Las ONG y la pol¨ªtica
Hace muy poco, en respuesta a una carta enviada por las organizaciones que llevan a cabo la campa?a Deuda externa, deuda eterna, un responsable del Ministerio de Econom¨ªa se escandalizaba ante "la imprudencia de sugerir la pr¨®xima campa?a electoral para alcanzar compromisos de las formaciones pol¨ªticas en materia de deuda". En cierto modo, este alto funcionario no hac¨ªa m¨¢s que expresar en voz alta una pregunta que inquieta a muchas personas: ?qu¨¦ papel deben jugar las ONG en la pol¨ªtica?Para algunos, las relaciones entre las ONG y la pol¨ªtica son todav¨ªa demasiado laxas, y desconf¨ªan del "apoliticismo" de unas organizaciones que queremos distanciarnos claramente de opciones partidistas, para poner ¨¦nfasis en opciones ¨¦ticas, en derechos b¨¢sicos, en principios de justicia social elementales, te¨®ricamente reconocidos por todos, pero que no son reales en la pr¨¢ctica. Para otros, nuestro terreno es de las "buenas obras", nuestra misi¨®n, echar una mano aqu¨ª y ahora a los que sufren sin cuestionar aquellos mecanismos del sistema y aquellas decisiones pol¨ªticas que favorecen la extensi¨®n de la pobreza y la desigualdad.
La respuesta puede resultar pol¨¦mica, pero para la mayor¨ªa de quienes trabajamos en las ONG es clara: la pobreza, la degradaci¨®n medioambiental, las violaciones de los derechos humanos tienen su origen en causas pol¨ªticas, por lo que su eliminaci¨®n exige respuestas pol¨ªticas. Y para eso est¨¢n los partidos y las campa?as. Esto no implica en absoluto que el trabajo de las ONG deba ser partidista, o, dicho de otro modo, implica que debemos trabajar con todos los partidos del arco parlamentario, para hacerles conocer mejor las situaciones de injusticia, para hacerles llegar nuestras propuestas de cambio, para reivindicar ante ellos mayor atenci¨®n a lo que est¨¢n pidiendo los miles de personas que est¨¢n detr¨¢s de nuestras organizaciones.
Es un trabajo continuado, que exige implicaci¨®n a lo largo de toda una legislatura, pero que encuentra un momento especialmente relevante en la elaboraci¨®n de los programas electorales y en las campa?as previas a las elecciones. Pero no hay que confundirse: que seamos ut¨®picos no significa que seamos ingenuos; somos perfectamente conscientes del riesgo que corremos en campa?a de ser instrumentalizados por los partidos, lo cual no impide que nos arriesguemos y defendamos los intereses de las poblaciones para las que trabajamos tambi¨¦n en este momento, cuando los pol¨ªticos tratan de explicar sus propuestas para el futuro y la sociedad exige respuestas a sus inquietudes.
Porque ¨¦sa es la cuesti¨®n: ?interesan la pobreza, el medio ambiente o los derechos humanos a los votantes? A nosotros no nos cabe la menor duda. Muchos espa?oles, entre los que se cuentan los millones de socios y donantes de nuestras organizaciones, son capaces de mirar m¨¢s all¨¢ de los temas habituales de campa?a. No es que no les importen las disputas entre medios de comunicaci¨®n o las corruptelas partidistas; pero la vida, afortunadamente, es mucho m¨¢s que eso, y no les gusta estar siempre dando vueltas sobre las mismas cuestiones. Entienden que la miseria de ?frica o el cambio clim¨¢tico son tambi¨¦n problemas nuestros, porque se sienten ciudadanos del mundo y quieren que desde Espa?a se contribuya efectivamente a hallar soluciones. Por eso la campa?a electoral, en alg¨²n momento, debe tocar estas cuestiones.
Las ONG nos creemos no con el derecho, sino con el deber de exigir a los partidos que expliquen a la sociedad sus propuestas en los ¨¢mbitos en los que trabajamos. Se trata de hacer que la pobreza, el medio ambiente o los derechos humanos sean temas de campa?a y que las promesas solidarias de los partidos devengan en compromisos exigibles por un electorado cada d¨ªa m¨¢s atento a estas cuestiones.
La "imprudencia", por tanto, ser¨ªa no intentar incidir en aquellos aspectos de los programas electorales que se relacionan directamente con nuestra labor. Lo menos que podemos hacer las ONG es tratar de romper la monoton¨ªa autocomplaciente de este periodo electoral; actuar de Pepito Grillo en nombre de aquellos para los que trabajamos. Tal vez, como dijo recientemente The Economist, no seamos tan representativos como nos gustar¨ªa, pero, al fin y al cabo, cada uno utiliza los recursos que tiene a su disposici¨®n: los grandes consorcios industriales, las el¨¦ctricas, los proveedores de armas al ej¨¦rcito, financian campa?as y carreras pol¨ªticas. ?Son acaso sus intereses m¨¢s representativos? Nosotros hablamos en nombre de una parte considerable de la opini¨®n p¨²blica, ¨¦sa que en Espa?a destin¨® 22.000 millones de pesetas a la crisis del Mitch en s¨®lo cinco semanas. ?Se acuerdan?
Ignacio Carreras es director general de Interm¨®n.
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