas en su programa y/o su manual de campa?a. Ser¨¢ as¨ª ¨²til para quienes consideren la opci¨®n de votarle y tambi¨¦n para quienes se quieran reafirmar en lo contrario.
Desde una perspectiva largoplacista, hay algo notable. El primer punto propugna "rehacer el consenso" democr¨¢tico para la lucha antiterrorista y la pacificaci¨®n, mediante la convocatoria del denostado Gobierno de Ajuria Enea y de los partidos parlamentarios.
Quiz¨¢ esa propuesta, en una coyuntura pasional, pespunteada de atentados, de adjetivos desaforados en Euskadi y de demonizaci¨®n del PNV por su fracasada estrategia, no le a?ada un voto al PSOE. La apuesta es suya. Pero ?existe alguna salida que no pase por esas medidas? Si el asunto vasco -junto al paro- es hoy el gran problema de Espa?a, la pregunta que corresponde a los electores contestarse es: ?qu¨¦ estrategia y qu¨¦ persona pueden encauzarlo mejor, ya que no zanjarlo?
Tambi¨¦n sobresale que el candidato nacionalista Xavier Trias publique sus 12 condiciones a quien corteje sus esca?os para formar Gobierno. As¨ª, contra la histeria y el secretismo de 1996, nadie se llevar¨¢ a enga?o. La tabla olvida el problema vasco, que tambi¨¦n preocupa a los catalanes. Casi todos sus puntos casar¨ªan con los programas de los dos grandes. Destaca uno. Si a CiU le correspondi¨® el m¨¦rito de convencer al PP para suprimir la mili obligatoria, ahora pretende adelantarla, en lo que converge con el PSOE.
Pero el tema estrella es la reivindicaci¨®n de reducir el d¨¦ficit fiscal de Catalu?a (la diferencia entre lo que aporta al Estado y el conjunto de las inversiones y transferencias que de ¨¦l recibe -estimada en torno al bill¨®n de pesetas-), en 400.000 millones de pesetas anuales.
?Por qu¨¦ el tono perentorio de la condici¨®n? Quiz¨¢ para hacer olvidar que Jordi Pujol codise?¨® con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar el actual esquema de financiaci¨®n auton¨®mica -traspaso del 30% del IRPF-, que ha sido un desastre financiero para la Generalitat, como advirtieron en su d¨ªa los mejores expertos.
El d¨¦ficit fiscal es la contrapartida -que puede ser ajustada o excesiva- pagada por las regiones o pa¨ªses ricos (Catalu?a y Madrid, Alemania y Holanda) por el super¨¢vit comercial que les genera compartir un mercado ¨²nico con zonas menos desarrolladas a las que exportan y en las que invierten (Andaluc¨ªa y Extremadura; Grecia y Espa?a). Es un tributo de solidaridad y cohesi¨®n: Catalu?a es, pues, muy solidaria, aunque a veces sus l¨ªderes induzcan a creer lo contrario.
Est¨¢ bien que se calcule lo que aporta y recibe cada uno, como reclama Trias. Y tambi¨¦n que se reconsideren los posibles excesos. Pero, ?desde la dial¨¦ctica de la confrontaci¨®n, de la queja? La mediocre imagen del pujolismo en media Catalu?a y en mucha Espa?a debe bastante a la sensaci¨®n de que su "apoyo a la gobernabilidad" desde fuera del Gobierno -socialista o popular- agot¨® muchas de sus virtudes hace ya tiempo, como crey¨® Miquel Roca. S¨®lo se siente como de la familia a quien se moja, a quien arrostra las duras igual que recoge las maduras. Como hicieron el general Prim, Francesc Camb¨® o Llu¨ªs Companys, entrando en el Gobierno.
Si a eso se le une el cansancio por la eternizaci¨®n de la ambig¨¹edad -gobernabilidad s¨ª, pero tambi¨¦n Declaraci¨®n de Barcelona, de contornos soberanistas-, se explica que los pron¨®sticos auguren en Catalu?a la victoria socialista habitual en las legislativas, acompa?ada de un descenso de CiU en beneficio del PP. L¨¢stima para un tipo centrado y dialogante como Xavier Trias, a quien los talibanes de su partido desean lo peor.
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