Olvidos insensatos
Es en muchos pa¨ªses muy popular descargar sobre la Uni¨®n Europea la indignaci¨®n por las consecuencias de los errores propios. Una reflexi¨®n menos interesada y sesgada tiene necesariamente que llegar a la conclusi¨®n de que el ¨¦xito del proceso de uni¨®n europea no tiene precedentes en este continente tan castigado por guerras y recelos. Sin dicho ¨¦xito en la construcci¨®n de un espacio ¨²nico pol¨ªtico, econ¨®mico y de bienestar en Europa occidental no puede entenderse ni la disoluci¨®n pac¨ªfica de la alianza de reg¨ªmenes comunistas en el centro y el este del continente ni su dif¨ªcil pero siempre positiva evoluci¨®n hacia sistemas democr¨¢ticos y Estados de derecho. La atracci¨®n ejercida por el proyecto europeo ha impuesto c¨®digos de conducta que han abortado todos los intentos de suplir el totalitarismo comunista con uno nacionalista. A principios de la pasada d¨¦cada hab¨ªa tentaciones en este sentido en muchos pa¨ªses, desde Eslovaquia a Rumania, pero tambi¨¦n en Hungr¨ªa o Polonia hab¨ªa fuerzas considerables que agitaban en este sentido.Estos movimientos nacionalistas, racistas muchas veces y con vocaci¨®n represora y expansionista casi siempre, dirigidos por los antiguos aparatos de poder s¨®lo tuvieron ¨¦xito en los Balcanes. Esto fue as¨ª por muchas y complejas realidades hist¨®ricas y por los propios errores de la UE que durante mucho tiempo prim¨® al alumno aventajado en esta carrera del mito y la sangre contra la sociedad abierta y democr¨¢tica, Slobodan Milosevic. Y la piedra angular de este error fue la incapacidad de reconocer la desaparici¨®n de Yugoslavia cuando el nacionalismo centralista proclam¨® su cruzada contra los perif¨¦ricos.
Ahora vuelven a quedar claras las dram¨¢ticas consecuencias de estos errores en los que se insisti¨® al permitir despu¨¦s de la guerra que Kosovo quedara nominalmente al menos como parte integrante de una tal Yugoslavia que s¨®lo existe ya en la ret¨®rica oficial del r¨¦gimen de Belgrado. Esta ficci¨®n de la existencia de Yugoslavia ha permitido a Milosevic no s¨®lo vender la idea de que Kosovo volver¨¢ a ser gobernada desde Belgrado, sino tambi¨¦n los instrumentos para su masiva intervenci¨®n intimidatoria contra las fuerzas democr¨¢ticas en Montenegro, el otro miembro supuesto de ese supuesto Estado federal de Yugoslavia.
La proclamaci¨®n oficial de un protectorado internacional que ya existe en la pr¨¢ctica como paso hacia la definitiva independencia de Kosovo podr¨ªa haber impedido que Belgrado utilizara a la minor¨ªa serbia en permanente agitaci¨®n contra el proceso de normalizaci¨®n y podr¨ªa haber paliado al menos la pol¨ªtica de represalias y violencia de los radicales albaneses que temen que mientras existan serbios en Kosovo, el proceso iniciado con la guerra es reversible y en cuanto la comunidad internacional reduzca su presencia y sus enormes gastos all¨ª, el Ej¨¦rcito serbio volver¨¢, tal como anuncia continuamente Milosevic.
Pero los errores europeos no se limitan a esta obcecaci¨®n por ayudar a conservar la ficci¨®n de la existencia de una federaci¨®n yugoslava que fortalece al r¨¦gimen de Belgrado y aleja as¨ª el objetivo de unos Balcanes democr¨¢ticos, de fronteras abiertas e interesados en una pol¨ªtica regional com¨²n. La pol¨ªtica de nombramientos, con el franc¨¦s Bernard Kouchner, un pol¨ªtico bienintencionado que nada sabe de gesti¨®n, como m¨¢ximo administrador de Kosovo, y Bodo Hombach, defenestrado en su d¨ªa en Berl¨ªn, como jefe del Plan de Estabilidad en los Balcanes, demuestra que se siguen olvidando insensatamente las lecciones del pasado. Adem¨¢s los pa¨ªses europeos no est¨¢n cumpliendo sus promesas de financiaci¨®n en la reconstrucci¨®n y han olvidado tambi¨¦n sus proclamas de apoyo inmediato a pa¨ªses que apoyaron a la OTAN y sufrieron como nadie la crisis regional, es decir, Albania, Macedonia, Rumania o Bulgaria. La frustraci¨®n que esta sistem¨¢tica amnesia de la UE y sus miembros genera en la regi¨®n tiende a ser infravalorada. Y puede generar sorpresas muy desagradables en la regi¨®n a no muy largo plazo.
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