Chile, de nuevo lo viejo
El Chile de Pinochet ha vuelto. No nos enga?emos. La recepci¨®n tributada por los jefes de las Fuerzas Armadas (FFAA), los himnos, las fuerzas especiales que le escoltaron, la arrogancia del general imputado por la justicia de cuatro pa¨ªses europeos y con 72 querellas admitidas por la justicia chilena y ahora pendiente de solicitud de desafuero, el cinismo con el que manifest¨® el enga?o sobre su estado de salud nada es inocente ni espont¨¢neo. Es una amenaza, quiz¨¢s un anuncio golpista, incluso es posible que ¨¦ste sea el objetivo del mismo Pinochet y de una parte de los jefes de las FFAA. Y a la hora de la verdad, esta parte es la que se impone. En Chile no hubo juicio como en Argentina. Las FFAA se ven a s¨ª mismas como un poder superior a los poderes civiles y que s¨®lo son juzgables o responsables ante s¨ª mismos.Perdonen mi pesimismo. Los d¨ªas siguientes al lamentable espect¨¢culo de la llegada de Pinochet, acompa?ando a Isabel Allende, Juan Bustos y otros compa?eros chilenos en ruedas de prensa y manifestaciones, sent¨ª algo parecido a lo ya vivido en julio y agosto de 1973: en cualquier momento llegar¨¢n los milicos y nos llevar¨¢n a todos al Estadio Nacional. Y algunos no llegar¨¢n vivos. ?C¨®mo ha sido as¨ª? ?Es inevitable un golpe militar, rampante como ahora, brutalmente expl¨ªcito quiz¨¢s luego?
La explicaci¨®n sociol¨®gica sobre la divisi¨®n de la sociedad chilena, la numerosa minor¨ªa facistoide (seg¨²n las opiniones, las cifras van del 10% al 50%), las probables mayor¨ªas pasivas, los miedos de unos y otros... Todos estos an¨¢lisis son seguramente tan ciertos y tan in¨²tiles como los de muchos economistas. A las cuestiones pol¨ªticas hay que darles soluciones pol¨ªticas, y si las cosas salen mal hay que buscar responsables pol¨ªticos y no responsabilizar a la sociedad. Pues se trata de actuar para evitar males mayores. Veamos r¨¢pidamente c¨®mo est¨¢n actuando los actores del drama chileno y si introduciendo un cambio en la trama que los envuelve es posible la tragedia.
En primer lugar, las FFAA tuvieron una oportunidad inmejorable de distanciarse claramente de la dictadura, de reconocer el poder civil democr¨¢tico y de reconciliar y reconciliarse con el pa¨ªs. Era suficiente que sus jefes aceptaran la verdad oficial de que Pinochet, imputado por cr¨ªmenes contra la humanidad, que se libraba de los juicios y condenas que le correspond¨ªan por su grave estado de salud. Y evitaran, por lo tanto, los bochornosos actos de fuerza del pasado viernes. Optaron por asumir como presente su siniestro pasado y afirmarse como poder contra y por encima del poder civil. Hoy, de acuerdo con Pinochet, cuya provocaci¨®n es calculada, aparecen como potencialmente golpistas. Y colocan al Gobierno democr¨¢tico ante el dilema: o reconocen ustedes nuestra impunidad y se deslegitiman o pretenden juzgarnos y disparamos. Es una amenaza para la democracia. Tambi¨¦n es una oportunidad.
Un segundo actor, la demanda pol¨ªtica. Todos fueron a recibir al general, excepto Lav¨ªn, cierto. Todos volvieron a alinearse con la dictadura pasada que es como decir que volver¨ªan a estar con la futura si la hubiera. El buen resultado de Lav¨ªn en las pasadas elecciones presidenciales no fue suficiente para que sus l¨ªderes se embarquen en un camino sin retorno hacia la democracia. Lav¨ªn qued¨® en la reserva. Sus correligionarios aprovecharon la debilidad de una democracia tutelada para exponer sin pudor su decisi¨®n de defender sus privilegios por la fuerza.
