La divinidad en el vac¨ªo, seg¨²n Amador Vega IGNACIO VIDAL-FOLCH
Llu¨ªs Duch es monje de Montserrat y es una autoridad secreta. Conocido en restringidos c¨ªrculos acad¨¦micos por sus trabajos en antropolog¨ªa religiosa, un complejo al que ha dedicado una veintena de libros, siempre en catal¨¢n, entre ellos los tres vol¨²menes de la Antropolog¨ªa de la vida cotidiana. Ahora empieza a traducirse su obra al castellano (Mito, interpretaci¨®n y cultura, en Herder), y la inteligencia de este sabio asombra. Tambi¨¦n asombraba verlo el otro d¨ªa lejos de su celda del monasterio, en este bajo mundo, concretamente en la librer¨ªa La Central, arropando, con Eugenio Tr¨ªas, a Amador Vega en la presentaci¨®n de su libro Passi¨®, meditaci¨® i contemplaci¨®.El libro de Amador Vega (Barcelona, 1958) es un muy provocador conjunto de seis ensayos, algunos de ellos publicados previamente en revistas muy minoritarias, otros in¨¦ditos hasta ahora, que interpretan el nihilismo -o sea, la negaci¨®n de todo sentido y todo valor a la vida- como una clara manifestaci¨®n de experiencia religiosa. "La verdadera religi¨®n es la de la nada", dice con aplomo, y es como si hubiera dado una vuelta de tuerca a las palabras que fijan el mundo a sus ejes y de repente todo aparece desplazado. Es excitante.
Amador Vega estudi¨® filosof¨ªa, teolog¨ªa e historia de las religiones en Friburgo (Alemania), y se doctor¨® con una tesis sobre Raimundo Lulio. Ahora es profesor de Filosof¨ªa de la religi¨®n en la Universidad Pompeu Fabra. En 1998 public¨® Maestro Eckhart. El fruto de la nada, que es una selecci¨®n y traducci¨®n de los discursos del m¨ªstico medieval, con aparato cr¨ªtico y notas. Lo public¨® Siruela; sorprendentemente se agot¨® y el a?o pasado sali¨® la segunda edici¨®n. "Yo noto que la gente est¨¢ pidiendo m¨¢s nivel", concluye Vega. "Cada vez hay m¨¢s gente que quiere leer cosas que le sugieran y le hagan salir un poco de la mediocridad, del charlismo de radio, de esa charlataner¨ªa tan extendida y que es totalmente destructora y nihilista".
(Eco pensaba igual hace unos a?os cuando explic¨® el ¨¦xito de su novela medieval con esta frase: "Es que lo que la gente quiere encontrar en una novela es menos sexo y m¨¢s lat¨ªn").
Bajo el ep¨ªgrafe Prego a D¨¦u que em buidi de D¨¦u (Ruego a Dios que me vac¨ªe de Dios), de Eckhart, con el que se abre Passi¨®, meditaci¨®, contemplaci¨®, Vega apuesta por un nihilismo que, llevado a sus ¨²ltimas consecuencias, empieza a ser f¨¦rtil: "Esa cita es un resumen de lo que yo entiendo por nihilismo religioso. La verdadera religi¨®n es la de la nada, en la que incluso puedes prescindir de la idea de Dios. 'Que me vac¨ªe', es una expresi¨®n tan aut¨¦ntica y atinada: ya podemos pensar en Dios como en la necesidad de prescindir de Dios mismo".
"La verdadera v¨ªa religiosa es el desprendimiento, el vaciado de la propia creencia y de la idea de Dios. Dios es la nada, el vac¨ªo", dice Vega. "Pero esto no quiere decir que haya que rechazar la tradici¨®n cristiana; Dios no tiene imagen ni rostro, y lo grandioso es que cuando esa nada se hace figura humana, es evidentemente la figura de un pobre, una figura pat¨¦tica, la imagen de Cristo".
Vega encuentra estas ideas claramente expresadas en los cl¨¢sicos de la m¨ªstica espa?ola, en Juan de la Cruz y Teresa de ?vila: "Nuestra filosof¨ªa est¨¢ en nuestros cl¨¢sicos, y ¨¦stos son los m¨ªsticos. Pero hay mucho temor a leerlos. Quiz¨¢ porque nos quedan tan cerca".
Por eso el libro encuentra e ilustra otras miradas sobre la nada y el nihilismo en diferentes espacios culturales, empezando por los fil¨®sofos de la Escuela de Kioto -la m¨¢s distinguida escuela filos¨®fica del moderno Jap¨®n, uno de cuyos miembros escribi¨®: "No es que la realidad sea vac¨ªa, es que el vac¨ªo es realidad"- y acabando en el expresionismo abstracto del pintor norteamericano de origen ruso Mark Rothko, pasando por Raimundo Lulio, los sermones del maestro Eckhart, los versos de Rilke y de Paul Celan, en cuyo poema m¨¢s conocido los seres humanos "una nada somos, floreciendo".
En el ¨²ltimo cap¨ªtulo, Vega piensa en la pintura abstracta como un arte de pobreza y de destrucci¨®n de las im¨¢genes, para llegar a su vaciado total en el cubo negro de Malevich o en los Black paintings de Rothko: "Las pinturas abstractas conducen al alma a contemplarse en el abismo desnudo de su identidad y plantean a la teor¨ªa del arte la posibilidad de considerar la experiencia est¨¦tica a partir de la recepci¨®n de lo que es inefable, de la imagen absolutamente inteligible y abstracta, la cual cosa en el contexto del neoplatonismo cristiano se conoce como la 'tiniebla m¨ªstica' o la 'noche oscura del alma' de Juan de la Cruz".
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