Tercer actor: el Gobierno de la Concertaci¨®n. Una triste figura la ingenua sorpresa de algunos ministros socialistas ("?C¨®mo pudieron hacer esto?", dec¨ªan) se ha visto superada por la incre¨ªble sumisi¨®n de los ministros de Defensa y del Interior ante los jefes militares. Antes del viernes negro se limitaron a solicitarles que no le dieran mucha solemnidad al asunto y se conformaron con que no hubieran discursos ni alfombras rojas, pero s¨ª el gran recibimiento oficial con todo el alto estamento militar en pleno. Luego intentaron justificarlo: "Hubo moderaci¨®n, nada que objetar". A diferencia de lo dicho por otros comentaristas, no creo que la cuesti¨®n sea la pertenencia a la DC de estos ministros. Simplemente me parece que muchos pol¨ªticos civiles, cuando tratan a los militares les tienen miedo. Y en Chile, ser un pol¨ªtico dem¨®crata y tener miedo es como ser cojo y querer jugar al f¨²tbol. Hay que reconocer que hasta ahora el Gobierno de la Concertaci¨®n no ha podido imponerse al poder militar. El presidente es el mando supremo, pero a¨²n no puede nombrar a los jefes de las FFAA. Esta debilidad puede llegar a extremos grotescos, como la petici¨®n del anterior presidente para que la justicia chilena sobreseyera al hijo de Pinochet para "evitar un problema de Estado". Sobre ¨¦l pesaba una fundada acusaci¨®n de estafa. Las acusaciones contra su padre son hoy mucho m¨¢s graves. ?Podr¨ªa ahora un Gobierno de la Concertaci¨®n proteger y apoyar al poder judicial para que se puedan juzgar los cr¨ªmenes contra la humanidad existiendo acusados, v¨ªctimas, pruebas y compromisos como hay?
Y cuarto actor, o actores, de esta trama: los gobiernos de Espa?a -el tonto de la pel¨ªcula, el papel m¨¢s rid¨ªculo de todos- y del Reino Unido, cuyo pacto vergonzoso ha propiciado el retorno sano y salvo de Pinochet a Chile, que han jugado a dejarse enga?ar por un general bruto e ignorante, pero arrogante y astuto. Parece incre¨ªble que estos gobiernos, el chileno incluido, no fueran capaces por lo menos de imponer condiciones dignas a los jefes militares chilenos, como el car¨¢cter de imputado por la justicia por cr¨ªmenes contra la humanidad del dictador chileno y, por lo tanto, la omisi¨®n de cualquier reconocimiento institucional, la hospitalizaci¨®n inmediata, pues s¨®lo as¨ª se justificaba que eludiera extradici¨®n y juicio y, obviamente, el abandono de cualquier actividad pol¨ªtica. ?Lo que no se consigui¨® con Pinochet detenido en Londres se podr¨¢ conseguir ahora?
Si lo que se pretend¨ªa con este retorno era consolidar la democracia en Chile, por ahora parece m¨¢s bien lo contrario. Est¨¢ seriamente amenazada. Veamos si no la trama l¨®gica del futuro inmediato. Las FFAA, con Pinochet, no con el poder civil. Han manifestado con su amenazadora exhibici¨®n de fuerza que no est¨¢n dispuestas a que se toque ni al general ni a la instituci¨®n. No creo que se planteen sofisticados an¨¢lisis sobre si hay condiciones o no para un golpe militar. Es suficiente que sientan sus privilegios, el estar por encima del Gobierno y de la justicia, correr peligro y, esto es lo que nos parece m¨¢s importante, que vean enfrente un poder d¨¦bil o indeciso. Han jugado fuerte. A ganar o perder. He aqu¨ª el reto y la oportunidad. El Gobierno electo de Chile, cuyo presidente supo enfrentar con valor a Pinochet cuando ejerc¨ªa de dictador, no puede evitar ahora asumir su compromiso con la justicia internacional y la opini¨®n p¨²blica de su pa¨ªs. La insultante arrogancia de Pinochet lo hace a¨²n m¨¢s inaplazable. Debe promover, apoyar, proteger a la justicia civil para que se juzgue a Pinochet y a los mandos militares culpables de actos criminales. Es un riesgo y puede ser la ocasi¨®n que utilicen los militares golpistas para su intentona. Pero, de no hacerlo, el riesgo es a¨²n mayor, se convierten en rehenes. Y entonces se pierde adem¨¢s la dignidad.
En este dif¨ªcil proceso que enfrenta la democracia chilena parece l¨®gico y justo que los gobiernos europeos y americanos hagan ahora lo que no quisieron ni supieron hacer en 1973. Apoyar decididamente al Gobierno democr¨¢tico de Chile y dejar claro que este apoyo va encaminado tambi¨¦n a que se haga justicia y el poder militar se someta plenamente al civil. Sin este apoyo, justificado y estimulado por el enga?o de Pinochet y la provocaci¨®n de los jefes de las FFAA, el golpe militar podr¨ªa ser la respuesta a la exigencia de justicia. Y el pueblo chileno, desconcertado por las indecisiones de los gobernantes, no podr¨ªa evitarlo. No lo olviden, la mayor¨ªa no es pinochetista, y tampoco debe volver a ser v¨ªctima.
Jordi Borja vivi¨® en Chile en 1973 y actualmente es asesor en proyectos urbanos del Ministerio de Obras P¨²blicas chileno.
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